Atrapado El Gato de Chamberí
Detenido un ladrón de 23 años especializado en asaltar pisos por el método del escalo
Víctor Giovanni Rojas Cáceres se había convertido en la pesadilla de los agentes de
la comisaría de Chamberí. Este chileno de 23 años se ha ganado los sobrenombres de El Escalador y El Gato de Chamberí con que le bautizó la policía. Este hombre ha sido detenido tras desvalijar supuestamente más de una treintena de pisos del distrito por el método del escalo.
Este experto escalador comenzó su actividad delictiva en septiembre pasado. Aprovechaba las azoteas de los edificios para descolgarse en los pisos y arramplar con todos los objetos de valor de las viviendas. Provisto de un mochila en cuyo interior guardaba sus herramientas de trabajo (unos guantes, unos destornilladores, un martillo y unos prismáticos), siempre se movía en metro para ir a Chamberí. Sus horas preferidas para colarse en los edificios eran entre las siete y las nueve y media de la noche.
Aguardaba pacientemente en portal elegido hasta que entrara o saliera un vecino. Otras veces llamaba al portero automático y pedía que le abrieran. Entonces se colaba y subía hasta la azotea. Si se encontraba con la puerta cerrada, la forzaba. Desde allí, planeaba el golpe. Con los prismáticos, oteaba sus objetivos. Se fijaba en que no hubiera luz en las ventanas ni que se viera movimiento de personas. Esperaba un rato hasta que comprobaba que la vivienda estaba vacía. Después, bajaba escalando. Su pericia era tal que no necesitaba cuerdas. Su delgadez y su estatura media (mide 1,68 metros) le permitían descolgarse reptando por las paredes. La oscuridad de la noche y el ir vestido totalmente de negro le ayudaban a pasar inadvertido.
Robos rápidos
Cuando se encontraba en la terraza del piso elegido, aprovechaba una ventana abierta o rompía un cristal para entrar. Después se llevaba todos los objetos de valor que le cabían en la mochila y los bolsillos. "Solía hacer los robos muy rápidamente. Una vez, una persona creyó verle en el poyete de su ventana. Cuando encendió la luz, el ladrón huyó a toda velocidad. Nunca iba armado, ya que no quería enfrentarse a la gente", señaló un inspector de Chamberí. "En una noche ha robado hasta tres pisos del tirón. Nos ha roto las estadísticas", añade su compañero.
La policía detectó que el detenido comenzó a robar en las calles próximas al distrito de Centro (Caracas y Españoleto), y que después fue avanzando, conforme robaba, hacia el centro de Chamberí. Fue detectado en la glorieta de Quevedo, en Fuencarral, aunque los últimos golpes los perpetró en las proximidades de las calles de Ríos Rosas y José Abascal.
La policía le localizó en una pensión de la calle de Fuencarral, gracias a que conocía sus características físicas. Los agentes del Módulo Integral de Proximidad (MIP) I establecieron una férrea vigilancia durante cinco días, hasta que el pasado lunes El Gato de Chamberí se pasó por esta pensión. "No se opuso a la detención. Lo que nos sorprendió es que había engordado desde que le vieron por última vez", señalaron los policías que le detuvieron.
Los agentes consiguieron la dirección donde vivía, en la zona de Oporto, gracias a una ardua labor de investigación, en la que jugó un papel importante su compañera sentimental. Allí se incautaron de objetos procedentes de sus robos, como perfumes, relojes, gafas de sol de marcas de lujo o cámaras de fotos, entre otros objetos, cuya procedencia investiga ahora la policía.
Un billete de ida y vuelta a Chile
La carrera delictiva de Víctor Giovanni Rojas comenzó hace más de un año, cuando fue detenido por agentes de la comisaría de Alcobendas, acusado también de haber cometido un robo con fuerza. Meses más tarde, en octubre de 2002, fue arrestado por agentes de la comisaría de Centro.
En ambas casos dio identidades falsas. Primero dijo ser cubano, ya que estos inmigrantes tienen más dificultades para ser repatriados, según fuentes policiales. Después, ya reconoció su nacionalidad -chilena-, aunque facilitó un nombre falso. Primero se llamó Claudio Andrés Abarcas Reyes. Luego se bautizó como Michel Sebastián Álvarez Gahona.
Tras la detención en Centro, la Delegación del Gobierno en Madrid ordenó su expulsión de España, medida que se tomó en abril, cuando fue devuelto a su país. Ese viaje debió de durar poco, ya que comenzó sus fechorías delictivas en septiembre. "No sabemos cuándo ha vuelto porque no tiene sello de entrada en el pasaporte y se niega a decirlo", señalaron fuentes policiales.
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