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Rajoy mantiene que la "radicalización" de CiU "dilapida la mejor herencia de Pujol"

Ofrece al PP para formar "una mayoría leal al consenso constitucional y estatutario"

Mariano Rajoy se coló ayer en la precampaña de las elecciones catalanas con una conferencia organizada por el Círculo de Economía que presentó su presidente, Antoni Bufrau. Como el auditorio lo componían empresarios, su principal mensaje fue criticar el "gran error" de la "radicalización de los actuales dirigentes de CiU", es decir, a Artur Mas. "Optar por la radicalidad en lugar de la moderación me parece dilapidar la mejor herencia de [Jordi] Pujol". Le aplaudieron con moderación y le hicieron varias preguntas, pero no le agasajaron con una interminable procesión de saludos como hace una semana en Madrid en otra conferencia que organizó FAES, la fundación del PP.

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Antes de censurar "la deriva" de la actual dirección de CiU, Rajoy elogió a Jordi Pujol, presidente de la Generalitat. "Su seny ha contribuido a la moderación del clima político, a la modernización y al progreso social y ha facilitado relaciones políticas de colaboración, que han beneficiado a todos y a Cataluña en particular".

Pero la "deriva" y la "radicalización" de su sucesor en CiU, en opinión de Rajoy, "les aleja de las preocupaciones de la mayoría de los catalanes y, desde luego, de su electorado". Eso último se verá el 16 de noviembre en las urnas, pero ante los empresarios catalanes, Rajoy tildó de "extravagantes" algunas de las propuestas electorales de CiU, sin citar ninguna.

Y es que la censura de Rajoy se dirigía, directamente, a la propuesta de todos los partidos catalanes, excepto el PP, de modificar el Estatuto de Autonomía de Cataluña. El líder popular utilizó una frase del politólogo Ralf Dahrendorf para exponer su opinión, y la del PP, sobre las reformas estatutarias: "Un cínico podría tener la tentación de decir que cuando a los políticos se les acaban las ideas, se ponen a hacer o a modificar una Constitución".

En el coloquio posterior le preguntaron por este asunto y, ya sin la formalidad del conferenciante, resumió en tres brochazos la posición de su partido. Mantuvo que cuando "las competencias estatutarias están totalmente desarrolladas se pueden hacer tres cosas: echarse al monte, hacer un esfuerzo imaginativo muy grande para seguir con las reivindicaciones, o establecer una mayor colaboración con el Gobierno de España". Según Rajoy, la oferta que el PP hizo a CiU para que entrara en el Gobierno central es "una muestra de esa colaboración".

Ése es el objetivo del PP: ofrecer a CiU sus escaños en Cataluña y pedirle a cambio que, si quiere después de marzo, colabore en el Gobierno central. "Tenemos una ambición: ser el centro político de Cataluña", confesó. Aseguró que Josep Piqué tiene el encargo de "hacer el mayor esfuerzo para lograrlo" y que el PP es "un partido con vocación de Gobierno". Es decir, quiere "contribuir a la construcción de una mayoría que ofrezca a Cataluña un nuevo proyecto de modernidad y estabilidad, basado en el respeto al consenso constitucional y estatutario, en la pluralidad y en la moderación".

Tras esa oferta de colaboración, Rajoy avanzó algunas posiciones políticas que chirrían, de entrada, con las mantenidas por Pujol. Por ejemplo, sobre inmigración afirmó que es una política que "no admite localismos", es decir, que debe hacerse desde la Administración central y no desde Cataluña.

Una segunda cuestión es más espinosa y choca con la política que, en la práctica, desarrolla CiU. Rajoy pidió el apoyo al bilingüismo como "un activo que se debe preservar". Defender el bilingüismo equivale a pedir el apoyo al castellano. Rajoy esgrimió motivos afines a su auditorio, los económicos. Recordó que en el mundo hay 400 millones de personas que hablan español y que las exportaciones de productos culturales han aumentado un 300% en la última década. Y pidió el respaldo a "cualquier iniciativa en esta materia".

Mariano Rajoy, líder del PP, y Antoni Bufrau, presidente del Círculo de Economía, ayer en Barcelona.
Mariano Rajoy, líder del PP, y Antoni Bufrau, presidente del Círculo de Economía, ayer en Barcelona.EFE

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