"Es el colegio el que debe adaptarse al alumno de origen inmigrante y no al revés"
Luisa Martín Rojo es profesora titular de lingüística en la Universidad Autónoma de Madrid y acaba de publicar junto a un equipo de investigadoras el libro ¿Asimilar o integrar? Dilemas ante el multilingüismo en las aulas (editado por Centro de Investigaciones y Documentación Educativa). El texto,
premiado por Obra Social Caja Madrid, profundiza en el tema del creciente número de alumnos de origen inmigrante en España (este curso serán más de 400.000), analiza las medidas educativas que se han puesto en marcha, hace propuestas encaminadas a desarrollar políticas de integración y no de asimilación y se centra en la enseñanza de las lenguas como pieza clave de esta integración.
Pregunta. ¿Cree que se está afrontando de forma correcta el fenómeno de la inmigración en la escuela?
"Los docentes están desamparados. No saben cómo afrontar la nueva situación"
Respuesta. Hay una tendencia muy fuerte a la asimilación y no a la integración de los alumnos de origen inmigrante, pues no se está facilitando el que se mantengan sus lenguas, ni sus hábitos, ni sus costumbres, ni se saque partido de sus conocimientos previos. Se presenta como incompatible el aprendizaje del español con el mantenimiento de su lengua. Con frecuencia, se utiliza eufemísticamente la palabra integrar por asimilar, dando por hecho que son los alumnos de origen inmigrante los que se tienen que integrar en vez de que sea un proceso recíproco en el que la comunidad de acogida ha de acostumbrarse a la diversidad.
P. ¿En qué están fallando las medidas que se han puesto en marcha hasta ahora?
R. En que no tiene objetivos claros. Las declaraciones de las instituciones son interculturales y avanzadas pero en la práctica sólo se incide en programas dirigidos específicamente a niños y adolescentes de origen inmigrante, sin modificar otros aspectos. La educación compensatoria no es la solución, pues estos grupos no sólo están integrados por niños que no conocen el idioma, sino que están mezclados con otros con problemas muy diversos, por lo que a veces el nivel no es demasiado exigente y no responde a sus necesidades lingüísticas.
El sistema de compensatoria es un procedimiento que, en realidad, separa y hace que luego a los chicos les resulte muy difícil salir de él. Falta, además, coordinación entre el profesor de compensatoria y el del aula de referencia.
P. ¿Y en cuanto al funcionamiento de las aulas de enlace?
R. Las aulas de enlace en la Comunidad de Madrid están más orientadas a la enseñanza de la lengua y, en principio, esto es positivo. Pero para que funcionen bien tienen que asegurarse dos cosas: los profesores han de ser especialistas en la enseñanza del español como segunda lengua y deben abrirse en el propio centro donde el alumno estudia, para que el colegio se acostumbre a la diversidad y el niño, al centro. Esto debería de completarse con la enseñanza de la lengua de origen, que puede abrirles camino a estos chicos en su futuro profesional. Los centros deberían ofrecer al menos el chino, el árabe, el rumano y el portugués. Serían clases abiertas y lo ideal es que se ofrezcieran dentro del currículo. Esto ya se hace en la mayor parte de Europa.
P. ¿Qué más se está haciendo en otros países?
R. Canadá es, por ejemplo, un país modelo en cuestiones de inmigración. Desde los años cuarenta hasta hoy sus políticas han ido avanzando hacia posturas más integradoras. En un principio, ofreció en los centros escolares programas de compensatoria; luego, programas de recepción; después, programas de lenguas y cultura de origen abiertos a todos los alumnos del centro; más tarde, modificaron los libros de textos para que todas las minorías estuviesen representadas, y, finalmente, han incorporado al currículo conocimientos de geografía e historia de los países de los alumnos de origen inmigrante. Todo esto ha hecho que se den situaciones muy enriquecedoras.
P. ¿Cómo están reaccionando los profesores ante la inmigración en las aulas?
R. Los docentes se sienten muchas veces desamparados. Para ellos es difícil adaptarse a este cambio en tan poco tiempo y sin una formación específica y dar clases sin que algunos alumnos conozcan el idioma. Hay cierto desánimo, aunque es verdad que muchas de las iniciativas que se hacen son fruto de la voluntad de los propios docentes. La disminución del número de alumnos por clase y la formación son claves. Los profesores de compensatoria y de aulas de enlace tienen que tener una buena formación lingüística y conocimiento básico de las lenguas de origen de sus alumnos. El resto de los docentes precisan formación acerca de cómo es una educación intercultural, cómo responder en el aula a la nueva situación de la inmigración o cómo es la educación que estos alumnos han recibido en sus países. Esta formación debería de impartirse en las facultades de Educación o en los centros de formación del profesorado.
P. ¿Qué le parece la desproporción entre el número de alumnos inmigrantes matriculado en centros públicos y en concertados?
R. Es indudable que hay que nivelar el número de inmigrantes en ambos centros para evitar la guetización. La Administración tiene que asumir un papel de liderazgo a la hora de promover políticas integradoras, pero también es verdad que hace falta un estado de opinión que lo apoye. Y es tarea de todos conseguirlo para evitar en un futuro bolsas de pobreza. La escuela necesita mucho apoyo, no puede resolver por sí sola un problema social.
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