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Reportaje:ORIENTE PRÓXIMO

Una venganza tramada a espaldas de los padres

Hanadi Yaradat, la abogada 'kamikaze' de Haifa, no pudo superar el asesinato de su hermano por una unidad israelí

Era la víspera de la celebración del Yom Kipur, la fiesta más importante del calendario judío, por lo que se preveía el cierre preventivo de los territorios palestinos. En la ciudad de Yenín, mientras tanto, proseguía la reconstrucción de su campo de refugiados iniciada recientemente, año y medio después de resultar arrasado al comienzo de la Operación Muro Protector, en abril de 2002. La cimentación de lo que los palestinos denominan popularmente Zona Cero se realiza con fondos donados por los Emiratos Árabes Unidos, por la UNRWA, una agencia especializada de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos.

El mercado de frutas y hortalizas de Yenín funcionaba normalmente cuando en la ciudad israelí de Haifa se produjo una fuerte explosión en un restaurante. Hubo varios muertos y decenas de heridos. No se sabía entonces que precisamente por ese mercado de Yenín había pasado seis horas antes la autora del atentado. Según sus padres, transcurrían pocos minutos después de las ocho de aquella mañana de sábado cuando Hanadi Yaradat, de 28 años, licenciada en Derecho y a punto de colegiarse para ejercer la abogacía, se despidió apresuradamente de ellos. Taysir y Rahmé vieron cómo su hija partía para lo que ellos creían sería la firma de un contrato. Hanadi les había dicho que recibiría unos 500 euros de su cliente, y ellos la despidieron contentos de disfrutar de una nueva entrada para su precaria economía familiar.

"Lo que ella hizo es legítimo. Los israelíes son los responsables", dice la madre
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Desde que el pasado junio una unidad de la Guardia de Fronteras israelí mató a su hijo Fahdi y a su sobrino Salá, a los que acusaban de pertenecer a las Brigadas de Al Quds (la rama militar clandestina de Yihad Islámica, que forma parte de la lista de organizaciones terroristas de la UE), Hanadi se había convertido en su única fuente de ingresos, debido a la enfermedad renal que sufre Taysir y a la juventud del resto de sus siete hijos. Así las cosas, los Yaradat nunca imaginaron que su hija mayor fuera a perpetrar uno de los atentados más letales de la Intifada, que entre una veintena de víctimas se llevó la vida de cuatro niños.

Los padres se quedaron atónitos cuando aquella tarde vieron el vídeo distribuido por Yihad Islámica, que reclamaba la autoría. Conscientes de los precedentes, los Yaradat se apresuraron a recoger las pertenencias más importantes de su casa, situada en un pequeño pueblo de la periferia de Yenín, para trasladarse a la de un cuñado de Rahmé que vive en el centro de la ciudad. Al día siguiente, tal como suele hacer, el Ejército israelí demolía la casa de los Yaradat.

Pasada una semana, Rahmé, de 51 años, asegura que en ningún momento dispusieron de indicio alguno de lo que pretendía hacer su hija: "Cuando se despidió de nosotros nos pareció que tenía prisa, pero nada más. Pensamos que iba a trabajar, que es lo que nos había dicho". Aunque sin hacer apología de la acción realizada por Hanadi, su madre justifica de alguna forma lo ocurrido, al igual que suele hacer la mayoría de los palestinos cuando se les reprocha la muerte de aquellos civiles inocentes que sufren los atentados.

"Pensamos que lo que ella hizo es legítimo. ¿Qué sentiría usted si ve cómo los israelíes matan a sangre fría a su hermano y a su primo, cómo nos humillan a diario en los controles, cómo destruyen nuestras propiedades?", espeta lacónicamente Rahmé. "Ellos son los verdaderos responsables de lo ocurrido, pues nos están provocando para que hagamos estas acciones. Ariel Sharon prometió seguridad a sus ciudadanos, y mire lo que ha conseguido", agrega.

Poco después de haberse licenciado en la Universidad de Yerash (Jordania), Hanadi había regresado a Yenín, donde hacía prácticas en un despacho de abogados. Según las explicaciones de Rahmé, la muerte de su hermano Fahdi, de 23 años, que trabajaba vendiendo fruta en el mercado, hizo que su vida experimentase un brutal cambio. "A pesar de haber sido siempre una persona religiosa, a partir de ese momento incrementó sus ayunos y la lectura del Corán. Nos dimos cuenta de que algo le pasaba, pero nunca pudimos prever lo que se proponía", reitera la madre. Los servicios de seguridad israelíes buscan todavía a aquellos que la reclutaron y, sobre todo, a aquellos que la ayudaron a cruzar el muro de separación de Cisjordania, que en esta ocasión se ha demostrado inútil a la hora de prevenir el último atentado suicida.

La abogada suicida palestina Hanadi Yadarat.
La abogada suicida palestina Hanadi Yadarat.EFE

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