Sofrito de referencias
En demasiadas ocasiones el cine es una suma de elementos que han funcionado bien en películas del pasado y que, una vez juntos, forman un totum revolutum sin identidad alguna. En estos tiempos en los que el riesgo para los productores tiene que ser mínimo (o al menos eso piensan ellos), mejor apostar por malo conocido que por bueno por conocer. ¿De qué sirve intentar crear un nuevo mito del cine de terror adolescente si ya tenemos a Freddy y a Jason, estancados por separado, pero a los que nunca hemos probado juntos? ¿Para qué nos vamos a rebanar los sesos inventando ambientes nuevos, trajes de impacto y movimientos de cámara llamativos, si ya los tenemos en otras películas y podemos recogerlos? Len Wiseman, director debutante con Underworld, piensa como los ejecutivos (o simplemente actúa al dictado).
UNDERWORLD
Director: Len Wiseman. Intérpretes: Kate Beckinsale, Scott Speedman, Michael Sheen. Género: acción. EE UU, 2003. Duración: 121 minutos.
Leyendas de terror
El asunto funciona de la siguiente forma: cogemos a dos leyendas del cine de terror (los vampiros y los licántropos) y los enfrentamos entre sí como si fuéramos Shakespeare describiendo a los capuletos y a los montescos; copiamos gran parte de los ambientes en los que se desarrolla la vampírica Blade; calcamos el estilo fotográfico de Matrix, repetimos su ya famoso efecto bala (ralentización de los disparos para ver su trayectoria), vestimos a la heroína con el mismo ajustado traje de cuero que Trinity y la ponemos a volar y a dar los mismos saltos; no nos complicamos demasiado la vida con la transformación de los humanos en hombres lobo porque Neil Jordan ya lo hizo genial en 1984 con En compañía de lobos, y, en definitiva, hacemos un sofrito de películas de éxito más o menos reciente y ponemos a todos los personajes a darse de tortas (y de mordiscos), que eso le encanta al personal. Todo ello en 122 minutos como 122 soles. ¿Divertido? Según algunos, mucho. Underworld ha sido un éxito en EE UU y en Inglaterra. Así nos va.