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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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Hoteles y censuras

Los aproximadamente mil académicos del cine español han decidido ya sus tres candidatas al Oscar: la producción de Andrés Vicente Gómez, Soldados de Salamina; la de Fernando Colomo, Al sur de Granada, y la de José Luis Garci, Hotel Danubio. Esta última, curiosamente, aún no ha sido estrenada en salas, con lo que se abunda en el misterio que esta semana está rodeando algunos hoteles. Como el que embarga al María Cristina del Festival de San Sebastián, regido ahora por la compañía norteamericana Westin, cuyos empleados se han declarado en huelga. De modo que los invitados se hacen sus propias camas, transportan sus maletas y resisten como pueden los cantos y músicas de los huelguistas. Menos mal que finalmente no han llegado todos. El que iba a ser presidente del jurado, Chazz Palminteri, dio plantón a última hora.

Ya lo había hecho Jodie Foster hace dos años en el Festival de Cannes. También iba para presidente del jurado, pero prefirió hacer una película que se le cruzó en el camino. Los de Cannes tuvieron tiempo de encontrar quien la sustituyera, pero es que llovía sobre mojado: ya les había ocurrido antes. Tiempo atrás les había dejado plantados la mismísima Marlene Dietrich, que se murió la víspera del homenaje que se le iba a tributar. Hasta tenían ya el cartel editado. Para matarla.

Los organizadores de los festivales de cine viven a golpe de infarto. Pueden encontrarse con una huelga, con un plantón, con polémicas sobre una película que aún no se ha visto, como es el caso de La pelota vasca, la piel contra la piedra, de Julio Medem, contra la que hay voces que están pidiendo que sea censurada e incluso prohibida.

Ése es también el caso de La pasión, la película que Mel Gibson ha rodado sobre la vida de Cristo. Hay judíos que consideran que puede desatar actos de violencia antisemita y exigen que se prohíba, mientras que un arzobispo norteamericano, que tampoco ha visto la película, dice que como "no hay nada en ella que no provenga de los Evangelios, quien la critique estará criticando los Evangelios". Toma del frasco.

La censura tiene los tentáculos largos. Ahora resulta nada menos que por el rodaje de una película porno en una iglesia italiana, se han anulado todos los ritos celebrados en ella desde entonces. Disueltos, pues, los matrimonios, anulados los bautizos, condenados al fuego eterno quienes allí se confesaron. Parece que la tal película explicitaba las relaciones sexuales de un matrimonio, tanto en la propia iglesia como en un hotel, y si bien los obispos no han cometido el infame pecado de verla, han tirado por la tangente y quieren volver a casar, a bautizar o a confesar para que nadie vaya al infierno (¿sigue existiendo?), pero esta vez las ceremonias tendrán lugar en otra iglesia... con menos historial.

A lo que se ve ya no hace falta ver las películas para tener opiniones. Como esto siga así, el cine va bien.

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