_
_
_
_
Tribuna:CENTENARIO DE THEODOR MOMMSEN
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El magisterio de un humanista

EL 1 DE NOVIEMBRE del año 1903 moría Theodor Mommsen en su casa de Marchstrasse (Charlottenburg, Berlín), acompañado por su querida Marie y todos sus hijos. Intelectuales y hombres de Estado de Europa entera expresaron inmediatamente su pesar por la muerte del más grande de los investigadores de la Roma antigua, del genial coordinador de decisivos proyectos científicos, del infatigable estudioso de la Antigüedad, en fin, del político profundamente comprometido con la vida pública de su tiempo.

Hoy, cien años después, la imponente obra de Mommsen (más de 1.500 títulos) sigue fascinando tanto por su excepcional contribución al desarrollo de la historia antigua como por su permanente influencia y actualidad. Sus trabajos jurídicos, filológicos, epigráficos y numismáticos son aún hoy referentes fundamentales para los especialistas; su Historia de Roma, traducida a las principales lenguas europeas y merecedora del Premio Nobel de Literatura en 1902, le ha proporcionado al sabio alemán su fama universal.

Más información
La última historia literaria

Christian Matthias Theodor Mommsen nació el 30 de noviembre de 1817 en el seno de una humilde familia de Garding, una pequeña localidad de la región de Schleswig-Holstein, por entonces perteneciente a la Corona de Dinamarca. Su padre, pastor protestante, lo introdujo en la cultura y lenguas clásicas, formación que consolidaría en el Gimnasio de Altona (1834-1838).

La vocación y la carrera de Mommsen se orientaron decisivamente al ingresar en la Universidad de Kiel para seguir la carrera jurídica (1838-1843). Allí se interesó especialmente por el Derecho Romano, la "nueva filología" que enseñaba Otto Jahn y, en el curso de sus primeras investigaciones, se percató de la utilidad de la epigrafía latina como fuente de primer orden para los estudios romanos. Por otro lado, las clases de Johann Gustav Droysen, en las que proponía la necesidad de un amplio programa nacional de reformas liberales, tendrían una notable influencia en sus ideas políticas. La salida de la universidad, una vez obtenido el título de doctor en Derecho (1843), significó para Mommsen el comienzo de una etapa de intensa actividad investigadora, docente, académica y política que se prolongaría hasta el fin de su vida.

Como investigador, Mommsen comprendió pronto que no se podría avanzar significativamente en el estudio de la Antigüedad mientras no se compilasen y publicasen exhaustiva y correctamente las fuentes de conocimiento. Una buena parte de sus esfuerzos los dedicó precisamente a tal labor, y sus contribuciones ofrecieron a los estudiosos una ingente cantidad de material documental inédito. Con la financiación de la Academia de Berlín consiguió poner en marcha (1854) un gigantesco proyecto para editar todas las inscripciones latinas del Imperio romano (Corpus Inscriptionum Latinarum); en el año de su muerte se habían publicado más de 120.000 epígrafes. A la par, se ocupó personalmente de la edición de un buen número de autores (incluidos los cristianos) y textos clásicos, generalmente de época tardía o de carácter jurídico. También fueron objeto de su interés sistematizador las monedas y los papiros, contribuyendo a la fundación de revistas especializadas y repertorios de tales fuentes. La posición de Mommsen como miembro ordinario (1858) y, posteriormente, secretario (1874-1895) de la Academia de las Ciencias de Berlín fue fundamental para obtener los medios materiales y humanos con que poner en marcha estas grandes empresas.

Los estudios personales de Mommsen siempre tuvieron a Roma como eje fundamental. Como historiador, compuso en sus años de juventud una original y revolucionaria Historia de Roma (Römische Geschichte, Leipzig-Berlín, 1854-1856, 1902, 9ª edición) en la que los personajes y las situaciones eran reinterpretados y actualizados en función de sus sentimientos liberales y las tensiones políticas y sociales en las que vivía Prusia a mediados del siglo XIX. Treinta años después, en 1885, presentó al público un nuevo volumen, en un tono muy distinto, acerca de la historia de las provincias del Imperio hasta Diocleciano. Como jurista, redactó un monumental tratado sobre las instituciones del Estado romano, Derecho Público Romano (Römisches Staatsrecht, Leipzig 1887/88) fundando su exposición y análisis únicamente sobre categorías jurídicas (al margen de consideraciones de orden histórico, político o filosófico).

A pesar de sus absorbentes obligaciones científicas y políticas (miembro del Reichstag desde 1881), Mommsen desarrolló también una larga carrera como profesor universitario, ocupando sucesivamente puestos docentes en Leipzig (1848), Zúrich (1852), Breslau (1854) y, finalmente, Berlín (1861-1895). Desde ellos se preocupó de promocionar a sus mejores alumnos (Seeck, Hirschfeld, Wilcken...), procurando incorporarlos a las instituciones culturales y universitarias alemanas. Con ejemplar dedicación, esfuerzo y talento, Mommsen consiguió consolidar y dotar de un prestigio extraordinario a la historia antigua en la universidad y sociedad alemanas y europeas. En unos tiempos en que la situación es bien distinta, es más necesario que nunca recuperar el programa humanista de los viejos maestros.

José A. Delgado Delgado es profesor titular de Historia Antigua de la Universidad de La Laguna.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_