Los gordos
Sentirse culpable por fumar forma parte del pasado. La máxima actualidad de la culpa descansa en tener kilos de más. En Estados Unidos hay restaurantes donde los camareros llevan un ordenador para informar preventivamente al cliente sobre el número de calorías de cada plato, puesto que los comensales se sientan a la mesa con el fin de sentirse bien y no de cometer nuevos pecados. De hecho, la población norteamericana, por si no tenía bastante, está sumando a la psicosis terrorista el terror a la obesidad. Por cualquier parte pueden aparecer los temibles kilos de más. Hay marcas de ropas que buscando aplacar la desazón de la clientela no señalan las tallas, y otras también que han introducido la "talla cero", equivalente a proponer un silencio total sobre el tabú. El cuerpo, base de liberación política y moral hace unos años, vuelve convertido en un despiadado superyo. El cuerpo, hecho baluarte de los derechos individuales y en macizo contra la represión moral y patriarcal, reaparece como el lugar donde el poder se ensaña. Las autoridades sanitarias, los ministerios de Economía y de Trabajo, las campañas de higiene, destacan los graves peligros de la obesidad y la consiguiente irresponsabilidad de las personas con kilos superfluos. Como consecuencia, un 90% de los encuestados admiten sentirse culpables de sus malditas grasas. ¿Puede diseñarse una maniobra más eficaz para que la población acepte ser castigada? Gordos y culpables somos prácticamente todos. Y no se diga de las gordas. La conciencia de este mal personal ha promovido incluso que la cadena McDonald's, acusada de embutir a los consumidores con sus calorías, ha lanzado, para eximirse ante la historia, un nuevo plato a base de pollo, Go Active, que se sirve con un folleto recordando la importancia del ejercicio físico y un pedómetro de regalo que permite controlar la distancia que se recorre cada día. La batalla pues se encuentra activa en múltiples frentes. Derrotada en alta medida la mala costumbre de fumar, llega ahora la lucha a muerte contra el peso irresponsable. Mucho más que el humo, la grasa es materia ominosa, pecaminosa, indigna. ¿Cómo no sentirnos de nuevo merecedores de cualquier represión?
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