Pobres, viejos, ricos, jóvenes
Está bien la propuesta de Simancas: cuantas más cosas se hagan gratuitas a la sociedad civil, mejor. Sea el transporte urbano para jóvenes y viejos; otras ciudades lo hacen, y en alguna, Londres, se está estudiando hacerlo gratuito para todos. La concesión debería tener la virtud de aliviar el tráfico, y lo que se ahorraría en gasolina y gastos generales del automóvil compensaría. Precisamente eso hace más difícil que termine lo que llaman "estudio": las empresas de automóviles y derivados se oponen.
Me preocupa la división social que hace Simancas: viejos y jóvenes por un lado, clases medias de edad por otro. Se supone que esta fragmentación corresponde vagamente a pobreza y riqueza -o suficiencia-, y no es exactamente así. No creo en la inocencia de las divisiones internas, y no es una cuestión de utopía porque el tema de las clases sociales como división ha sido la base de la política de izquierdas durante mucho tiempo, y sólo sus derrotas, procedentes la mayoría de las armas -como en España-, en parte por los cercos económicos y territoriales que han maleado las "democracias populares", y por los desafíos en los niveles de vida que fueron los que derribaron el muro de Berlín, han borrado artificialmente esas divisiones básicas y han ido atomizando las necesidades de las clases desfavorecidas en otras ilusiones. Está claro que el paro en España discrimina a la mujer con menos puestos, menores sueldos, más obstáculos en las entrevistas de trabajo. Pero la petición feminista de igualar sus condiciones con las de los hombres es una venda en los ojos: el problema es el del trabajo en sí, el de las nuevas formas de explotación general que han ido recayendo sobre todos precisamente a partir de la extinción interesada de la cuestión de las clases sociales. Un acto social en los transportes consistiría en que fueran gratuitos para los pobres, de pago para los pudientes. No sé por qué han de viajar gratis quienes pueden pagar -este mismo anciano que escribe: me llega para un billete de metro- independientemente de su edad. Pero entonces ¿viajarían gratis los inmigrantes, los mendigos, las familias gitanas? Me temo que eso sería rechazado por todos, incluyendo a la izquierda: en una sociedad de pensamiento dirigido.
(Lejos de mí culpar a Simancas de esta situación. Hace lo que puede, lo que se le ocurre, lo que el partido estudia como posible. Y es una "esperanza blanca" ante el "criptofascismo" o los "compañeros de viaje" de Franco).
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