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Reportaje:

La red española del 11-S

Abu Dahdah, el sirio al que Garzón acusa del 11-S, está vinculado al hombre que organizó la cumbre de los suicidas en Tarragona

José María Irujo

El teléfono de Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, de 39 años, el presunto líder de la célula española de Al Qaeda al que el juez Baltasar Garzón acusa de participar en los atentados del 11-S, sonó el 26 de mayo de 2001. "Soy un hermano de religión... Debes conseguir las cosas pronto... Los hermanos tienen prisa...". Era Mohamed Belfatmi, de 26 años, un extremista argelino natural de Tiaset que, además de reclamar ayuda, anunciaba su próxima llegada a Tarragona. "Díselo a Amer Azizi y él me informará", le cortó al instante Abu Dahdah sin dar más explicaciones.

En junio de 2001, Belfatmi presentó su solicitud de residencia en la comisaría de Tarragona y un mes más tarde llegaron a esa ciudad Mohamed Atta, de 33 años, jefe de los pilotos suicidas, y Ramzi Binalshibh, de 30, coordinador del atentado, para asistir a una cumbre en la que presumiblemente se fijó la fecha del atentado y ultimaron los detalles de un ataque que conmocionó al mundo. El primero venía desde Tampa (Florida, EE UU) y el segundo de Hamburgo (Alemania).

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Los terroristas árabes durmieron algunas noches en hoteles de la zona como el Mónica, Sant Jordi, Casablanca Playa y Montsant, en Cambrils y Salou, pero es un misterio por qué eligieron Tarragona para este largo encuentro, más de una semana, y dónde se alojaron la mayoría de los días de su estancia en la costa catalana. En el rastreo policial, posterior al atentado, fue imposible precisar dónde durmieron varias noches, de lo que se deduce que alguien de la zona les facilitó infraestructura y un alojamiento seguro.

La respuesta a este enigma investigado por los servicios de inteligencia de toda Europa la tiene Belfatmi, el hombre que reclamó ayuda urgente "para los hermanos" (presumiblemente Atta y Binalshibh), y, según el reciente auto de procesamiento dictado por Garzón, Abu Dahdah, un sirio nacionalizado español, casado con un madrileña y padre de cinco hijos. Este último dirigía desde 1995 un grupo de extremistas denominado Los Soldados de Alá que nació en la mezquita madrileña de Abu Baker, repartía propaganda de Hamás, el GIA y la Yihad egipcia y enviaba muyahidin a Afganistán.

¿Hubo algún vínculo entre Belfatmi, el hombre que presuntamente alojó a los pilotos suicidas en Tarragona, y Abu Dahdah, al que investigaba la policía desde hacía siete años en unas diligencias que se convirtieron en un filón informativo? El magistrado y el fiscal Pedro Rubira aseguran que sí y lo sustentan en varios indicios que, en su opinión, demuestran que el presunto líder de la célula española estaba al tanto del atentado, del que entonces se terminaban los últimos detalles, y que causó 3.016 muertos en el corazón del país más poderoso del planeta.

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El 22 de julio de 2001, 48 horas después de que el egipcio Atta dejó Tarragona y regresó a Estados Unidas, el teléfono pinchado de Abu Dahdah volvió a sonar. Una mujer con acento árabe preguntó por Mohamed, supuestamente Belfatmi, y el sirio le dijo que se había equivocado. La llamada se hizo desde un cabina pública de Vandellòs (Tarragona), a escasos kilómetros de Vilaseca, donde residía el radical argelino y por donde se habían paseado durante 10 días los pilotos suicidas que dos meses después estrellaron los aviones secuestrados contra las Torres Gemelas en el World Trade Center, en Nueva York.

No quería hablar

El 5 de septiembre, seis días antes del ataque, el mismo día en que Binalshibh volvió a España procedente de Hamburgo, durmió en un hotel de la calle de Carretas y voló dos días después rumbo a Dubai, el marroquí Driss al Chebli telefoneó a Abu Dahdah y le hizo un comentario sobre "Mohamed el argelino [Mohamed Belfatmi], el que estaba por la zona de Tarragona y va a ir a... [Pakistán o Afganistán]". El presunto jefe de la célula española de Al Qaeda cortó la comunicación precipitadamente. De su tono de voz parece evidente que no quería hablar del tema.

Driss al Chebli y Azizi estaban asociados y mantenían frecuentes encuentros con el sirio. El segundo enviaba muyahidin a campos de entrenamiento de Al Qaeda. Para el juez, ambos son el vínculo de Belfatmi con Abu Dahdah, un personaje clave con el que todos parecían confiarse. Una semana antes, un tal Shakur le había telefoneado desde el Reino Unido y confiado que daba clases de aviación y tenía un objetivo inconfesable. "El objetivo es el objetivo... No se lo digas a nadie".

¿Qué ocurrió con Belfatmi? El 3 de septiembre, ocho días antes de los atentados, el argelino, a pesar de haber obtenido su tarjeta de residencia, viajó a Madrid y pidió un visado para desplazarse a Pakistán. Ese mismo día tomó el vuelo TK-1938, que cubre la línea de Bruselas (Bélgica) a Estambul (Turquía) y enlaza con el TK-1056 procedente de Alemania, que conduce hasta Karachi (Pakistán). En este último viajaba Said Bahaji, compañero de Atta y de Binalshibh en el piso de Hamburgo en el que residía el comando suicida. Un hombre en cuya agenda personal intervenida por la policía alemana figuraba el teléfono de la casa en Fuenlabrada (Madrid) de Abu Dahdah, el sirio-español procesado por Garzón.

Bahaji, piloto frustrado que finalmente no pudo participar en el atentado al no obtener el visado de entrada a Estados Unidos, y Belfatmi, el hombre que organizó la cumbre de Tarragona, coincidieron en el avión. Bahaji iba acompañado de dos extremistas argelinos: Ismail Ben Mrabete y Ahmed Taleb, ambos con pasaportes francés y belga falsificados. El 4 de septiembre, Bahaji y sus compañeros durmieron en la habitación 318 del hotel Embassy de Karachi, y el argelino que abandonó Tarragona, en una habitación del mismo establecimiento, justo en el piso de abajo.

Este encuentro en el avión y en el hotel de Karachi es para los investigadores una prueba definitiva de la implicación de Belfatmi en la cumbre de la costa catalana. Bahaji está huido y su pista se pierde en Quetta, en la frontera con Afganistán. De Belfatmi tampoco se sabe nada más. "La vinculación de Belfatmi al comando autor de los atentados del 11-S parece evidente y su conexión con Abu Dahdah y otros miembros de la célula llevan a la conclusión de que éstos también les prestaron apoyo y cobertura", asegura Garzón en el auto que dictó el pasado miércoles y en el que procesa a 35 personas.

En Hamburgo se sitúan otras pistas que, a juicio del juez y del fiscal, empujaron presuntamente a Abu Dahdah al estrecho círculo en el que se movían Atta y los pilotos suicidas. Éstos residían en un apartamento desde el que se planificó el ataque y entre sus amistades se encontraba Mamoun Darkazanli, un comerciante sirio que participó en la compra de un barco y una emisora de radio para Osama Bin Laden. Un hombre calvo, barbudo y delgado en cuya casa alemana se alojaban Abu Dahdah y su esposa Marisa cuando viajaban a Hamburgo.

Un vídeo demuestra que Darkazanli tuvo el privilegio de asistir junto a Atta y a otras personas del círculo más íntimo de los terroristas a la boda de Said Bahaji, el piloto frustrado. En aquella boda en la mezquita Quds, un vivero de radicales, también estuvo Abdulfattah Zammar, de 34 años, otro sirio amigo de Abu Dahdah y cuñado de Taysir Alouny, el periodista de Al Yazira que entrevistó a Bin Laden y al que el juez acusa de formar parte de la red española. Alouny y Abu Dahdah mantenían una estrecha relación desde hacía más de una década.

El líder de la célula española que presuntamente ayudó a los terroristas del 11-S lo niega todo. Reconoce su amistad con dirigentes extremistas de todo el mundo, pero asegura que desconocía sus actividades. Dice que no sabe quién es Belfatmi, el argelino que apoyó a los terroristas durante su cumbre en Tarragona, ni Shakur, el que le anunció en agosto de 2001 que daba cursos de aviación y preparaba un objetivo. La familia de Abu Dahdah también defiende su inocencia.

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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