Orujo y alpechín
Un tramo del curso del río Guadalquivir se vio ensombrecido hace unos años por el alpechín, el líquido maloliente y oscuro que sueltan las aceitunas cuando se pudren apiladas o cuando se les extrae el aceite con ayuda de agua caliente. Aquello supuso una agresión en toda regla a las aguas y a la fauna del Río Grande de los hispano-musulmanes. Otros residuos de las aceitunas no son tan contaminantes. El orujo, por ejemplo, que resta después de molida y prensada la aceituna se utilizó siempre como fertilizante orgánico. Eliminar o reutilizar los residuos supone siempre un problema añadido en la elaboración de la mayoría de los productos. Un problema que, en adelante, no tendrán los votantes de Vilanova d'Alcolea cuando extraigan el preciado aceite de los olivos retorcidos y ancestrales de su término municipal. Porque cabe esperar que el aeropuerto de Carlos Fabra no acabe a largo plazo con todos esos olivos. En un futuro inmediato es precisamente el aeropuerto en ciernes quien les permitirá realizar el más moderno de los tratamientos al alpechín y al orujo.
Del avance medioambiental no ha dado cuenta el ministro de los aviones, Álvarez Cascos. Fue a través de la consellera valenciana de Agricultura, Pesca y demás por quien supimos de la inversión de miles de euros en la almazara local, que permitirá a los lugareños duplicar la productividad de su molino y modernizar la recepción y el tratamiento de la aceituna. De renovación y adecuación tecnológica, de normas técnico-sanitarias y protección del medio ambiente, habló la consellera Gema Amor. Habló también de una subvención de 21.000 euros, para que los labradores de la zona tengan una gasolinera donde abastecerse de carburante para usos agrícolas. Pero nos les habló a los votantes de Vilanova d'Alcolea de elecciones municipales, porque eso no estaba permitido por la Junta Electoral. Aunque es muy poco probable que, mientras la consellera hablaba por estas comarcas norteñas, no estuviese pensando en que los vecinos de Vilanova están concurriendo a las urnas cuando todavía uno no ha acabado de redactar estas líneas. Desde luego, no fue el alpechín y el orujo los que aceleraron la visita de la responsable de la agricultura al municipio castellonense. Ni fueron los residuos de la aceituna quienes motivaron la visita a esa localidad valenciana de los responsables de Educación y Justicia. Ni la almazara o la posible nueva escuela o los trescientos y pico mil euros del prometido polideportivo, ni el frío repentino de estos días, quienes aconsejaron una visita institucional del presidente Camps de todos los valencianos: fueron las elecciones que ahora se están celebrando sin campaña electoral en la Vilanova; unas elecciones con la silueta del aeropuerto de Carlos Fabra en ciernes; un proyecto megalómano del presidente de la Diputación, secundado por determinados empresarios; un proyecto que afecta a muchísimos valencianos del norte, y no sólo a los votantes de Vilanova. Contaminación acústica y atmósferica, y asfalto innecesario, si el polémico proyecto no funciona, tendremos todos los vecinos de La Plana o el Maestrat.
En Vilanova d'Alcolea los vecinos acudieron ayer, último domingo de octubre, a las urnas para elegir a sus representantes municipales. Hubo en mayo pequeños errores en el censo de votantes. Ahora se repiten las elecciones sin campaña electoral, pero ha habido demasiado alpechín y orujo político sin eliminar durante los últimos días.
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