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El buque fantasma

Un buque fantasma recorre el Mediterráneo. Un crucero británico con dos mil pasajeros a bordo va de puerto en puerto, sin que nadie les permita desembarcar ante el peligro evidente de que la infección, que muchos viajeros padecen, se pueda propagar por tierra firme. Su odisea ni siquiera ha terminado en Gibraltar, un puerto amigo, porque España les ha dado con la puerta en las narices. ¿Y bien?: que a veces no interesa tanto una noticia como la sección en la que aparece clasificada. Ello depende de dónde coloquemos otras noticias parecidas. Es lo que tienen de malo todas las taxonomías, incluida la del periódico, que nos dan una visión estereotipada del mundo y, a falta de verdaderos compañeros de viaje, acaban pareciéndose a la lista de la compra. La noticia del buque fantasma me la he encontrado en Internacional, junto con la diaria escabechina de algunos soldados USA en Irak. Hombre, aparte de que ni los americanos ni los turistas británicos parecen ser bien recibidos, poco tienen en común estas dos historias. También me la he encontrado en Sociedad, junto con el compromiso matrimonial del Príncipe de Asturias. Bueno, tampoco les veo mucha relación, fuera del apunte patriótico de que sea precisamente en Gibraltar donde hemos rechazado a la pérfida Albión (las del Aurora sí que son armas bacteriológicas y no las de Sadam). Hasta probé con el apartado de Anuncios clasificados por palabras y me pude topar con algo así como "Turista británico de alto standing alquilaría puerto mediterráneo de garantía. Abstenerse curiosos", pero no parece que tenga que ver con el buque fantasma.

Visto lo anterior parece que la noticia del buque fantasma no pertenece a ningún apartado o, si prefieren, al de hechos raros y curiosos. Sin embargo, hay una posibilidad, que no se ha ensayado hasta ahora, que yo sepa, y que me parece bastante razonable: la de colocar la noticia en Nacional. Sí, ya sé que se trata de británicos. Pero en el fondo lo que les ocurre, que en el crucero hay muchos enfermos y que vagan por el Mediterráneo sin que ningún puerto español se apiade de ellos, es lo que les viene pasando diariamente a las pateras marroquíes desde hace diez años por lo menos. La única diferencia entre estos dos grupos de seres humanos que sufren es que los turistas padecen del estómago por un bacilo y los inmigrantes por un vacío insondable en el estómago (además estos últimos mueren por docenas, aunque esto ya no es noticia).

Se me objetará que las avalanchas de inmigrantes llegan a todos los países europeos, pero yo insisto en que lo nuestro es especial. Y es que lo fantasmagórico del buque no sólo está dentro, sino también fuera, en el puerto que se niega a acogerlo. De donde resulta que la del buque fantasma es una noticia de interés nacional por partida doble. Al fin y al cabo, que un grupo de personas se haya embarcado en una aventura teóricamente placentera y que la impericia del capitán, del cocinero o de Dios sabe quién les vaya llevando de negativa en negativa hacia el desastre es una historia que nos suena. Podríamos incluirla en la misma casilla que otros acontecimientos recientes. Por ejemplo: ese buque fantasma que responde al nombre de plan Ibarretxe. ¿Adónde va esa gente?: no se sabe. Lo cierto es que el número de infectados crece por momentos y que no parece haber ningún puerto dispuesto a acogerlos: Navarra se resiste, Francia declina amablemente la invitación, la UE mira para otro lado. Igual logran recalar en la Arcadia feliz que concibió aquel malo de película que se llamaba Sabino Arana, su Gibraltar particular, pero no es nada seguro. Otro ejemplo: España o, si lo prefieren, la Península Ibérica en su conjunto. La metáfora no es mía: hace años que José Saramago la imaginó como una balsa de piedra -A jangada de pedra se titula su libro- desgajada del continente y varada en medio del Océano Atlántico. Lo peor de todo es que empieza a ser algo más que una imagen literaria. Sólo poseo información de segunda mano sobre el desfondamiento portugués, pero del español no me cabe la menor duda. Una juventud empobrecida y desencantada, una economía cada vez más dependiente de decisiones que toman otros -el caso de MB en Valencia es uno entre mil- y con una peligrosa tendencia a la especulación inmobiliaria, un ambiente político irrespirable en el que la mentira y la ley del más trapacero parecen haberse instalado por doquier. Mientras tanto hemos dado la espalda a nuestros abrigos tradicionales, la UE, Hispanoamérica y los países árabes. Estos son los hechos.

Dicen que la epidemia del Aurora no es grave y que la travesía de este buque fantasma acabará pronto. Les deseo suerte. Por desgracia nuestra enfermedad sí parece grave y los espasmos son cada vez más dolorosos. Sólo a alguien profundamente inconsciente o que ha tomado unas copas de más se le podría ocurrir aquella boutade de que España va bien. Hay mucha gente así, desde luego. Basta con asomarse a los comecocos que pululan en las cadenas televisivas para no enterarse de nada. Pero los que pintan algo en la vida pública, gobierno u oposición, empresarios o intelectuales, no deberían llamarse a engaño. Nuestro buque fantasma se acerca al mar de los sargazos y va a quedar apresado por las algas junto con todas sus barcas de salvamento, incluida la del norte airado. Cualquier viandante ocioso se da cuenta de que el nombre que figura en el casco no es Aurora, sino Titanic.

Ángel López García-Molins es catedrático de Teoría de los Lenguajes de la Universidad de Valencia. (lopez@uv.es)

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