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Entrevista:JOSÉ MARÍA VAZ DE SOTO | Novelista | Signos

"A mí no me gusta escribir de encargo ni seguir la moda, sigo mi camino"

José María Vaz de Soto (Paymogo, Huelva, 1938), autor de la novela El Infierno y la Brisa (Barcelona, 1971), una historia que fue llevada al cine con el título ¡Arriba Hazaña!, responde en su última novela Desde mi celda (Renacimiento, Sevilla, 2003) al concepto de lo que para este escritor debe ser una narración novelística: una reflexión de la vida. En este libro el autor abunda en la condición humana, en los sueños, en el amor y en la interpretación de la realidad a través de un marginado. Algunos críticos lo califican de novelista intelectual, de ideas.

Pregunta. En su última novela Desde mi celda da usted un giro copernicano a su trayectoria literaria. ¿Es la historia más arriesgada que ha escrito?

Respuesta. Al menos es la novela más filosófica y abstracta que he escrito, quizás por el componente simbólico que contiene. El título lo tomé de las cartas que escribió el poeta Gustavo Adolfo Bécquer desde el Monasterio de Veruela que recogió en el libro Cartas desde mi celda. Ese título me gustaba, me resultaba muy sugerente. Hay dos personajes en mi novela que están recluidos en una cárcel, como la celda de los monjes de Bécquer. La celda evoca una pérdida de libertad que me interesaba para expresar mi propia visión del mundo. La prisión es un símbolo de la vida. Pero es una cárcel simbólica, algo extraña, no está ubicada en ningún lugar concreto y tiene algo de cárcel psiquiátrica. Los presos no son reos convencionales, están un poco transtornados, enloquecidos. La sustancia de la novela es lo que pasa en la cárcel y lo que se habla en la prisión, aunque el personaje evoque cosas de la vida fuera de ella. Es un delincuente común y cuenta retazos de su historia: su relación con el resto de delincuentes y con algunas mujeres.

P. ¿Trata siempre de dar una visión moral y ética de la vida cuando escribe?

R. Respondo a un elemento que siempre he dicho debe tener la novela: una visión del mundo que debe expresarse a través de una historia. Efectivamente he tratado de dar una visión del mundo de hoy, del mundo humano en general, del hombre en la vida y en la sociedad a través de lo que narro. Todos tenemos una visión de la vida más o menos formulable en conceptos, más o menos intituitiva. El escritor debe expresarla si no quiere flotar en la superficie. Todos los grandes escritores han manifestado una visión de la vida. Ésta puede ser como afirmó Ortega religiosa y trágica o estremecida de placer y de uva como dijo Anacreonte, pero siempre hay que lanzar una idea que puede ser más o menos pesimista de cómo concibes la vida. Cuando digo la vida me refiero a los grandes temas: al amor, la muerte, a la sociedad, a la actualidad real inmediata, de cómo cambian las cosas, ...

P. Filosóficas o no, sus novelas tienen siempre algo de altura, de corte intelectual. Hay críticos que han afirmado que usted escribe novela intelectual o de ideas.

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R. Hay de todo un poco, aunque es verdad que tienden a ser intelectuales, aunque esa palabra hay que entenderla en su justo término porque si tomas ese concepto en serio parece que hablamos de otra cosa. Intento incluir en mis novelas tres elementos básicos: Un argumento, aunque sea mínimo. Esto es imprescindible, aunque no lo fundamental. A veces se ha intentado escribir novela sin argumento y ha fallado. Además debe tener una forma, un estilo y un lenguaje. Esto es decisivo desde el punto de vista del arte porque el arte es en definitiva forma y la novela es arte. Pero lo que más me interesa es esa visión del mundo a la que he aludido antes.

P. ¿Por qué el diálogo como medio de transmisión de esa concepción de la vida que considera vital en sus novelas?

R. Cuando una persona habla puede expresar muchas ideas. Para mí caben todas las ideas en una novela a través del diálogo. De los tres modos del discurso novelístico tradicionales lo que más me gusta es el diálogo. Las descripciones deben ser breves y la narración rápida. En primer lugar, como lector, cuando leía apasionadamente alguna obra siempre buscaba los diálogos. Después como escritor he procurado que sea un diálogo con el que se pueda contar una historia, que ayude a reflexionar, que no sea trivial, nimio y se quede en la superficie de lo que se quiere expresar. Soy un forofo del diálogo.

P. ¿Por qué cree usted que sus novelas actuales no tienen el éxito de las primeras?

R. Nunca he escrito para un público amplio. Tampoco he vendido muchas novelas. Es cierto que al principio tuvo bastante éxito con mis publicaciones, pero la literatura ha cambiado mucho. La literatura que vende hoy, la de los premios Planeta, es más popular, más comercial y está manipulada. El escritor que no depende de la literatura para vivir, que lo hace por verdadera vocación, no necesita estar al dictado de lo que piden los editorialistas. A mi no me gusta escribir de encargo ni seguir la moda, sigo mi camino. Hoy se le pide a los novelistas otro tipo de novela, más comercial, que le guste a un público amplio, de lectura fácil, con problemas de amores y desamores, que no produzca grandes conmociones al lector.

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