La mayor exposición dedicada a Fortuny revisa su modernidad
El MNAC reúne 137 obras del artista
La mayor exposición dedicada hasta la fecha a la obra de Marià Fortuny (Reus, 1838-Roma, 1874) reúne hasta el 18 de enero de 2004, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), en Barcelona, un conjunto de 137 obras que demuestran, según sus comisarios, que incluso en las más convencionales y de género el artista se adelantó a su tiempo. En la muestra figuran por primera vez las tres versiones que realizó de su famosa pintura El coleccionista de estampas.
La temprana muerte de Marià Fortuny -falleció a los 36 años por causas que siguen sin aclararse- interrumpió lo que había sido una de las carreras más fulgurantes y exitosas del arte del siglo XIX. Es imposible saber adónde habría podido llegar este virtuoso e inquieto pintor de haber conseguido, tal como quería, desembarazarse de los convencionalismos y las pinturas de encargo que tanto llegaron a atormentarle en sus últimos años. Por lo que dejó hecho, parece que muy lejos. "En la exposición intentamos demostrar que incluso en la pintura de género más convencional, de la que era el líder indiscutible, Fortuny tenía un talento avanzado a su tiempo", comenta Cristina Mendoza, comisaria de la exposición junto a Mercè Doñate y Francesc M. Quilez. "Para ayudar a entender esta faceta hemos incluido toda una serie de dibujos y acuarelas que realizaba el artista para sí mismo, no para vender, en las que queda totalmente patente su modernidad".
La exposición, que cuenta con el patrocinio de la Diputación de Barcelona y de la Fundación Santander Central Hispano (que aporta 150.000 euros a un presupuesto global que los organizadores no quisieron desvelar), se divide en ocho grandes ámbitos de carácter geográfico que dan cuenta de cómo la evolución del pintor estuvo muy ligada a sus viajes. En Barcelona se inició en la pintura de historia académica; en Roma aprendió el arte de la pintura de género y costumbrista, de la que fue gran maestro; en Marruecos se quedó fascinado con la luz del Sur y el exotismo de sus gentes; en Madrid aprendió de Goya y otros maestros del Prado; en París conoció el éxito comercial; en Granada -en donde confesaba haber sido más feliz- comenzó a liberarse de los convencionalismos de la pintura de encargo y, por último, en el pueblo italiano de Portici inició la etapa que aventuraba su paso a la modernidad.
Uno de los grandes alicientes de la muestra es que cuenta con un considerable número de obras inéditas en España. Destaca la posibilidad de ver juntas por primera vez las tres versiones que realizó el artista de El coleccionista de estampas, conservadas en Boston, Barcelona y Moscú; la presencia del cuadro La elección de la modelo, procedente de la Corcoran Gallery de Washington, y, a modo de curiosidad, Carmen Bastián, un erótico y atípico retrato de una gitana granadina.
Babelia
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