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DE SUEÑO A PESADILLA

Portugal, en quiebra política y social

Los escándalos sexuales, la corrupción y el declive económico conforman una grave crisis nacional

Luis Gómez

En medio de los incendios que devastaban el país, un viaducto cercano a Lisboa se derrumbó este verano y pudo haber causado un gran desastre cuando dos días antes había recibido el visto bueno de los inspectores. El incidente fue interpretado como otro síntoma de que el Estado no funciona, de que la crisis es algo más profunda en Portugal. La sensación de declive ha ido en aumento desde entonces. La euforia de 1998 ha dado paso a una pesadilla, repleta de malos augurios.

"La autoestima personal está en valores muy bajos", dice Marcelo Rebelo de Sousa, ex dirigente del PSD, partido en el Gobierno, y ahora analista estrella en la televisión. "Llevamos tres años de quiebra en las expectativas sobre nuestro porvenir y además una situación depresiva en las economías familiares. Se han ido produciendo pequeños casos de corrupción en el Gobierno y en la oposición, casos de incompetencia en la Administración. Todo ello ha supuesto una serie de choques emocionales, morales, éticos, políticos y económicos que suponen una falta de credibilidad en nuestros dirigentes. No ha habido tiempo para asimilar tantos acontecimientos".

"Ahora vemos que no hemos aprovechado los fondos europeos para modernizarnos"
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El colegio de los horrores

La edición europea de la revista Time se agotó en escasas horas el pasado jueves en los quioscos portugueses. La razón era obvia: Portugal había merecido la portada y desplazaba como asunto principal al propio Arnold Schwarzenegger, flamante gobernador de California. Para sorpresa nacional, el objeto que había merecido tanto interés no era otro que la proliferación de prostíbulos en la supuestamente comedida ciudad de Braganza, situada al noroeste del país, cerca de la frontera con Ourense. "Nuevo distrito rojo europeo", titulaba Time comparándola con Amsterdam o Hamburgo.

Unos días antes, The New York Times ofrecía espacio a su corresponsal para relatar las últimas novedades del proceso Casa Pía, el escándalo sexual que tiene ensimismado al país desde hace casi un año: durante al menos 30 años se abusaba, violaba y prostituía a centenares de niños huérfanos acogidos en la institución educativa más prestigiosa del país. Los supuestos culpables pertenecen a las élites de Portugal. El británico The Guardian volvía también la vista hacia Portugal y la reciente dimisión de dos ministros, Exteriores y Educación, por un asunto de corrupción: reformar una ley para que la hija del ministro pueda ingresar en la Facultad de Medicina sin tener la nota exigible. Meses atrás, el semanario francés Le Point publicaba otro reportaje sobre Casa Pía en el que apuntaba que dos ministros del actual Gobierno, sin citar nombres, eran pedófilos.

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La respuesta a Time no se hizo esperar, y un portavoz del Gobierno anunció la retirada de la campaña publicitaria relativa a la Eurocopa 2004 en la citada revista. El semanario Visao titulaba en portada: "El país de los escándalos sexuales. Cómo Portugal pasó a ser primera página en la prensa internacional por los peores motivos". La revista trataba de llegar a la conclusión, valiéndose de un psicólogo, de que así se demuestra que lo que pasa en otros países también sucede en Portugal. Era una forma de ganar en autoestima. Otros medios recomendaban a Time darse una vuelta por España, donde proliferan en mayor medida los prostíbulos.

"La vida política portuguesa es ahora mismo un cóctel explosivo. Tenemos un Gobierno que no es ni muy querido ni muy odiado, que empieza a ser indiferente. Una oposición que no es alternativa y una bomba retardada que es el proceso Casa Pía. El ciclo político se ha subordinado al ritmo judicial. Y además, una crisis económica", dice Eduardo Dámaso, subdirector del diario Público.

"El ambiente es pesimista, porque estamos llegando a la conclusión de que no hemos aprovechado los fondos europeos para modernizar sectores como el textil, la agricultura o la formación de nuestros jóvenes", argumenta el escritor y periodista Miguel Sousa Tabares, cuyo libro Ecuador es ahora un best-seller en Portugal. "Y el asunto de la pedofilia ha terminado por tener unas consecuencias paralizantes. Y ahora el Estado, el gran protector, falla. Así que no cambiaremos hasta dentro de una generación, cuando quienes hayan triunfado sin subsidios se conviertan en clase dirigente".

Y al Estado apunta también Antonio Barreto, ex ministro socialista y sociólogo. "La espuma de la euforia bajó y ha dejado al descubierto nuestras insuficiencias estructurales. Cuando decían que en Portugal había algunas bolsas de pobreza, yo pensaba otra cosa: somos un país pobre con algunas bolsas de riqueza. El 70% de nuestras empresas no tienen más de siete o diez trabajadores. Abunda el mercado negro. No hemos tenido una reforma fiscal. No tenemos empresas medias, que son las flexibles para competir. Tenemos muchos médicos, pero necesitamos enfermeros de España, y nuestras listas de espera son preocupantes. Vamos por la sexta reforma educativa. De 400.000 alumnos en la enseñanza superior, la mitad no obtienen diploma alguno. Portugal está ahora expuesto al exterior. Eso probablemente favorecerá a una nueva clase dirigente". La misma idea apunta Rebelo de Sousa: "Hay un compás de espera, se avecina una gran renovación en la banca. La nueva generación no está en los puestos clave. Habrá que esperar dos o tres años".

Cientos de estudiantes se manifiestan en Lisboa para pedir que se investiguen los casos de pedofilia de Casa Pía.
Cientos de estudiantes se manifiestan en Lisboa para pedir que se investiguen los casos de pedofilia de Casa Pía.EPA

Más audiencia que 'Gran Hermano'

Desde que los escándalos dominan la escena informativa portuguesa, los telediarios se han convertido en programas de gran audiencia, capaces de competir con el fútbol, las telenovelas y concursos como Gran Hermano. La competición entre las tres cadenas (la estatal TP1 y las privadas SIC y TVI) llegó a tal punto que en algún momento rivalizaron a la hora de comenzar el informativo con algún minuto de antelación para intentar atrapar a la audiencia. Esta disputa un tanto desmesurada, que amenazaba con trastocar diariamente el comienzo de cada telediario, les llevó a alcanzar un acuerdo: todos los informativos de la noche arrancarían a las ocho en punto. Ni un minuto más, ni un minuto menos. La duración no tiene equivalencia en otros países europeos: hora y media de telediario. Abundan los sucesos y las conexiones en directo.

La influencia de los escándalos ha sido notable en los índices de audiencia. Un estudio de la empresa Marktest.com, especializada en medición de audiencias, realizada entre el 31 de enero y el 9 de febrero pasado resulta muy significativo. En dicha semana se produjo entre otras la detención de Carlos Cruz, el personaje más popular de la televisión, acusado de abuso de menores. Fue además quien presidió y presentó la candidatura de Portugal para la Eurocopa 2004 ante la UEFA. Durante esos diez días de gran convulsión informativa, los telediarios divulgaron 574 piezas informativas referentes a este asunto, que sumaban un total de más de 26 horas de emisión. La noticia más larga relacionada con el caso tuvo una duración de 17 minutos y 45 segundos. Los telediarios no se ahorraron descripciones muy precisas y morbosas de los abusos cometidos. "Parecía que Portugal era un país de pedófilos", dice un periodista de un informativo.

La competencia entre telediarios tiene ahora un nuevo campo de batalla: los analistas. Su intervención alcanza a veces la media hora. La palma se la lleva Marcelo Rebelo de Sousa, ex líder del PSD, en la privada TVI. "Aquí nos autoflagelamos en el telediario cada noche".

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