El Supremo vuelve a votar en EE UU
El desenlace de las elecciones en California queda en manos del Alto Tribunal
Sin saber si se votará dentro de tres semanas o de cinco meses y medio, más de 130 candidatos a ocupar el puesto de gobernador de California siguen haciendo la campaña más extravagante de la historia, en la que compite la estrella de las pantallas, Arnold Schwarzenegger, después de la decisión del Tribunal de Apelaciones de San Francisco de bloquear la convocatoria fijada para el 7 de octubre. Con un recurso que se daba ayer por seguro -el plazo para interponerlo es de una semana-, el desenlace pasará a manos del Tribunal Supremo, igual que en la reñida elección presidencial del año 2000.
Al recibir la patata caliente de San Francisco -a cargo de un tribunal conocido por sus arriesgadas y polémicas decisiones-, el Supremo tiene varias posibilidades. La juez encargada, Sandra Day O'Connor, puede encargarse ella sola o interrumpir las vacaciones de sus ocho compañeros para pedir su ayuda; el Supremo puede aceptar o no el recurso sin dar explicaciones; si lo acepta, puede discutirlo a través de sesiones especiales, como hizo en el caso de Florida, o fallar sin más, a favor o en contra del tribunal inferior.
En las especulaciones sobre los méritos del recurso, es básico recordar que en la decisión que dio la victoria a Bush hace casi tres años, el Supremo afirmó que los ciudadanos deben de ser protegidos de la discriminación en el recuento de votos: el Alto Tribunal zanjó así el debate sobre qué votos valían y cuáles no e impidió la coexistencia de recuentos manuales y mecánicos.
Ahora, el recurso contra las elecciones anticipadas se basa en que un 44% del electorado de California usaría las viejas máquinas que perforan las cartulinas de voto. El porcentaje de error que se atribuye a este sistema es del 2,23%: eso quiere decir que habría unos 40.000 votos que no valdrían. La discriminación es evidente frente al otro 56% de votantes, para los que el margen de error es del 0,89%. Nadie estaría ahora calculando estos márgenes si no hubiera habido el capítulo de Florida con las papeletas-mariposa, los círculos de papel no completamente desprendidos, los recuentos anulados y reanudados y, finalmente, la intervención del Supremo que dio la victoria a Bush.
El más perjudicado en esta ocasión, Schwarzenegger, es el que más enfadado está, igual que otros candidatos republicanos. El portavoz del actor, Sean Walsh, cree que el tribunal de San Francisco "va a privar de sus derechos al electorado" y "no va a servir a los intereses de la democracia o del interés general". Además -aunque eso no lo dicen- le obligará a responder a más preguntas, a participar en más debates, a definirse sobre asuntos en los que no quiere o no sabe qué decir. La prolongación de la campaña supondrá un gran esfuerzo económico para los candidatos que sobrevivan. Habrá que resolver además el problema de los votos ya emitidos por correo, que pueden ser varios miles.
En cambio, el gobernador puesto en la picota, Gray Davis, puede respirar: con un poco de suerte y una mano del Supremo, se aplaza la elección, se interrumpe el impulso en su contra y se fija una nueva fecha más favorable a sus intereses, la de las primarias del 2 de marzo, cuando es mayor la movilización demócrata.
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