Cardenal arremete contra Villarejo por su "reducido trabajo" en Anticorrupción

El fiscal general del Estado, Jesús Cardenal, arremetió ayer en la Comisión de Justicia del Congreso contra los tres fiscales recientemente apartados de sus cargos y en particular contra el ex jefe Anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo, de quien dijo que la fiscalía bajo su mando sólo había hecho 33 juicios en siete años. El portavoz socialista, Javier Barrero, dirigió una durísima réplica a Cardenal, al que acusó descarnadamente de "mentir" en su Memoria, de haber hecho una "ocupación partidista de la Fiscalía" y de recibir con "servilismo" "instrucciones del Gobierno y del partido que lo apoya".

En su intervención ante la Comisión de Justicia del Congreso para dar cuenta de la Memoria de la Fiscalía correspondiente a 2002 y otras preguntas de los partidos, Cardenal arremetió contra el trabajo desarrollado por la Fiscalía Anticorrupción durante el mandato del destituido Carlos Jiménez Villarejo, que el pasado año hizo "12 escritos de acusación y 9 juicios orales", lo que le llevaba a pensar que se están infrautilizando algunos medios" ante "volúmenes de trabajo tan reducidos". Añadió que aunque algunos juicios, como el de Banesto, han tenido "una duración inusual", resulta "difícil explicar con éxito" un promedio de cuatro juicios anuales.

Antes de su comparecencia ante la Comisión, Cardenal había dicho ante las cámaras de televisión que Villarejo era un "gran profesional" y un "excelente fiscal", al que habría pedido que desistiera de su jubilación anticipada. Sin embargo, en la Comisión se refirió en algún momento a Villarejo como "este señor", y sobre el homenaje dijo que a él no le haría "ninguna gracia" y a Villarejo tampoco le hacían "ningún favor" porque era ponerle "un sambenito político". "Pero en fin, que le hagan todos los homenajes que quieran", concluyó.

Cardenal, que expresó su "apoyo incondicional" al nuevo jefe Anticorrupción, Antonio Salinas, tampoco se olvidó del ex fiscal de Madrid Mariano Fernández Bermejo: "Quien ve su cese como una persecución ideológica, debería haber visto su nombramiento como una compensación ideológica", porque se hizo con "cero votos" del Consejo Fiscal, dijo. También mencionó al ex jefe de la Inspección Juan José Martínez Zato, por las mismas circunstancias. En cambio no citó en ningún momento a Eduardo Fungairiño, a quien él ascendió a fiscal de Sala del Supremo también con "cero votos", según recordaron ayer fuentes fiscales a este periódico.

El portavoz socialista en la citada Comisión, Javier Barrero, acusó a Cardenal de "mentir conscientemente"en la Memoria por decir que la delincuencia sólo ha subido un 0,69%, cuando las cifras de asesinatos han aumentado el 42%, las de delitos sexuales, un 9,8%; los delitos de cuello blanco como las estafas, un 28% y los de blanqueo de capitales, un 133%. "Los delitos de cuello blanco tiene hoy bula y los delitos societarios, impunidad", remachó Barrero. El diputado criticó que España tenga "la plantilla de fiscales más baja de Europa" y preguntó a Cardenal si eran suficientes los 20 fiscales previstos en los Presupuestos para 2003. Sobre la dilación de los procesos, le reprochó que la Inspección tuviese que archivar 107 diligencias por disfuncionalidades al constatar la falta de medios y que las sentencias por delito fiscal se hayan reducido de 293 en 1997 a 38 en 2002.

En respuesta al ataque a Villarejo, Barrero replicó que Cardenal, con su "actitud servil" hacia el Gobierno, había conseguido "depurar" a los "fiscales incómodos" y le reprochó que hubiese impedido que Anticorrupción investigase la trama de Madrid, mientras que animó a que actuara contra la tránsfuga socialista de Ceuta Susana Bermúdez, que votó al GIL perjudicando al PP.

Luis Carlos Rejón, portavoz de IU, criticó la "depuración ideológica" del Ministerio Fiscal y lapidó a Cardenal por oponerse a las investigaciones de Anticorrupción y decir luego que tienen poco trabajo: "Si usted no les deja tener mucho trabajo, no les llame luego vagos", añadió.

Margarita Uría, del PNV, reprochó el exceso de "incienso" al Gobierno por parte de Cardenal en su discurso de apertura de tribunales, en el que "ni una sola vez citó la palabra imparcialidad".