Sabores rústicos en una elegante tasca madrileña
TABERNA EL ALMIREZ, potajes de legumbres, pescados al horno y carnes guisadas
Ahora que la cocina creativa española atraviesa el mejor momento de su corta historia y un puñado de grandes profesionales actúa de punta de lanza de las vanguardias mundiales, se acrecienta el valor de nuestras recetas tradicionales y el crédito de los platos familiares. Sin el enorme arsenal de sabores que atesoran las cocinas regionales ibéricas, y sin el código de armonías gastronómicas que han cristalizado en nuestro país desde hace más de 500 años, ni las recetas imaginativas tendrían tanta talla, ni tampoco resultarían tan sabrosas. Mal que nos pese, la vieja cocina española no brilla en estos momentos a la altura que debiera: carece de intérpretes de envergadura y se encuentra acosada por modas y tendencias que la hacen resbalar hacia el olvido. Mientras se produce el hipotético rebrote de esa gran cocina, de secano o marinera, popular o burguesa, que debería ponerse al día en todos sus aspectos básicos (incorporación de las últimas técnicas, reducción de grasas, y puntos de cocción controlados al milímetro), cualquier versión actualizada de las viejas casas de comidas constituye una verdadera reliquia.
TABERNA EL ALMIREZ
Maldonado, 5. Madrid. Teléfono: 915 64 47 22. Cierra domingos noche. Precio medio por persona, entre 25 y 40 euros. Pochas guisadas, 7,5 euros. Huevos fritos con morcilla y patatas, 9,50 euros. Albóndigas de ternera y jamón, 12,25 euros. Panchineta, 4,75 euros.
Pan ... 6
Café ... 7,5
Bodega ... 6,5
Ambiente ... 6
Servicio ... 6,5
Aseos ... 6,5
Potajes de legumbres
La carta de Taberna El Almirez, tasquita elegante y bien decorada, que lleva funcionando desde principios de año en un espacio contiguo al restaurante del mismo nombre, reúne esas sugerencias que gustan a todo el mundo: potajes de legumbres, fuentes de huevos fritos con morcilla, pescados al horno y carnes estofadas. Enunciados que predisponen a disfrutar antes de sentarse a la mesa. Pero tal y como suele ser habitual, el nivel culinario del lugar es de grado medio, y su oferta, de marcada influencia norteña, da cobijo a recetas de peso junto a otras que se quedan a medio camino. Son muy cremosas sus croquetas; sabrosa la torre de patatas a lo pobre con foie-gras y huevo estrellado; reconfortante el pisto con huevos rotos, y muy caseras las pencas de acelgas rellenas, bañadas por una salsa demasiado espesa. Decepciona la tortilla de patatas, con la cebolla bastante entera, y resultan encomiables tres platos de pescado: el bacalao a la romana y al ajoarriero, así como el bonito a la riojana.
No admite reproches la ensaladilla rusa, ni desilusionan las albóndigas de ternera, suculentas de puro rústicas. Entre las mejores opciones están sus platos de cuchara, que rotan a diario, desde las lentejas guisadas hasta la marmita de garbanzos. Ahora, todavía en temporada, nada como las deliciosas pochas guisadas de las huertas navarras.
PINCHOS EN LA BARRA
LA TABERNA, que ocupa un rincón contiguo al restaurante El Almirez, cuenta con cocina independiente y desarrolla su actividad de forma autónoma. De corte burgués, ornamentada con cuadros y motivos alusivos al vino, la tasquita cuenta, además del puñado de mesas, con una pequeña barra con taburetes. Local angosto y mal insonorizado, que, cuando se llena, obliga a padecer el estruendo de las conversaciones.
A pie de barra se puede disfrutar con un amplio surtido de pinchos, tostadas y raciones. Rincón entrañable donde se elige entre una relación inacabable: pan con tomate y jamón; boquerones en vinagre; anchoas en salazón; tostadas de bacalao ahumado y de pisto con ventresca; pinchos de morcilla, de merluza o chistorra; mollejitas de cordero con habitas, o espárragos trigueros a la plancha... Y para acompañar, un surtido de vinos por copas que cambian regularmente.
No está nada mal la bodega, centrada en vinos españoles. Tampoco desentonan los postres, que se mueven en el mismo nivel que los platos salados. Resultan correctas sus tartas del día, así como el tocino de cielo. Aceptable la panchineta y muy fina la tarta de cuajada. Para concluir, un café de alta gama.
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