Telonero
Apenas iniciada mi andadura literaria tuve aviso de cuál era el papel que el destino me tenía reservado en el proceloso mundo de las letras. En el transcurso de una recepción, en Nueva York, me presentaron a un prestigioso hispanista norteamericano. A solas con él, me preguntó muy educadamente si yo era un escritor barcelonés, como le habían dicho. Le contesté que escribía y que era de Barcelona, porque siempre es mejor manejar datos que categorías. En tal caso, dijo él, ¿puedo hacerle una pregunta? ¿Sabría decirme qué está haciendo ahora el señor Vázquez Montalbán? Le respondí que, habida cuenta de la diferencia horaria y conociendo al señor Vázquez Montalbán, lo más probable es que estuviera comiendo. No, no, replicó él, yo me refería a lo que está escribiendo.
Esta misma escena se ha repetido en incontables ocasiones, en distintos países, con ligerísimas variantes. ¿Qué dice el señor Montalbán, qué piensa el señor Montalbán, cuál es el plato favorito del señor Montalbán? Así me convertí en telonero del señor Montalbán. Nunca me pareció mal oficio ni mucho menos un hecho casual o arbitrario. Porque durante varias décadas Manuel Vázquez Montalbán ha sido el punto de referencia de nuestro tiempo: del que nos ha tocado vivir individual y colectivamente, el que va de los años oscuros de la sopa de ajo y la copla, a los del Nasdaq y la confusión; y del tiempo que nosotros, uno a uno, a trancas y barrancas, nos hemos ido construyendo. Y en ningún sitio su presencia ha sido más conspicua ni su función más clara que aquí, en esta misma columna, que ya no volverá a firmar.
De modo que empieza nueva etapa. Ya no aparecerán en la columna del lunes sus frases certeras, sino estas otras, dubitativas y deslavazadas. Porque a diferencia de quien me precedió, yo no tengo una opinión formada sobre ningún tema importante, y aunque no puedo vanagloriarme de ignorarlo todo, en mi cultura hay lagunas tan hondas que no me extrañaría que en una de ellas estuviera Nessie. Por no ser, ni siquiera soy aficionado al fútbol. Pero de todo esto se dará puntual noticia a su debido tiempo.
Por lo demás, nada ha cambiado. Sólo que a partir de ahora, si alguien me pregunta qué está haciendo el señor Montalbán, tendré que contestar que no lo sé, porque hace unos días, sin dar explicación, Manolo se fue de viaje y todavía no ha vuelto.
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