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El Ayuntamiento de Barcelona limitará el tráfico en La Rambla

El consistorio buscará el acuerdo de vecinos, comerciantes y hoteleros de la zona

Blanca Cia

La Rambla, el paseo por excelencia de Barcelona, el más transitado de Europa, está saturada de coches. Por ella pasan cada día 20.000, 12.000 en sentido descendente y 8.000 hacia la plaza de Catalunya. Demasiados. Es una afirmación compartida en los despachos municipales, tanto en los del distrito de Ciutat Vella como en los del Área de Circulación. En el pasado mandato, la peatonalización de La Rambla se acabó aparcando y ahora los responsables municipales han retomado la idea de poner límite al paso del coche privado y reservar la circulación a los servicios públicos, residentes y vehículos de reparto.

Cómo y cuándo se procederá a restringir el paso de los coches privados dependerá de las alternativas que se den al tráfico y del acuerdo entre los muchos afectados por una drástica medida como la que se propone el consistorio. Vecinos, comerciantes, hoteleros y aparcamientos serán los principales afectados por la reducción del tráfico en La Rambla.

En noviembre de 2000 se limitó el paso a los autocares ante el constante trasiego de estos vehículos -500 hacia arriba y 600 en sentido descendente-, que se dirigían a los hoteles de La Rambla con el fin de recoger pasajeros para seguir los recorridos turísticos. Entonces se limitó el horario de carga y descarga y se pensó en instalar un sistema de barreras para limitar el resto del tráfico a los turismos autorizados y al transporte público. Pero no se llegó a realizar.

Ahora la idea se ha retomado. "Pero con calma y buscando alternativas razonables", explica el regidor del distrito, Carles Martí, convencido de que la pacificación del tráfico de La Rambla no se puede aislar y de que hay que tener en cuenta cómo afectaría a las otras vías paralelas, como la Via Laietana y la Rambla del Raval. "Estamos en la línea de pacificar el tráfico, pero tenemos que encontrar el máximo acuerdo entre los afectados", insiste Martí.

Los residentes del barrio del Raval ven con preocupación la limitación del tráfico descendente de La Rambla porque es casi la única vía de entrada que tienen por las calles del Hospital y Sant Pau. "Pero también nos afecta a la salida del barrio, por Carme, Unió y Nou de la Rambla. No nos opondríamos si se garantizase el acceso al barrio, pero es que nos temenos que la pacificación de La Rambla vaya a costa de desviar el tráfico hacia la Rambla del Raval. Y de eso ni hablar", dice sin tapujos Pep García, de la Asociación de Vecinos del Raval. García añade que los vecinos del Raval están "hartos" de aguantar algunos peajesm "como el colapso de cada viernes de la calle del Carme como consecuencia del aparcamiento de la Garduña y el lío por las funciones del Liceo".Pep García cree, además, que la identificación de los residentes para autorizar el paso de vehículos puede ser un tanto compleja. "Oficialmente en El Raval estamos empadronadas 37.000 personas, pero la cifra real puede ser el doble", subraya

La asociación de comerciantes de Barnacenter ve con cautela y escepticismo las restricciones de tráfico en La Rambla. "El 12% de las personas que visitan el eje comercial de Barnacenter vienen en coche. Por eso no vemos clara la peatonalización. Además, en La Rambla hay hoteles y aparcamientos", sostiene Emili Carrión, director de Barnacenter, un eje comercial cuyo dinamismo obedece en buena parte, paradójicamente, a la peatonalización de sus calles.

De momento se ha creado un grupo de trabajo para buscar soluciones a las restricciones del tráfico, por ejemplo algún sistema de control en ambos sentidos de La Rambla. En principio, ese control es más fácil de situar en sentido ascendente, ya que los coches no autorizados podrían girar hacia el paseo de las Drassanas. Pero se ve más complicado en sentido descendente, ya que el control se debería situar en la calle de Pelai, con el consecuente riesgo de colapso en la plaza de Catalunya.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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