Hatakeyama

Como exclusiva en España, la Fundación BBK expone en su renovada sala Elcano de Bilbao fotografías de Naoya Hatakeyama (Iwate, Japón, 1958). Desde un amplio abanico temático, el autor reflexiona sobre los contrastes que ofrece la transformación del paisaje urbano. Aunque tiene magníficas excepciones, sus imágenes se circunscriben generalmente a las ciudades de su país. De ellas extrae situaciones caóticas y desordenadas, pero también se recrea en espacios intervenidos por el hombre desde criterios del siglo XXI. En estos lugares, con magnífico alarde de imaginación, encuentra con su cámara oscura la clásica delicadeza de la plástica oriental. Detrás de la forma y color de sus composiciones plantea un catálogo de sugerencias capaz de llevarnos a un mundo de fantasía y contradicción.

Son diez temas, algunos entrelazados, los que ahora se pueden ver en Bilbao. Llaman mucho la atención dos apartados que presenta como Sin titulo. Entre ellos, destaca una instalación de 48 copias en color de la ciudad de Tokio, montadas sobre aluminio. Están realizadas a diferentes horas del día, en distintas estaciones y a lo largo de nueve años. Enseñan cómo discurren las calles o pasillos de la ciudad entre grandes y luminosos rascacielos, pero esta figuración tan evidente desaparece cuando la obra se observa en su conjunto (los 48 pixel a la vez). En ese momento se produce una subyugante explosión cromática repleta de abstracción. Imágenes de colinas y explotaciones de caliza con voladuras integran la serie Cantera. Las reflexiones teóricas del autor hacen de todas estas imágenes el origen, la explosión, que marca el inicio de las ciudades. Canteras y ciudades se convierten de esta manera en el negativo y positivo de una misma fotografía.

En la serie Río una línea horizontal imaginaria separa el mundo de la hiperactividad urbana y la soledad de un arroyo, con aguas poco profundas y sin peces, que transcurre por debajo de esta complejidad humana. Todo unido en la misma foto, confronta dos aspectos complementarios de una misma ciudad, que la mirada del autor disecciona con intención creadora. En los trabajos Vidrio lento y Bajo tierra el autor establece su expresión más abstracta. A base de iluminaciones muy selectas consigue registros con delicados cromatismos.

Hatekayama, aunque aparentemente parece mantenerse distante del proceso de la toma, se involucra absolutamente en ella desde la precisión de su técnica y la finura de sus encuadres. Por cierto, todos ellos marcados por una clara dualidad que invoca la filosofía oriental sobre la confluencia del yin y el yang, primordial causa de la existencia y del gran absoluto.