La Biblioteca de Francia saca a la luz sus fondos de dibujos renacentistas

El auge del dibujo entre los artistas contemporáneos parece tener cierta correlación con un mayor interés por las exposiciones que recuperan el dibujo de los grandes maestros antiguos. Un buen ejemplo es la exposición Dibujos del Renacimiento. Colección de la Bibliothèque Nationale de France, que hasta el 18 de enero presenta en La Pedrera, la sala de exposiciones de la Fundación Caixa de Catalunya en Barcelona, un conjunto de 111 dibujos datados en su mayoría en el siglo XVI. Destaca del conjunto una selección de obras de Durero y los retratos de François Clouet.

La fragilidad del papel, la falta de estudios sobre el tema, el mayor prestigio de la pintura y la consideración que muchas veces ha tenido el dibujo de simple boceto han relegado durante décadas esta disciplina a un segundo plano. En los últimos años esta situación se ha modificado en dos frentes. Por una parte, cada vez hay más jóvenes artistas que optan por el dibujo como medio de expresión. Por otra, empiezan a ser frecuentes las exposiciones que reúnen dibujos de los grandes artistas de la historia. La Biblioteca Nacional de Francia, por ejemplo, hacía 30 años que no organizaba una exposición de los dibujos de sus fondos. Ésta que ahora se presenta, y que tras hacerlo en Barcelona podrá verse en París, ha permitido investigar los dibujos renacentistas entre los numerosos fondos -más de cien mil láminas, sin contar los cuadernos- que atesora el departamento de estampas y fotografía de esta institución. "El estudio de estos dibujos es muy reciente, la mayoría no se habían expuesto antes, por lo que confíamos que el catálogo dará fruto en nuevas investigaciones", comentó ayer Gisèle Lambert, comisaria, junto a Jocelyn Bouiquillard, de esta muestra.

Pese al equívoco título de Dibujos del Renacimiento, la exposición no incluye, como aclaró Lambert, obras de los grandes maestros italianos de este periodo, como Rafael, Miguel Ángel o Leonardo, ya que la mayor parte de las obras se adscriben al manierismo, estilo posterior que nació en Italia a principios del siglo XVI y alcanzó gran fortuna en Francia, especialmente en la denominada Escuela de Fontainebleau.

Obras de Durero

Hay, eso sí, algunos ejemplos anteriores. Destacan por encima de todos los nueve dibujos de Alberto Durero (Núremberg, 1471-1528). De este gran maestro de la línea pueden verse tanto dibujos del natural; dibujos preparatorios para pinturas y dibujos autónomos, entre los que destaca el paisaje El molino de los sauces, realizado con pluma, tinta, acuarela y gouache y que la comisaria calificó de "premonición del impresionismo". También se incluye un excepcional tarot de finales del siglo XV denominado Tarot llamado de Carlos VI, realizado por un artista desconocido de Italia del norte y que incluye 17 cartas de los arcanos mayores.

La exposición se ha dividido en cuatro grandes ámbitos. El primero se centra en los artistas de la Europa del norte y presenta las obras antes citadas de Durero y de algunos de sus seguidores, como Hans Burgkmair, Hans Baldung o Marcus Gheeraerts, el viejo, curioso artista luterano del que se exhibe un dibujo que representa las penurias del artista pobre. El siguiente apartado, El gusto por la Antigüedad, presenta a través de láminas de vistas de ruinas romanas o hallazgos arqueológicos italianos la fascinación que los artistas holandeses, alemanes y franceses tenían por la recuperación de la antigüedad grecorromana.

De la Escuela Italiana, el tercer ámbito de la muestra, se exhibe, además del tarot citado, un selecto grupo de dibujos manieristas y de los inicios del barroco realizados por artistas como Bronzino, Giorgio Vasari, Giovanni Battista Franco o Federico Zuccaro. En este caso, se trata casi siempre de dibujos preparatorios para pinturas o esculturas.

No es el caso de una de las estrellas de la exposición, ya en el cuarto ámbito dedicado a la Escuela Francesa, centrado en los retratos a lápiz de la corte francesa, realizados casi en todos los casos por encargo de la reina Catalina de Médici. La soberana era una gran aficionada al dibujo y, al parecer, lo utilizaba para conocer cómo estaban sus hijos y tener así su imagen más cercana. Destacan los diez dibujos realizados por François Clouet (1510-1572), así como otros de sus discípulos, en los que hace toda una galería de retratos de la familia real que da cuenta de su virtuosismo. Este apartado incluye también una amplia selección de dibujos de la Escuela de Fontainebleau, denominación que alude al grupo de artistas reunidos por Francisco I y sus sucesores en el castillo del mismo nombre y que realizaron su versión del manierismo italiano. Se trata aquí de nuevo, en su mayor parte, de dibujos preparatorios para tapices, pinturas murales, vidrieras, vestuarios o elementos decorativos, buena parte de los cuales han desaparecido. En este caso, al valor intrínseco del dibujo se une su aspecto documental.