Dos soldados estadounidenses mueren en un ataque en la ciudad petrolera de Kirkuk
La explosión de un convoy militar en Faluya provoca una cadena de explosiones
Dos soldados de la 4ª División de Infantería de EE UU -la más moderna de su Ejército de Tierra- perdieron la vida ayer cuando el vehículo en el que viajaban fue atacado con lanzagranadas y fusiles de asalto en Kirkuk, capital petrolera del norte. En el oeste, en la conflictiva Faluya, en el llamado triángulo suní, un convoy fue atacado por la mañana sin que hubiera víctimas entre sus ocupantes. Uno de los camiones llevaba munición. Una sucesión de explosiones sacudieron la localidad entre el regocijo de sus habitantes, que celebraron el atentado profiriendo proclamas antinorteamericanas.
Con las víctimas de Kirkuk, son 103 los militares norteamericanos muertos en acciones de la resistencia desde el 1 de mayo, cuando el presidente George W. Bush proclamó vestido de piloto de combate el fin de las hostilidades a bordo del portaaviones Abraham Lincoln.
En la explosión de Faluya, delante de ese gentío alborotado, que brincaba y aplaudía, una hilera de estadounidenses impertérritos les mantenía a distancia del incendio, sin darse por aludidos. Nada más producirse el atentado, los soldados del convoy dispararon sobre una vivienda, que parecía ser el origen del lanzamiento de la granada. Seis iraquíes resultaron heridos. Trasladados al hospital, uno de ellos falleció poco después.
Faluya es muy combativa. Se cree que en la zona se ocultan numerosos elementos de los aparatos de seguridad del antiguo ré-gimen. Algunas paredes de las casas están decoradas con graffiti en árabe que llaman a la lucha armada, no sólo contra los extranjeros, también contra los que consideran sus colaboradores en la ocupación, la nueva policía iraquí. Las tropas que se adentran en Faluya y Ramadi, un poco más al oeste en dirección a Jordania, lo hacen en posición de combate y rara vez se detienen y realizan patrullas a pie.
Estos nuevos incidentes se producen poco antes del inicio de la Conferencia de Donantes de Madrid. Irak vive desde hace meses atrapado en un círculo vicioso: la inseguridad aleja a los posibles inversores y la falta de inversiones dificulta la restauración de servicios básicos, cuyo mal funcionamiento azuza el descontento entre la población. Los últimos ataques auguran también un Ramadán difícil (el mes sagrado y de ayuno de los musulmanes), que comenzará a finales de la semana, cuando tras la luna nueva aparezca el primer hilo de la nueva luna en el firmamento.
Un tercer incidente tuvo lugar ayer en Baquba, al norte de Bag-dad. La policía local descubrió por casualidad una bomba, posi-blemente preparada para ser detonada por control remoto, lista para estallar al paso de una patrulla estadounidense. Cuando procedían a desalojar la zona, el artefacto explosionó. Un civil iraquí resultó muerto y otros 19 heridos. Las fuerzas ocupantes contabilizaron ayer 30 ataques en todo el país, muy por encima de la media diaria, entre 12 y 23.
Por otra parte, en una de las ciudades santas del chiísmo, Kerbala, donde en la noche del jueves tres soldados de la policía militar de Estados Unidos y dos agentes iraquíes perdieron la vida en una emboscada, la situación sigue tensa. Las tropas estadounidenses rodearon ayer la vivienda del clérigo Mahmud al- Hasani, cuyas milicias se enfrentaron el jueves a tiros con los norteamericanos. Este clérigo, simpatizante de Muqtada al Sader (imam radical opuesto a la presencia extranjera en Irak), se ha dado a la fuga.
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