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Los sindicatos británicos reciben con frialdad a Gordon Brown

Los sindicatos recibieron ayer con gran frialdad el mensaje de rigor económico que les trajo el ministro del Tesoro, Gordon Brown, en el congreso del TUC, el consejo que agrupa a los sindicatos sectoriales británicos. En paralelo a la gélida acogida que dispensaron el año pasado al primer ministro Tony Blair, el desaire a Brown, un hombre mucho más próximo al laborismo de base, revela la distancia que sigue separando a los sindicatos y el Nuevo Laborismo.

Brown se presentó en el congreso de Brighton con un discurso moderado, plagado de referencias a los temas más próximos a la audiencia, pero con un mensaje de fondo duro, una tajante negativa a las exigencias de mayor poder sindical en las pequeñas y medianas empresas, de más inversión y menos reformas y de más derechos para los trabajadores, especialmente los temporales, y menos flexibilidad laboral.

El responsable de las cuentas públicas ratificó que el modelo de relaciones laborales flexibles es una prioridad del Gobierno y que no tomará ninguna decisión que pueda poner en peligro la estabilidad del cuadro macroeconómico. "No cederemos ante las presiones inflacionarias, las peticiones prohibitivas ni cualquier apaño cortoplacista que nos haga desperdiciar las enormes oportunidades económicas que nuestra estabilidad recién ganada con tantos esfuerzos ofrece a los británicos", advirtió Brown.

Dentro del cuadro generalmente recesivo de la economía europea, el Reino Unido ha mantenido una apreciable estabilidad que el ministro subrayó: "Gran Bretaña no sólo ha evitado la recesión, sino que ha seguido creciendo en todos y cada uno de los trimestres desde 1997, entrando en el periodo de crecimiento sostenido más largo desde hace 50 años", enfatizó.

Breve ovación

Los sindicatos le premiaron con una breve ovación meramente cortés, restando brillo a un discurso que algunos veían de antemano como una gran oportunidad para Gordon Brown de marcar distancias con Tony Blair subrayando su mayor popularidad entre las bases laboristas. Pero éstas le negaron ese cariño. El empeño del Nuevo Laborismo por que el aumento de la inversión del Estado en sectores públicos clave como la sanidad, la educación o el transporte vaya acompañado de reformas que los hagan más competitivos sigue empañando las relaciones con los sindicatos. En los primeros días del congreso del TUC se han levantado muchas voces exigiendo más dinero y menos reformas y clamando por un retorno a un cierto proteccionismo que frene la desaparición del empleo industrial, pero Brown precisó que no va a modificar lo que considera "una agenda proindustria".

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Tony Blair cenó anoche con los sindicatos, pero este año no intervendrá en el plenario del congreso. La víspera, el nuevo secretario general del poderoso sindicato de Transportes, Tony Woodley, le exigió su dimisión por la guerra y que admita públicamente que ésta "fue ilegal y un error, no estaba justificada y pido perdón, y dimito".

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