Las mujeres suicidas cobran protagonismo en la Intifada
El investigador del Centro Internacional sobre Antiterrorismo de la Universidad de Herzliya, Yoni Fighel, asegura que la participación de mujeres en el terrorismo suicida se ha convertido en un fenómeno emergente a lo largo de la Intifada. Según Fighel, los atentados perpetrados por mujeres, antaño sólo pertenecientes a organizaciones radicales laicas, son ahora también cometidos por miembros de grupos extremistas islámicos. Según sus estadísticas, los servicios de seguridad israelíes han interceptado a una veintena de mujeres que habían partido en misiones suicidas.
Desde que estallara la Intifada, Hanadi Yaradat tuvo cinco predecesoras que sí lograron cumplir su objetivo. Los carteles con la fotografía de la primera kamikaze, Wafa Idris, llenan las paredes del campo de refugiados de Al Amari, próximo a Ramala, donde se convirtió en un mito. Idris, de 27 años, trabajaba como voluntaria en la Media Luna Roja, y perpetró el atentado en nombre de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa el 28 de enero de 2002. La explosión, en una calle comercial de Jerusalén Oeste, mató a una persona y dejó heridas a casi un centenar.
La siguiente fue Darin Abu Eisha, que el 27 de febrero de 2002 se inmoló junto a un control militar en Cisjordania, matando a tres soldados israelíes. Poco después, el 29 de marzo del mismo año, una brillante estudiante de la Universidad de Belén, Ayat al Akras, mató a dos personas e hirió a medio centenar tras detonar explosivos en un popular mercado de Jerusalén.
El 13 de abril de 2002, Andalib Takata, también de Belén, mató a seis pasajeros en el interior de un autobús que circulaba por el centro de Jerusalén. La última de la serie, Heba Daragme, fue la más joven. Con 19 años, se inmoló el pasado 19 de mayo en un centro comercial de la ciudad de Afula, matando a tres israelíes e hiriendo a otras 70 personas.
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