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Cinco niñas llevan ya 'hiyab' en un instituto de San Lorenzo

La primera en ponerse el polémico pañuelo fue Fátima, en 2002

Esther Sánchez

Ha transcurrido un año y nueve meses desde que la adolescente marroquí Fátima E., con 13 años entonces, asistiese a clase con el pelo tapado por un pañuelo (conocido como hiyab). Para conseguirlo tuvo que superar una fuerte polémica sobre si era adecuado o no el uso de esta prenda en un centro de enseñanza público. De hecho, la adolescente fue admitida, al principio, en un centro religioso subvencionado, pero finalmente la comisión de escolarización decidió que ingresase en un instituto público.

Fátima continúa, casi dos años después, en el mismo instituto, el Juan de Herrera de San Lorenzo de El Escorial. Cursa segundo curso de la ESO, es buena alumna y sigue con su pañuelo. Pero ya no está sola: otras cuatro compañeras, que hasta ahora iban sin pañuelo, han seguido su ejemplo.

Estas adolescentes salen todos los días felices del colegio cubiertas con sus pañuelos. "Los llevamos porque queremos y somos musulmanas", aclara una de ellas. Por lo demás, entre ellas y el resto no existe diferencia. Visten ropa occidental, e incluso alguna anuda el pañuelo (de diferentes colores y estampados) siguiendo una estética similar a la pirata, y dejando ver el cuello. "Hay muchas formas de ponerse el pañuelo, porque también nos cansamos de llevarlo igual", explican risueñas.La mayoría de los compañeros de instituto de las muchachas respetan la decisión de las adolescentes de taparse el cabello. "No se meten con nosotras. Bueno, algún chico en clase, para hacer la gracia, nos lo ha quitado alguna vez, pero no es lo normal", aseguran.

"Aquí cada uno va a lo suyo; si se quieren tapar el pelo y lo hacen sin que nadie las obligue, me parece bien", mantiene un compañero de clase de las muchachas.

Para el padre de Fátima, Alí E., la polémica del hiyab está completamente zanjada. En un escaso español, explica que la lucha por que su hija pudiese llevar el pañuelo en el centro escolar mereció la pena, porque Fátima está ahora muy a gusto y muy contenta con la enseñanza que recibe en San Lorenzo de El Escorial. "Seguirá estudiando hasta que ella quiera", dice convencido el padre de la muchacha.

La directora del centro, Delia Duró, confirma, resignada, que, "después de permitir a Fátima tocarse con el hiyab, han llegado otras alumnas nuevas que ocultan también el cabello bajo el pañuelo". Duró quiere aclarar que no existe ningún problema al respecto y que las niñas asisten a clase con toda normalidad. "Fátima se maneja perfectamente y ya no necesita apoyos. Incluso nos ha ayudado en las aulas de enlace con otros niños marroquíes que no dominaban el español", comenta la directora del centro público.

De todas formas, Duró mantiene su opinión personal contra el uso del pañuelo dentro del instituto, una opinión que no ha variado en el tiempo transcurrido. "Yo pienso que estamos en una escuela laica, donde se han desterrado los símbolos religiosos. Por lo tanto, tienen que desaparecer todos los símbolos religiosos, y el pañuelo es uno de ellos", explica.

Pero, al mismo tiempo, Duró indica que la directora de un centro educativo no puede ni debe imponer sus criterios a la institución escolar. Además, considera que la vestimenta no es el reto principal al que se enfrenta en la actualidad la escuela pública con la llegada masiva de inmigrantes en los últimos años.

"Es mucho más preocupante la escolarización de los extranjeros en centros públicos, dejando los concertados para los españoles. Eso sí es discriminación y crear guetos", recalca.

Por este motivo, lo que a Duró le pareció un grave precedente en el caso de Fátima fue el incumplimiento del acuerdo de la comisión de escolarización que había enviado a la niña a un centro religioso concertado. "Así se impide que los chicos se distribuyan de forma equitativa entre los centros sostenidos con fondos de la Comunidad y los centros puramente públicos", opina.

Instituto completo

Fátima llegó a España en octubre de 2001. Su padre, una persona muy religiosa que lleva 15 años en España, se propuso escolarizarla, pero le adjudicaron una plaza en un centro concertado católico. Allí le comunicaron que la niña no tendría que asistir a clases de religión. Aun así, Alí continuó rechazando esta posibilidad. Para buscar una solución, se decidió escolarizar a Fátima en el instituto público Juan de Herrera, a pesar de que estaba completo.

"Debemos respetar nuestras tradiciones. Mi hija sólo irá al colegio si va tapada", insistía Alí. La niña, por su parte, declaró que la decisión de llevar pañuelo era suya y que nadie la obligaba.

El tiempo pasaba y Fátima estuvo cuatro meses sin ir al colegio. El caso saltó a los medios de comunicación y se desató una fuerte polémica que finalizó cuando la Consejería de Educación ordenó que la niña acudiese al instituto público con el pañuelo.

Antes de la llegada de Fátima había alumnas que llegaban tapadas hasta la puerta del instituto, pero allí se desprendían del hiyab. "Se encontraban más normales sin él, ahora es al contrario", mantiene Duró.

También ha habido algún intento por parte de las niñas de convencer a otras chicas marroquíes de que usaran el pañuelo en el instituto público. Pero el centro escolar intervino y les explicó que el mismo derecho que tenían ellas a llevar pañuelo tenían las demás a no querer ponérselo. "No fue necesario decirles nada más, lo comprendieron sin ningún problema", aclaran.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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