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El Papa beatifica a una monja obrera española que fue despreciada por el Vaticano

El Papa beatificó ayer a Bonifacia Rodríguez Castro, una monja obrera española que fue despreciada por el Vaticano a principios del siglo pasado. Sor Bonifacia dedicó su vida al servicio de la mujer trabajadora y creó la congregación de las Siervas de San José, que cuenta actualmente con 720 hermanas y 103 comunidades repartidas por 13 países.

Esta monja nació en 1837 en Salamanca y, tras ponerse a trabajar muy joven de cordonera en un taller, conoció al jesuita Francisco Javier Butinyà, quien la recomendó que fundara una congregación religiosa dedicada a dar trabajo manual a las mujeres, informa Enric González. Así lo hizo sor Bonifacia, junto al jesuita

, en 1874. Pero, tiempo después, las propias compañeras de la orden, que preferían abandonar este tipo de labores para ser maestras y escalar así socialmente, la rechazaron. El momento coincidió con la expulsión por el Vaticano de los jesuitas -en la época del papa León XIII- entre los que se encontraba Butinyà, lo que hizo posible que fuera echada, yéndose a vivir a Zamora con un pequeño grupo de monjas.

Las monjas de la orden revisaron sus estatutos para relacionar su fin con la enseñanza. Años después, al mandar el Concilio Vaticano II a las congregaciones que revisaran sus papeles para recuperar la finalidad original con la que habían sido creadas, se recuperó en parte la voluntad de esta congregación de apoyo a las mujeres trabajadoras. De hecho, hoy en día cuenta en diferentes partes del mundo con colegios pero también con talleres de ayuda a las mujeres inmigrantes y a las prostitutas.

La revisión del caso

Cuando Sor Bonifacia murió en Zamora, en 1905, una de sus fieles compañeras ocultó los documentos originales y fotografías de la congregación, que fueron encontrados en 1936. Cinco años después empezó a revisarse el caso pero no fue hasta 1982 cuando empezó a cobrar relevancia. Ese año ocurrió el milagro que la lleva ahora a la gloria: la curación de Esteban Vega Pardo, que tenía entonces 73 años después de tener un tumor de ocho centímetros en el hígado y haber sido diagnosticado por los médicos como un carcinoma irreversible.

El hombre pertenecía a la asociación de padres de uno de los colegios de la orden. Tras conocerse su mal, y rezar en la congregación por él, se produjo la curación. Vega Pardo estuvo ayer presente en el Vaticano con toda su familia, así como la ministra de Sanidad, Ana Pastor.

El Papa también beatificó ayer a otras cuatro personas: el español Juan Nepomuceno Zegri, la francesa Rosalie Rendu, el belga Valentín Paquay y el italiano Luigi M. Monti. Nepomuceno, nacido en Palma de Mallorca, fue el fundador en 1878 de la Congregación de las Hermanas Mercedarias de la Caridad. Su milagro consistió en la reaparición de un páncreas a una persona a la que se le había extirpado.

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