Bartis, Daulte y Pavlovsky, tres grandes del teatro argentino, estrenan hoy en España
Los autores y directores presentan en Madrid sus emblemáticos trabajos escénicos
Son de distintas generaciones. Los tres escriben, dirigen y están considerados grandes creadores de la escena argentina. Lo cual es mucho ya que ni la gran crisis que atraviesa este país ha podido con su teatro, considerado uno de los mejores del mundo. Mientras Eduardo Pavlovsky está desde hoy en el Círculo de Bellas Artes, de Madrid, con sus obras La muerte de Marguerite Duras y Potestad, que también interpreta, Javier Daulte y Ricardo Bartis llegan al Festival de Otoño con Intimidad (sala Ensayo 100) y Donde más duele (teatro de la Abadía), respectivamente.
Los tres son bonaerenses. Eduardo Pavlovsky cumplirá 70 años el año que viene. Javier Daulte (1963) aún es un joven creador y Ricardo Bartis (1949) posee esa edad indefinida que le sitúa entre promesa confirmada y gurú escénico. Los tres generan sus propios textos, aunque en esta ocasión Javier Daulte acude con Intimidad, obra de Hanif Kureishi que ha teatralizado Gabriela Izcovich, codirectora y una de las actrices de este montaje.
"Es la primera vez que dirijo un texto que no es mío. Me ha fascinado ver cómo Gabriela ha llevado a la escena una novela en la que no había teatro", dice Daulte, a quien esta pieza le planteó en un principio una seria duda ya que es políticamente incorrecta: un hombre deja su casa y a sus hijos para recuperar su libertad personal: "Hice el espectáculo pensando en esa utopía a la que uno no puede renunciar", señala.
Bartis recordó ayer que él, Pavlovsky y Daulte sólo son una pequeñísima parte del teatro argentino actual, que "es variado, ecléctico y muy fuerte". Su espectáculo Donde más duele llega directamente del Teatro Nacional de Chaillot, de París,tras visitar varios festivales internacionales y cosechar éxitos.
"Como he hecho otras veces, en este montaje se ha partido de varias ideas, entre ellas el mito de don Juan visto en una época, la de ahora, en la que los mitos están devaluados, pero esto era una excusa ya que el texto deriva de una masa escénica y el concepto de autoría queda anulado", señala Bartis, quien afirma que hoy existen dos clases de teatro, "el conservador, que trata de afirmar valores que le vienen otorgados, y otro que cuestiona y ataca la realidad y la confronta con un campo poético, superador, reflexivo y contagioso", en el que no duda en incluir las obras de Daulte, Pavlovsky y las suyas.
Los tres, a pesar de ser autores, tratan de defenderse del gran peso que ejerce sobre el teatro el texto dramático. "El teatro tiene una dependencia con la textualidad abrumante. En el texto hay una tendencia a la permanencia de la que debe defenderse el actor", dice Bartis, quien recuerda que la actuación es lo más viejo que existe en la humanidad, antes que la palabra.
Donde más duele plantea, según Bartis, tres grandes líneas: "Por un lado está la historia de tres hermanas que conviven con un mismo hombre; por otro, la actuación en la obra no intenta producir personajes, sólo intenta relfexionar sobre el hecho de que vivimos en una sociedad en la que uno no existe si no es visto, y, por último, es un espectáculo rústico de una gran plasticidad".
Pavlovsky habla de sus obras con una serena pasión: "Para quien no conozca mi trayectoria o mi trabajo, sólo decir que estas dos piezas son una clara representación de mi teatro". En La muerte de Marguerite Duras (sólo hoy), habla del desgaste de la pasión, del deterioro, de la vejez y de la muerte. Esta obra, con la que estuvo en el Festival de Otoño el año pasado, trata de transmitir el que con asuntos como la muerte o la edad "o nos desesperamos o tratamos de afrontarlo con humor".
Potestad (mañana y pasado), obra emblemática de este creador, habla del raptor de una niña, hija de "desaparecidos" argentinos: "Exploro subjetivamente la personalidad del represor, no del reprimido", señala Pavlovsky, quien es un reconocido psiquiatra en su país.
Babelia
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