Medio millón de escolares inician un curso marcado por la Ley de Calidad
El 57% de los alumnos de infantil y primaria acude a centros públicos
Óscar se había olvidado del despertador. Pero ha tenido que recordarlo. Es uno de los 479.410 chavales de 3 a 12 años que ayer se enfrentaron al primer día de cole (el 57% en centros públicos, el 31% en concertados y el resto en privados). Este curso viene marcado por la Ley de Calidad, que afecta sobre todo a los alumnos de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) que tendrán exámenes de septiembre y repetirán curso si suspenden más de dos asignaturas. La nueva norma ha impulsado la gratuidad de todas las plazas de educación infantil (para niños de 3 a 6 años).
A Óscar no le preocupa la contrarreforma educativa. Lo que a este chaval de 10 años, alumno del colegio concertado Lourdes, no le hace ninguna gracia es volver a lidiar con los deberes y con la asistencia diaria a clase. "Me apetece ver a los amigos, pero no venir al colegio", explica junto a su madre, Isabel de la Rosa, de 38 años, que, desesperada y divertida, le reconviene por mostrarse tan vago.
Su hermano mayor, Eduardo, de 13 años, llevaba días preparando sus estuches y eligiendo la ropa para el día del debú. Óscar ha improvisado. Eso sí, en la compra de material peleó duro con su madre para que sus cuadernos tuvieran dibujos de Harry Potter y de
Sinchan. A través de una férrea negociación, ella logró rebajar sus ambiciones de cuadernos coloreados. "Es que son mucho más caros, y tampoco puedes estar comprando todo lo que te piden porque la lista sería inacabable; hay rotuladores con olor a melón, estuches con todos los dibujos animados...", explica.
Además de los 479.410 niños que iniciaron ayer el curso (el 67% en primaria y el resto en infantil), hay 40.000 menores de tres años que llevan una semana en las aulas, y 235.557 de la ESO que iniciarán mañana las clases.Cuando Óscar llega a la puerta del colegio Lourdes, en San Roberto, 8 (Campamento), hay ya esperando unos cuantos compañeros de clase. Abundan las caras de sueño, pero también hay expectación en el ambiente. Todos van a iniciar el quinto curso de primaria y lo viven como algo especial. Este año dejan atrás el pabellón destinado a pequeños y se incorporan al de los mayores. Es como un rito de iniciación al mundo adulto.
Sin embargo, Óscar no teme al nuevo curso. "Total, no puedes repetir", explica, aunque él tampoco es un enamorado de las aulas. "Lo que más me gusta del colegio es el recreo y las conos (asignatura de conocimiento del medio). También mola cuando vamos a la granja escuela y aprendemos a conocer a los bichos del río y a construir barcos de madera", explica.
Isabel, su madre, cree que, en realidad, está ya aburrido de tantas vacaciones. "No lo dice, pero el verano se le ha hecho largo porque mi marido y yo trabajamos, y no podemos dedicar todo el día a organizar actividades con él y su hermano. En el pueblo han disfrutado mucho, pero en Madrid a veces se aburrían", asegura.
A sus compañeros les conoce de años anteriores y en general se lleva bien con ellos. "Salvo un grupo que son tontos y con los que no queremos tener nada que ver", puntualiza. Pero su paso al pabellón de mayores no está exento de "riesgos" porque sabe que hay algunos chicos "muy pegones".
También Antonio Morcillo está tranquilo después de 31 años de docencia en este centro perteneciente a la Fundación Hogar del Empleado. "Antes, siempre dormía mal la víspera del inicio de curso, pero ya no", explica. Eso sí, sabe que la impresión del primer día es engañosa. "Ahora es una maravilla porque todos los chavales están callados y expectantes, pero pronto empiezan a mostrarse como son", matiza.
Sin embargo, Elisa Sánchez, coordinadora de primaria del Lourdes, admite que, pese a sus 21 años de profesión, todavía siente un gusanillo en el estómago cuando llega septiembre. "El año pasado fue duro. Con la guerra y el chapapote los chavales tenían una gran inestabilidad emocional porque sentían su mundo amenazado y se notaba en el aula ", explica esta profesora.
En las aulas de educación infantil los críos están en su salsa haciendo puzzles y cantando. En las de primaria hay una paz extraña, fruto del primer día. Los profesores observan cómo, en sólo tres meses, en los chavales se han experimentado grandes cambios.
María Jesús Eresta, directora de este colegio, explica que el suyo es un centro estable "pese a su heterogeneidad y a su apuesta por el barrio". En su opinión la clave está en el compromiso del profesorado y de los padres de alumnos con el proyecto educativo del centro.
"La principal característica de este colegio es que en él se fomenta la participación", asegura. Según sus datos, el 37% del alumnado procede de familias con formación media y superior, pero el resto tiene estudios primarios o incluso un 20% carece de estudios.
El 15% de los 800 escolares del colegio es inmigrante y cuenta con una de las 150 aulas de enlace de la región, en las que se da un refuerzo escolar a los alumnos extranjeros con problemas de castellano o con desfase educativo. En la del año pasado, los chavales grabaron un CD de música étnica.
Este año serán más de 73.000 los niños de otros países escolarizados en todas las escalas educativas en los colegios madrileños. El 70% lo hacen en centros públicos.
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