Los autores noveles se sirven del 'copyleft' para lograr difundir sus obras
Open Music ofrece música; O'Reilly edita libros; en Open Photo se descargan fotos. Todo absolutamente gratis
La Red ha decidido poner el marchamo de legalidad a lo que hasta ahora es considerado piratería: copiar, redistribuir y modificar las creaciones intelectuales de autores.
Proliferan a lo largo de Internet los proyectos y las iniciativas individuales de autores que cuelgan sus novelas sin copyright, cantantes que ofrecen su música para que se copie y distribuya libremente, editoriales grandes y pequeñas que no ponen ninguna pega a que se fotocopien y distribuyan sus libros, en papel o formato digital.
Estas iniciativas se han arropado con la misma ley que combaten, creando las llamadas licencias de libre distribución, llamadas copyleft, con las que ponen patas arriba el sistema de propiedad intelectual. Toda una declaración de intenciones cuando un autor usa una licencia de este tipo y renuncia a parte de los derechos sobre su creación.
Los usuarios pueden copiar y redistribuir libremente, y en algunos casos incluso modificar y utilizar con fines de lucro las obras. Un disco que se publique con esta licencia puede correr legalmente por una red P2P, por ejemplo.
Con las licencias copyleft "se subvierte la idea que hay detrás del copyright", dice Miquel Vidal, editor de Barrapunto, weblog que reúne diariamente a una activa comunidad de gente convencida de la validez de la filosofía del software libre más allá del entorno informático. Vidal apunta una de las ideas básicas en esta corriente: "Por lo menos debería ser reconocido universalmente el derecho de copia cuando se hace sin ánimo de lucro".
"Podríamos estar viendo la primera ola de una nueva forma de distribución del conocimiento", dice Jesús María G. Barahona, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y coordinador de la asociación Proinnova, defensora de la innovación y beligerante con la extensión de las leyes de propiedad intelectual.
En un lugar como la Red donde la distinción entre usuarios y creadores se difumina, la libre distribución representa una ruptura completa con el sistema de copyright que gobierna el flujo de información en nuestra sociedad desde hace tres siglos.
Este ideal del flujo libre de ideas e información, que inspiró el diseño de Internet hace más de 30 años, entronca directamente con la filosofía del software libre, movimiento que aglutinaba a entusiastas de la programación cuando nació hace dos décadas y que ahora coloniza otros ámbitos culturales. La nueva corriente toma del software libre el sentido de comunidad que lo impregna. "El software libre ha mostrado un camino diferente para desarrollar programas", dice Barahona, y esto puede extenderse a otros ámbitos de la creación, aunque matiza que cada uno "tiene sus reglas".
Open Music ofrece música con licencia de libre distribución, con 15.000 descargas este año. La editorial O'Reilly edita decenas de libros en su proyecto Open Book. Open Photo es un sitio donde descargar fotografías para libre uso.
Si hace unos años nadie se preocupaba por la cobertura legal de lo publicado en Internet, en la actualidad "cada vez más gente es consciente de que, si no pones nada, las restricciones sobre el uso de tus obras son grandes", dice Barahona.
Juan José Merelo, profesor de la Universidad de Granada, escribió La cuarta Taifa. Merelo tiene este año su novela en su web. Cuando un colega le sugirió que publicara su novela con una licencia de libre distribución, Merelo le colocó la de Creative Commons, con la que únicamente exige que se mantenga la atribución de la obra. "Yo lo único que quiero es escribir de vez en cuando y que la gente me lea", dice.
Libre no significa gratuito. "Libre distribución" se refiere al compromiso de los autores con los usuarios para permitirles utilizar los contenidos de una manera amplia (copiar, redistribuir, etcétera). Los autores pueden cobrar por sus obras.
El grupo asturiano Stormy Mondays vende su música en su web con una licencia de libre distribución. Cuando el grupo descubrió el MP3, allá por el año 1998, decidieron inundar los sitios web de música con sus canciones distribuyéndola libremente. Quien compre sus dos primeros discos puede copiarlos a gusto, y regalar si le apetece un centenar de CD tostados, siempre sin fines lucrativos.
"Se trata de una postura política", dice Jorge Otero, líder del grupo que intenta reconciliar esta posición con su cargo como responsable de su sello discográfico, Dusty Roses.
Otra iniciativa que muestra que el copyleft no está reñido en principio con el bolsillo es la del sello estadounidense en Internet Magnatune. La música de sus artista se vende, pero una vez que el usuario la compra puede hacer con ella lo que le venga en gana, sin lucro.
"Hay gente que utiliza estas licencias por motivos ideológicos y quien lo hace por motivos económicos porque cree que a medio o largo plazo le resultará beneficioso", explica Jesús Barahona. Uno de los experimentos más exitosos es del grupo italiano Wu Ming/Luther Blisset, autores de los libros Esta revolución no tiene rostro, Q y 54; los dos últimos publicados por Mondadori. Ambos pueden descargarse en Internet. "Cualquier elemento distintivo puede llamar la atención en un mercado saturado. Funciona como estrategia de comunicación", dice Claudio López, director literario de la editorial.
Cuando el profesor Pedro Reina se enfrentó a la asignatura de informática, en 1999, no quería piratear software, pero tampoco gastar un duro en programas. Instaló Linux en los ordenadores de su instituto, que ya tenían Windows, y escribió un manual para el procesador de textos de StarOffice.
Cuando comienza el curso, Reina regala un CD a sus alumnos con el sistema operativo, el paquete de ofimática y su manual. "Esto está calando en otra gente que piensa como el movimiento del software libre pero que no son softwaretécnicos. Seremos una alternativa".
El grupo musical La Mundial.net
"Por favor, cópienme lo que quieran". La frase la pronuncia Defunkid, Ani López, guitarra y líder del grupo La Mundial.net. "No iba a esperar a que alguien me pusiera un contrato en las narices para dar mi música a conocer, así que mejor regalarla desde Internet". Una nota informal señala que sus canciones "son de libre copia, circulación y modificación mientras se cite la fuente". "Si
el resultado es bonito o feo, nos da igual, cada uno intenta crear lo mejor que puede, lo importante es participar", dice Defunkid, 36 años. "El nivel de audiencia ahora es mucho mayor de lo que podríamos haber esperado hace tres años", reconoce. El último single colgado ha llegado a más de 2.000 personas. Hace unas semanas grabaron su primer disco que una empresa holandesa porno les ha pagado a cambio de un enlace a su sitio.
www.lamundial.net
Librería Traficantes de Sueños
Traficantes de Sueños aglutina una librería y una pequeña editorial madrileña con la audacia de publicar sus libros sin copyright y de colgarlos íntegros en Internet (en formato PDF). "Se permite la copia total o parcial de este libro", dice una nota. "Para nosotros, el riesgo que corremos al liberar los contenidos no es comparable a los beneficios que obtenemos rompiendo las restricciones de la inteligencia", explica David Gómez, de 30 años, uno de los nueve participantes del proyecto lanzado hace siete años. "Es una postura ética y política, con viabilidad económica. Liberar el conocimiento y los libros es tender hacia una redistribución de la riqueza". Han editado Contrageogafías de la globalización, de Saskia Sassen o En el principio fue la línea de comandos, de Neal Stephenson. "La lucha contra el copyright es básica", sentencia David.
www.nodo50.org/ts/index.htm
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