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Columna
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El mundo va bien

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

Desde la recesión que experimentó la economía norteamericana hace ahora dos años, las noticias que han ido llegando sobre la recuperación en algunas zonas del mundo venían compensándose con otras que nos hablaban de malas perspectivas en otros puntos del planeta. Sin embargo, en las últimas semanas ha habido una acumulación de buenas noticias sobre la recuperación económica provenientes de todas las áreas geográficas.

Por empezar por la economía norteamericana, sin cuya recuperación es difícil volver a experimentar otra expansión mundial, hasta septiembre ha estado mostrando signos de mejora en la producción y en los beneficios empresariales, pero todos los analistas estaban preocupados por la escasa creación de puestos de trabajo que estaba generando dicha recuperación. Se la llegó a bautizar como una "recuperación sin empleos" y a dudar sobre su durabilidad, pues las familias americanas no confiarían plenamente mientras vieran que durante esta recuperación había varios millones de puestos de trabajo menos que cuando se les decía que la economía estaba en recesión.

Los datos de creación de empleo publicados en septiembre y la reducción del número de demandantes de subsidios de desempleo de las últimas semanas han cambiado el panorama del mercado de trabajo norteamericano y ello ha alimentado las previsiones más optimistas. Hay más buenas noticias de otros puntos del planeta. Japón está creciendo a un ritmo superior al 3%, siendo en este momento la economía con mayor tasa de crecimiento de los tres grandes, por encima de Estados Unidos y de Europa. De este último continente acaban de publicarse los datos de estancamiento de la zona euro durante el primer semestre de este año pero las perspectivas de recuperar pronto el crecimiento son cada vez más fundadas. Por quinto mes consecutivo los indicadores de confianza de Alemania han mejorado sistemáticamente, y la recuperación de la economía germana es determinante para el crecimiento del conjunto de Europa.

Si miramos lo que está sucediendo en Asia -sin contar Japón-, observaremos que ha vuelto a recuperar un fuerte crecimiento, con China creciendo por encima del 8%. Las noticias más recientes de Latinoamérica tampoco son malas. El acuerdo del FMI con Argentina ha mejorado las perspectivas en aquel país, y lo mismo puede decirse de Brasil, que en 2003 cerrará su peor año de los últimos cinco, pero que podría crecer el año que viene un 3%. México se moverá en cuanto la recuperación llegue a su gigante vecino y, en general, la alegría en los mercados de materias primas está beneficiando al conjunto de Latinoamérica. Hasta desde Rusia han llegado también buenas noticias como la vuelta del país a los mercados de bonos con el ascenso de calificación decidido por Moody's.

Es verdad que todavía subsisten muchos problemas de fondo en los distintos países del mundo. Aunque Alemania está aprobando algunas reformas estructurales, Francia no sólo se niega a reformar, sino que además está resucitando las ayudas públicas a sus empresas con dificultades. Aunque Koizumi ha sido el primer ministro japonés más reformador de los últimos 20 años, la lenta velocidad con que se están aprobando las reformas en Japón continúa siendo exasperante. Tampoco hay muchos signos de mejora en la situación de corrupción o en las deficiencias del Estado de derecho en Rusia o en Argentina. Y, si nos fijamos en los problemas de Estados Unidos, aunque la recuperación de la demanda mundial, junto con un dólar débil, pudiera ayudar a mejorar su déficit de balanza de pagos, la política de George W. Bush sigue contribuyendo a empeorar la evolución del otro déficit, el público.

Mientras no se avance en la solución de estos problemas estructurales, no sólo se dificulta el aumento de la tasa de crecimiento a largo plazo de la economía mundial, sino que esa pereza reformadora puede amenazar la durabilidad de esta nueva fase expansiva, cuyo inicio cada vez parece más cercano. Pero también es verdad que las etapas de expansión económica, si saben utilizarse, permiten acometer liberalizaciones, reestructuraciones y ajustes con menos contestación social. Finalmente, si se confirma, esta mejora de la economía mundial también ayudaría a pasar el delicado momento por el que está atravesando el panorama político mundial.

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