Resonancias

Barcelona acoge en la Fundació Foto Colectanea la muestra Resonancias, además de un libro con el mismo título que recopila todas las obras presentadas. En ambos casos se contrastan las fotografías tomadas por Brassai (Brasso, actualmente Rumania, 1899-Niza 1984) en las noches de París y las de Colom (Barcelona, 1921) en el barrio chino de Barcelona.

Viendo las dos colecciones confrontadas una a la otra se encuentran algunas confluencias, pero las diferencias son también notables. Brassai retrata los felices años veinte influido por las corrientes vanguardistas que entonces campeaban por una ciudad convertida en el epicentro del arte y la cultura mundial. Colom se detiene a fotografiar las llamativas gentes del Raval, a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, que llevan una vida marginal y marcada por una miseria muy alejada de la euforia parisina a la que se compara.

No cabe duda de que uno y otro coinciden en la idea de retratar aspectos de una ciudad desde una perspectiva humanista, pero la naturalidad de los momentos que capta el fotógrafo catalán y la sencillez de sus encuadres desprenden emociones más cálidas de las que emanan de las fotos de su colega. En su caso, la elección depurada de la luz y unas composiciones extremadamente formales, que por momentos parecen preparadas, postulan un indudable reconocimiento artístico aunque queda preñado de frialdad y distancia del acontecimiento representado.

El París de noche de Brassai combina cierto grado de lujo con ambiente de bistrot y escenas callejeras. Son radiantes escaparates de lencería femenina, refinados lupanares de Saint Germain repletos de espejos, bailes selectos de salón o la gran avenida de los Campos Elíseos, luciendo al fondo el Arco del Triunfo. Retratos de parejas y personajes sacados de refilón, catalogados a pie de foto como delincuentes, dejan paso a chicas haciendo la calle, a la histriónica madame bijou o incluso a una serie de paisajes, algunos enormemente sugerentes, como es el caso de la ventana con los cristales rotos titulada Las grietas.

La cámara de Colom se centra en los personajes. El proyecto de su trabajo evita la dispersión. Las prostitutas del Raval y las gentes que frecuentan el barrio no se prestan a la pose fotográfica. Son tomas a hurtadillas, escorzadas, planas, con poca profundidad de campo, en su mayor parte sin tiempo de encuadrar convenientemente. Son precisamente estas características las que engrandecen las imágenes de este fotógrafo que, inexplicablemente, tuvo que esperar a los 81 años para recibir el Premio Nacional de Fotografía.