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Aulas

Camino de la integración

Sara tiene 12 años. Su nombre verdadero es marroquí y, a petición de su profesora, permanece en el anonimato. A Sara y a sus hermanos pequeños les pusieron, literalmente, en la puerta del colegio San Pedro de La Mojonera (Almería) el jueves pasado, sin más. No hubo matriculación previa, ni tan siquiera un mínimo contacto con el profesorado.

Sus hermanos, en edad preescolar, se incorporaron a sus aulas en seguida, prestos a colorear y divertirse con los demás niños. Sara, en cambio, empleó buena parte de la mañana en llorar desconsolada, ajena a los motivos de por qué la habían llevado allí ni qué debía hacer. No habla una sola palabra de español y, por edad, debe cursar séptimo curso de Primaria.

El colegio San Pedro cuenta con 276 alumnos, de los cuales 97, un 36,5%, son inmigrantes. Muchos de esos niños entraron a sus aulas de un modo parecido a como lo hicieron, por vez primera, Sara y sus hermanos. El hecho de que este colegio disponga de dos líneas por curso (dos aulas) ha incentivado la llegada de alumnos inmigrantes. La pasada semana se conocía la indignación de muchos padres que dicen ver peligrar la calidad de la enseñanza para sus hijos.

El director del colegio, Francisco Soler, reconoce que en algunas de sus aulas la presencia de extranjeros llega al 60% y aprecia cierto estrés en el profesorado. "No hemos constatado que el nivel haya bajado. Lo que sí hay es un sobreesfuerzo del profesorado. En los colegios próximos no hay tantos extranjeros porque sólo tienen una línea y ya en el mes de junio se completa la matrícula. Sucede que los inmigrantes llegan a mitad de curso y donde hay plazas siempre es en San Pedro. Además tenemos servicio de comedor y también de autocar escolar", explica Soler.

Para casos como el de Sara el centro cuenta con las Aulas Temporales de Adaptación Lingüística (ATAL) a las que pueden acogerse sólo alumnos a partir de tercero de Primaria . Sara comparte clase sólo con Óscar, otro nombre inventado de un alumno de 12 años y recién llegado de Guinea-Bissau. "Ellos están conmigo en el aula temporal sólo en horas de matemáticas, lengua o conocimiento del medio. Nunca les sacamos en las especialidades de gimnasia o música, por ejemplo. Para hacer el apoyo en la propia clase se necesita un mínimo de cinco alumnos y ahora no hay tantos de su edad", explica la profesora de apoyo, María Isabel Carrión.

La percepción de Carrión, que trabaja en las aulas temporales desde 2000, es idéntica a la del director. "El nivel no baja, pero los niños necesitan mucho apoyo y el profesor tiene que desdoblarse más. Cuando se trata de niños marroquíes se da la circunstancia de que ellos, hasta los ocho años, están en escuelas coránicas donde todo es oral. A los nueve ya entran en escuelas públicas y cogen por primera vez el lápiz. En el caso de Sara ha habido suerte y se nota que está escolarizada", apunta la profesora.

En el colegio San Pedro existen niños de una treintena de nacionalidades, aunque abundan los subsaharianos. El programa de acogida que mantiene San Pedro prevé que otros niños ya escolarizados que hablan su mismo idioma guíen y enseñen a los recién llegados el colegio. "Es lo que llamamos alumno-guía, una manera de integrar al recién llegado y de que el alumno veterano se sienta importante", apunta Carrión.

La presidenta de la APA, Dolores Martín, aplaude la escolarización de los niños extranjerosm aunque denuncia la diferencia de acogida respecto a otros dos centros de La Mojonera. "En San Pedro hay aulas con el 60% y en los otros tienen un 3%. Ahora en el pueblo la comidilla es que somos racistas. Si estamos hablando de integración tenemos que adaptarnos todos, no unos centros sí y otros no", dice.

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