La pintura y la fotografía
En torno a la polémica de los antiguos y los modernos, es decir entre la pintura y la fotografía, se desenvuelve la novela de Luis del Romero (Valencia, 1951) El daguerrotipo, una descripción de la búsqueda de la autenticidad en la persona de Juan Vilar, mediocre pintor que se traslada a aprender el oficio a París para terminar sus días en Madrid como fotógrafo de cadáveres.
La novela se abre con una encuesta de un periodista de La Ilustración Española y Americana, que entrevista al ya envejecido pintor Juan Vilar, quien desde su miseria actual, cercano ya a la muerte, recuerda su vida de pintor en París, una historia que se mueve entre dos opciones: la pintura y el daguerrotipo. La encuesta periodística parece resolver de manera más directa el viejo tópico del manuscrito encontrado. Ya no se encuentran manuscritos, se encuentran testimonios, como el del personaje central, narrador imprescindible, motor de la novela, con lo que el papel del periodista narrador y encargado de la transcripción cae a un segundo plano.
La novela cuenta las peripecias de Juan Vilar en un año sabático en París. Llega sin medios, pagado por su hermano, que, en principio, se niega a la aventura artística del aprendiz a pintor. Enmarcado por las dos intervenciones del periodista, que abre y cierra la novela, la anécdota fundamental se centra en los amores de Vilar (la actriz Pomaré al principio de la narración que le lleva a la pintura, y su cuñada al final, que le llevará a comprender la importancia del daguerrotipo) y en la descripción de los ambientes artísticos de París, con una participación esencial de Baudelaire en la trama de la novela y en el discurrir teórico de la vida del personaje central, entre una pintura, en la que no destaca, y la fotografía, con la que se quedará como vocación vital.
Como novela simbólica El daguerrotipo explora los significados de un nuevo arte, y de una nueva manera de concebir la realidad, de urdir un arte que lleva el adjetivo de "demoníaco" y que en la novela se acerca a la expresión de la muerte.
La pintura puede expresar la vida, pero el daguerrotipo penetra en la esencia del tiempo, es decir, puede expresar la muerte. Quizás la novela muestre un cierto desequilibrio entre el nivel de la narración (una novela lineal) y el nivel simbólico que expresa en las opiniones de los personajes.
Luis del Romero: El daguerrotipo. Bassarai, Vitoria, 2003, 221 páginas, 14 euros.
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