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Entrevista:ARTUR MAS I GAVARRÓ | 'CONSELLER EN CAP' DEL GOBIERNO CATALÁN Y CANDIDATO DE CIU A LA PRESIDENCIA DE LA GENERALITAT | ENTREVISTA

"Cerrar la puerta al nuevo estatuto sería malo para Cataluña y España"

El 16 de noviembre, Artur Mas se enfrentará a una difícil tarea: demostrar que Convergència i Unió (CiU) puede ganar por séptima vez las elecciones catalanas sin la presencia de Jordi Pujol. Pero Mas se muestra convencido de que podrá superar este reto.

Pregunta. El pasado domingo, en el consejo nacional de CiU, usted reiteró que si gana las elecciones el proyecto de reforma de estatuto estará listo antes de que haya nuevo Gobierno en Madrid. Teniendo en cuenta que enero es un mes inhábil, le quedarían 45 días para redactar el proyecto. ¿No es mucha velocidad para un asunto que no se ha tocado en 23 años de autogobierno?

Respuesta. Es cierto que es un plazo muy ajustado, pero para un asunto de estas características y de esta importancia habría que trabajar todo el mes de enero, y así lo procuraré si soy presidente, como espero y confío. Sobre todo porque sería muy conveniente tener listo el estatuto en el Parlament antes de que se forme un nuevo Gobierno español. Si no llegamos a tiempo, mala suerte, porque no puede redactarse con prisas y que el resultado sea de ir por casa. Nos jugamos mucho y las prisas no deben convertir el nuevo estatuto en el vía crucis del AVE.

"Puesto que no soy vasco, no puedo decir qué votaría si se celebrara un referéndum sobre el 'plan Ibarretxe'. Esto es una ficción"
"Los votos de CiU no servirán ni para tener consejeros del Partido Popular en el Gobierno catalán ni para que Maragall sea presidente de la Generalitat"
"Lo sucedido en la Asamblea de Madrid es un espectáculo tragicómico del cual Cataluña, por higiene mental y de país, debe quedar absolutamente apartada"
"Los ciudadanos no pueden pedir más servicios y de mayor calidad y a la vez reclamar la bajada de impuestos. A veces exigen lo que no se puede cumplir"

P. Pero en las dos últimas legislaturas catalanas se han creado dos ponencias sobre este asunto que al final han quedado bloqueadas.

R. Este asunto está mucho más maduro ahora que antes. Evidentemente, tenemos varias incógnitas, entre las que sobresale una: qué hará el PSC. Porque no sabemos qué margen real de maniobra tendrá en su momento. Lógicamente, el estatuto requiere un acuerdo muy amplio en el Parlament que debe incluir al PSC.

P. Ustedes llevan adelante el estatuto, pero en Madrid una mayoría absoluta del PP impide su reforma. Esta situación, perfectamente imaginable, ¿no generará frustración en la sociedad catalana después de las expectativas creadas?

R. Este peligro existe, no lo voy a negar. Por tanto, ante algunas opciones más etéreas, aunque sean más atractivas sobre el papel, siempre alerto de este peligro. Para hacerlo posible son necesarias varias cosas. Una, muy importante, es que haya un acuerdo amplio en el Parlament. Creo que este escollo es salvable, pero insisto en que dependerá mucho de la actitud del PSC. En segundo lugar, no es imprescindible, pero sería conveniente que hubiera una defensa unitaria en Madrid por parte de todos los diputados catalanes. Tres, debemos canalizarlo todo dentro del marco legal. De entrada, porque las leyes están para cumplirse, y además porque debemos demostrar al resto de España que el proceso de autogobierno de Cataluña no se hace al margen del Estado ni, si cabe, como espero, de la Constitución. Cuatro, pese a todo, nos pueden decir que no. Si hay una mayoría absoluta del PP, es muy probable que esto se bloquee, pero ante un planteamiento así, que además se hace por vías absolutamente pacíficas y democráticas, yo defiendo que no se puede decir siempre que no. Y si Cataluña no se cansa y mantiene su propuesta sobre la mesa, un día u otro saldrá adelante. Siempre que España ha necesitado a Cataluña la ha encontrado y la ha ayudado en momentos decisivos. Nosotros nunca hemos regateado esfuerzos para colaborar en el proyecto español, y para que la convivencia en un futuro sea posible debemos ayudarnos mutuamente. España debe ayudar a Cataluña y no puede situarla contra las cuerdas ni contra la pared.

P. ¿Si esto sucediera, descarta ir a una experiencia como la del plan Ibarretxe?

R. Nunca nada está excluido completamente, porque dependerá de la vía en la que nos sitúen desde Madrid. Si no se nos da ninguna salida, el futuro queda abierto y ya se verá por dónde debemos tirar. Pero espero que esto no ocurra y que España sea lo suficientemente madura como para dar una respuesta a Cataluña. Si de una forma muy mayoritaria el pueblo de Cataluña reclama más capacidad de decisión propia, más libertad para tomar decisiones, se tiene que encontrar una forma de negociarlo. Tal vez resulte que el planteamiento que salga de Cataluña no se podrá mantener intacto al 100%. Pero no pueden cerrarnos la puerta porque podría tener consecuencias, y no debe entenderse como una amenaza. Cerrar la puerta sería malo para Cataluña, pero también para España.

P. Se ha preguntado a varios dirigentes catalanes cuál sería su voto en el referéndum vasco en caso de poder emitirlo: Pasqual Maragall y Josep Piqué han dicho que no y Josep Lluís Carod, sí. ¿Usted qué votaría?

R. Puesto que no soy vasco, no se lo puedo decir. Esto es una ficción. No sé cuál sería mi voto porque tampoco sé qué se tendría que votar. Que yo sepa, el plan Ibarretxe ha sido presentado en su momento inicial, pero habrá que ver qué se votará al final. El lehendakari hace bien presentando un proyecto de futuro centrado en el autogobierno. Aún lo hace mejor cuando dice que este proyecto no se puede discutir definitivamente, y por ello no se puede aprobar, si se mantiene la violencia terrorista. Creo que él no lo plantea en los términos que lo ven otras formaciones políticas y algunos ambientes periodísticos: creo que en el plan Ibarretxe hay una aceptación de facto de pertenencia al Estado español; por tanto, no es un plan independentista. Lo que ocurre es que quieren revisar las bases de esta pertenencia al Estado español, y con esto no se alejan demasiado de lo que nosotros estamos pidiendo. Los vascos se equivocarían, y ahí yo no puedo meterme porque son muy libres de hacer lo que quieran, si lo plantean al margen del marco legal, principalmente porque darán argumentos a los poderes políticos de Madrid para rechazar todas sus peticiones. Por eso, si puedo recomendar alguna cosa, les diría que hagan lo que crean conveniente, que pongan el listón tan alto como quieran. Pero si lo defienden dentro del marco legal, todavía se cargarán más de razón.

P. En el caso de que los socialistas obtuvieran más diputados, usted ya ha dicho que CiU no contribuirá nunca a instaurar un presidente no nacionalista. ¿Esto excluye un gran pacto entre el PSC y CiU?

R. No hablaré de pactos. Nosotros tenemos un programa electoral y un proyecto, y debemos hacerlo posible. Y hacerlo en su momento con quien consideremos que nos dé más garantías de que lo conseguiremos. Ahora bien, ¿dónde están los límites de nuestras posiciones en materia de acuerdos? Hay dos que son muy claros. El primero es que en el Gobierno de la Generalitat no habrá consejeros del PP. Hasta ahora no los ha habido, pero tampoco los habrá en el futuro, y especialmente tal como se está comportando el PP. El segundo límite es que los votos que tenga CiU, los que sean, no servirán para que Cataluña tenga un presidente que dependa de una fuerza de Madrid. Por tanto, los votos de CiU no servirán para que el señor Maragall sea presidente de la Generalitat.

P. El presidente del Parlament, Joan Rigol, criticó recientemente los liderazgos sin ideas con que nos obsequia la política. Schwarzenegger, un actor, ya es gobernador, y Silvio Berlusconi, ex cantante de cruceros, primer ministro... Por no buscar más ejemplos. ¿Caminamos hacia una banalización de la política?

R. Por definición, la política, que no es un laboratorio, toca la condición humana, que está llena de virtudes, de cualidades, pero también de defectos y de miserias. Por otra parte, estamos relativamente acostumbrados a que todo lo que se hace desde los Gobiernos, desde los partidos, desde las instituciones, y que pueda tener un carácter más positivo, muchas veces no interesa, porque también los medios de comunicación están un poco sometidos a la dictadura del día a día. Esto también condiciona la política. La regeneración de la política, o el hecho de que la política acabe transmitiendo más confianza a la gente y que sea una actividad más apreciada por parte de todos, depende primero de los políticos, es cierto, pero también de cómo se juzga a los políticos, y este juicio con frecuencia se hace a través de los medios de comunicación.

P. En cierto modo, los políticos y los medios de comunicación se retroalimentan.

R. Creo que sí. Ya digo que la principal responsabilidad es de los políticos. Pero si queremos hacer una reflexión serena y positiva sobre este asunto con el ánimo de construir una acción política, mejor para todos, todo el mundo debe analizar su parte de responsabilidad, empezando por los políticos. Luego, los medios de comunicación, y finalmente los ciudadanos, porque los ciudadanos exigen muchas veces lo que seguramente no se puede cumplir. No se pueden pedir cada día más servicios y de mayor calidad y a la vez reclamar la bajada de impuestos.

P. En relación con su programa, ¿podría clarificar qué competencias reclaman respecto a la inmigración, porque algunas veces hablan de administrar; otras, de gestionar, y ahora, de regular?

R. Idealmente, la competencia que queremos es que la Generalitat, por delegación del Gobierno central, entregue los permisos de residencia y de trabajo. Éste sería el techo. Evidentemente, en el marco de una legislación estatal. En el caso de que no fuera posible, reclamamos el modelo de Quebec como mínimo, que significa que antes de que el Gobierno central haya expedido un permiso de residencia o de trabajo, nosotros tenemos que haber expedido un certificado de selección del inmigrante. Esto nos obliga a efectuar la selección en los países de origen, que también queremos hacer y que el Gobierno central nos impide.

P. Respecto a la política exterior, el Gobierno central ha recurrido ante el Tribunal Constitucional contra el decreto que regula las embajadas catalanas. ¿Cómo se explica que el Gobierno central recurra contra el decreto catalán y no contra el vasco?

R. Esto es lo que me pregunto.

P. Los decretos vascos no prevén relaciones bilaterales entre Gobiernos, y los suyos sí.

R. No se pueden poner puertas al campo como intenta el Gobierno central. Nosotros probablemente no podremos mantener relaciones diplomáticas en el exterior como tales o firmar con Gobiernos extranjeros determinados convenios que no sean de nuestra competencia. Pero capacidad de relación con los Gobiernos exteriores, lo diga el Gobierno central o no, la tenemos, la tendremos y no renunciaremos a ella, porque lo contrario sería aberrante. ¿Acaso se prohíbe a las cámaras de comercio o a los sindicatos que tengan relaciones con Gobiernos exteriores?

P. ¿Qué efecto pueden tener en las autonómicas de Cataluña las elecciones a la Asamblea de Madrid?

R. No sé qué efecto tendrán, lo que sí sé es que afortunadamente nosotros no somos Madrid y este espectáculo no se dará en Cataluña. Esto ya dice mucho a favor de Cataluña, porque lo de Madrid parece un espectáculo tragicómico del cual Cataluña, por higiene mental y de país, debe quedar absolutamente apartada, y lo conseguiremos. Con esto no estoy atribuyendo ningún mérito especial a nadie, ni por supuesto a CiU o al Gobierno de Cataluña. Creo que el conjunto de la gente que hace política en Cataluña, a pesar de las profundas discrepancias existentes, consigue mantener unos mínimos de fair play, de deportividad en la lucha política, que crean mejor clima.

P. ¿A qué lo atribuye?

R. Cataluña tiene un espíritu de diálogo, constructivo, de suma de esfuerzos, que nos permite ver que nadie está en posesión de la verdad absoluta y que si finalmente la política es un servicio a la sociedad, debe hacerse de tal modo que la gente lo aprecie como algo no destructivo.

P. ¿Existe el oasis catalán?

R. No lo sé, no me atrevo a decirlo porque tampoco conozco a fondo el ambiente político que se respira en otras comunidades. Alguien podría pensar que cuanto más poder hay en juego, más virulenta es la lucha. La controversia política existe y debe existir en Cataluña, pero civilizadamente, de modo que la defensa de tu postura no comporte la destrucción de tu adversario. A veces da la sensación de que en Madrid las cosas se hacen para destruir al adversario.

P. El Tribunal de Cuentas ha hecho públicos los informes sobre los partidos, y advertía de que CiU recibió 3,4 millones de euros en aportaciones anónimas en 2001. ¿Tienen ustedes los simpatizantes más generosos de toda España?

R. No sé si son los más generosos; en todo caso, son los más comprometidos. En CiU tenemos un nivel de aportación bastante considerable por parte de nuestra militancia. Evidentemente, no cubre todos los gastos, pero sí es una aportación bastante comprometida y generosa.

Artur Mas se estrenará el 16 de noviembre como candidato a la presidencia del Gobierno catalán.
Artur Mas se estrenará el 16 de noviembre como candidato a la presidencia del Gobierno catalán.MARCEL.LI SÁENZ

Un político tenaz, ordenado y sin aristas

LA TENACIDAD HA PERMITIDO que Artur Mas i Gavarró (Barcelona, 1956), conseller en cap y candidato de CiU a la sucesión de Jordi Pujol, se halle donde está: en la parrilla de salida de la carrera hacia la presidencia de la Generalitat. Todavía no ha conseguido la pole position, que, de momento en los entrenamientos, sigue en manos de su gran rival: el socialista Pasqual Maragall. Pero Mas, poco a poco y con la ayuda de una guardia pretoriana insobornable, mejora tiempos. Y es que no repara en medios. Hay que tenerlo todo listo para que el próximo 16 de noviembre las urnas dicten un veredicto favorable. Sería un excelente colofón para una carrera meteórica iniciada a la sombra de la Administración de Pujol y alentada desde los círculos familiares del políticamente longevo presidente de la Generalitat. Los hijos de Pujol, además del propio patriarca, no son ajenos al despegue de Artur Mas, que se ha ganado con codos y trabajo su plaza de delfín del pujolismo. Se trata de un difícil papel cuando, en Cataluña, la política, tal como bromea un líder de CiU, pasará de los dioses (en referencia a Pujol) a los mortales (sus sucesores).

Mas es efectivamente muy distinto de Pujol, sin que ello prejuzgue nada bueno ni malo. Despertó a la política cuando ya había pasado por la Administración y tenía 30 años. Mas no ha vivido la pasión juvenil entre acción y reflexión que llevó a Jordi Pujol a sufrir un consejo de guerra. En los mítines es la antítesis de su mentor: no levanta de sus asientos a los nacionalistas deseosos de esa ración de épica que Pujol dosifica a placer.

Mas es metódico, guapo, aplicado, honesto... Se diría que de todos sus rasgos sólo comparte con Pujol una austeridad más propia de calvinistas que de buenos católicos.

Y ello a pesar de que, como Pujol, es un creyente con acreditada asistencia a misa. Tiene una familia canónica: esposa y tres hijos recomendados por la ortodoxia convergente a instancias del mismísimo Jordi Pujol.

Ambos aseguran estar en comunión de ideas en su nacionalismo.

El catalanismo de Pujol hunde sus raíces ideológicas en Prat de la Riba, y el de Mas, en un pragmatismo radical de imprecisos antepasados.

Si de Pujol se dice que es un democristiano metido en Convergència, con su delfín no se puede ser en absoluto categórico. Quizá su búsqueda del ecumenismo capaz de atraer votos de ese magma del centro al que se accede limando las incómodas aristas de la ideología. El único color que predomina sobre los demás es el nacionalista, adquirido por su relación con esa guardia pretoriana en la que se encuentra Oriol Pujol Ferrusola. El quinto hijo del presidente ha dejado su cargo de segundo de a bordo del Departamento de Industria, Trabajo, Comercio y Turismo, y se ha entregado en cuerpo y alma, con los incondicionales de Mas, a la campaña de las autonómicas, a las que concurre como candidato.

Falta poco menos de un mes y desde CiU quieren ver convertido a este Mas, entusiasta de El principito, en sucesor del soberano Pujol.

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