'Casablanca' japonés
Cuenta Haruki Marukami (Kobe, 1949) que alguna vez los campesinos de Siberia, abrumados por la rutinaria contemplación del ocaso en el borde de la llanura, inician un éxodo al oeste del sol con el fin de escapar a sus propios límites. Suelen morir en el intento. Y algo parecido está a punto de sucederle a Hajime, el protagonista de esta novela de ribetes clásicos del escritor nipón más conocido fuera de su país después del nobel Kenzaburo Oé. Hajime es hijo único y congenia en el colegio con su compañera Shimamoto. En plena adolescencia viven una breve fascinación mutua que continuará en sus vidas posteriores, cuando ya sólo es el recuerdo de una sombra. De Shimamoto apenas sabemos nada de lo que le sucede entre los 14 y los 37 años, en cambio sí de Hajime pues es él mismo quien cuenta esta historia que habla de la búsqueda del amor más allá de la frontera de cada uno y del daño irreparable que causa.
AL SUR DE LA FRONTERA, AL OESTE DEL SOL
Haruki Marukami
Traducción de Lourdes Porta
Tusquets. Barcelona, 2003
268 páginas. 16 euros
Después de traicionar a su novia, el protagonista pasa unos largos años solitarios, y al final se casa con Yukiko, abandona su empleo y abre un bar de jazz. Hajime empieza a experimentar la monotonía vital de un campesino de Siberia hasta que también a él se le cruza la obsesión de seguir el rastro del sol. Shimamoto aparece de repente en su bar, ambigua y seductora como la Bergman en Casablanca. Lo que sucede entonces escapa a su control pero no al control un tanto rígido del novelista. Marukami confiesa su inclinación a vivir por completo el destino de sus personajes y a salir transformado por ellos. En su opinión, lo que cuenta en una novela es la diferencia entre cómo era el protagonista al inicio y cómo lo deja el lector al final. Estamos de acuerdo. Lo que sucede es que Hajime parece en ocasiones un muñeco escribiente, alguien que actúa con una lógica y una frialdad tan naturales que nos desconcierta.
Al sur de la frontera, al oeste del sol se presenta como una novela realista, pero en el fondo su realidad es unidimensional y opaca, salvo en lo que afecta al mundo adolescente. Las explícitas críticas hacia el sistema parecen declaraciones absurdas en alguien tan individualista como Hajime. La identificación del lector con él es mecánica, sin mayor profundidad que algunos buenos diálogos de guión cinematográfico y unas acertadas reflexiones sobre la pérdida de identidad y el desarraigo. Vemos cómo Shimamoto alienta la pasión de Hajime pero a la postre lo esencial se nos escapa tras el arquetipo del misterio femenino.
A semejanza con su protagonista, Marukami estudió literatura, tuvo un bar de jazz en Tokio, es hijo único y le gustan los gatos. Todos los detalles de la obra que tocan esos aspectos son interesantes. Sin embargo, el novelista no ha sido capaz de otorgar verdadera vida de ficción a la pareja Hajime-Shimamoto, con el resultado de que la novela, escrita con la pericia constructora de un Mishima y ciertos destellos de lirismo de un Kawabata, no tarda en olvidarse.
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