La política turca está en un pañuelo
La Turquía moderna cumple hoy 80 años en medio de una difícil cohabitación entre Gobierno islamista y Ejército laico
En el Liceo Anatolia de Eyup, uno de los distritos donde el islamismo más ha calado en Estambul, parece haber más retratos de Mustafa Kemal, Atatürk, el fundador de la Turquía moderna, que en ningún otro instituto turco. A la sombra de una imponente mezquita, en este imam hatip o colegio para clérigos musulmanes estudian gratuitamente, tras superar exigentes pruebas selectivas, algunos de los jóvenes turcos más brillantes, en un ambiente de obsesiva religiosidad. Sus alumnas adolescentes nunca podrán ser ulemas en una mezquita, una función reservada a los hombres, pero acuden a clase cubiertas con el velo, mientras en el resto de los centros de enseñanza y en toda la Administración pública de Turquía sigue prohibido el uso del pañuelo islámico. "Éste no es un colegio religioso, éste es un colegio para formar religiosos", puntualiza un profesor del Liceo Anatolia de Eyup, mientras el director rechaza hacer comentarios sin autorización del Ministerio de Educación para evitar represalias.
El presidente no ha invitado a la fiesta nacional a las esposas de los diputados que llevan el velo islámico
La Turquía fundada sobre las cenizas del Imperio Otomano por Atatürk hace hoy 80 años hunde sus cimientos en la separación entre la religión y el Estado, así como en la modernidad que busca sus referentes en Occidente. La imposición del alfabeto latino o de la vestimenta europea (con la prohibición del fez o gorro otomano y las restricciones al uso del velo islámico) llevaron al país a un acelerado proceso de desislamización, que parece haberse invertido en los últimos años con el auge del integrismo político en la sociedad, después de golpes de Estado militares y destituciones de gobernantes forzadas por la cúpula de los generales.
La fuerza del islam se manifiesta en Turquía a través de la educación y la vestimenta. Los rectores de 72 universidades se manifestaron el pasado sábado junto con decenas de miles de estudiantes laicos en Ankara ante el mausoleo de Atatürk. Protestaban contra los cambios legislativos que quiere introducir el Gobierno del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, de orientación islamista, en el sistema educativo de Turquía. Su principal propósito, según denuncian los sectores laicos más críticos, es despejar el camino para que los 300.000 alumnos de las imam hatip puedan acceder a la universidad sin tener que superar pruebas complementarias. "Las imam hatip son escuelas secundarias y mientras los demás estudiantes de enseñanza media pueden ir directamente a las facultades, los nuestros no. ¿Por qué esta discriminación", se pregunta un profesor del Liceo Anatolia de Eyup, cuyos estudiantes destacan por su alto nivel académico.
El Ejército suele aparecer en escena cuando el debate político se acalora en Turquía. La manifestación ante la tumba de Atatürk acabó, según la prensa turca, con invocaciones a los principales garantes del Estado laico: "Militares, cumplid con vuestro deber".
El frontal enfrentamiento entre el aparato kemalista del Estado y el Gobierno islamista de Erdogan puede llegar hasta el esperpento en la recepción que hoy tiene previsto ofrecer el presidente de la república, el laico Ahmet Necdet Sezer, en su residencia oficial de Ankara. Las esposas de los diputados islamistas, que esperaban poder asistir a su primera recepción en el palacio de Çankaya tras la arrolladora victoria electoral del Partido de la Justicia y el Desarrollo de noviembre del año pasado, no han sido invitadas al acto central de la fiesta nacional por el presidente. Sezer, sin embargo, no ha dudado en incluir en la lista de la recepción a las mujeres de los parlamentarios de la oposición socialdemócrata. Ni el presidente ni los generales parecen dispuestos a pasar por el mal trago de tomar su whisky durante la fiesta nacional con mujeres cubiertas por el velo islámico que sólo beben gaseosa.
Y mientras algunos diputados han anunciado ya que no acudirán a la recepción y han llegado a exigir la dimisión del presidente de la república, otros diputados islamistas han amenazado con presentarse hoy acompañados de sus esposas en la puerta del palacio presidencial.
Esta aparente discriminación muestra la realidad social de un país donde conviven la modernidad occidental que llama a las puertas de la Unión Europea y una tradición islámica que vuelve la vista hacia Asia. Estos dos mundos enfrentados siguen conviviendo 80 años después en Turquía.
En barriadas de Estambul como Eyup apenas se veían mujeres descubiertas el pasado lunes, primer día del Ramadán, el mes sagrado de ayuno y oración. En el único país musulmán miembro de la OTAN y eterno aspirante a incorporarse plenamente a Europa, la difícil cohabitación entre militares laicos y gobernantes islamistas está en un pañuelo.
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