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Numerosos síntomas indican que el cambio climático ha comenzado en Cataluña

Los expertos observan cambios significativos en el comportamiento de animales y plantas

Por si alguna duda quedara, los organismos vivos se están encargando de demostrar que la cosa va en serio: los cambios en el comportamiento de animales y plantas están ofreciendo numerosas evidencias de que el cambio climático ya ha empezado y está afectando de forma visible a la biología, según han constatado diversos equipos científicos. El hecho de que las hojas de los árboles salgan ahora 20 días antes que en 1950 es un indicador mucho más contundente que la engañosa variabilidad meteorológica que también se observa. Y la abundancia de estos signos es abrumadora.

Existen estimaciones científicas sobre las consecuencias que el cambio climático puede tener a largo plazo sobre la península Ibérica, pero los especialistas han comenzado ya a observar numerosos síntomas de ese cambio. También en Cataluña.

- La primavera se ha adelantado. La biología ha avanzado su calendario. El despertar primaveral que antes se producía a mediados de abril se produce ahora a finales de marzo. Gracias a los datos recogidos durante medio siglo por un profesor de Cardedeu, Josep Comas, hoy sabemos que los árboles sacan ahora sus hojas 20 días antes en primavera y las pierden 13 días más tarde en otoño. Éste es el promedio que ha obtenido tras analizar el comportamiento de 103 especies. Su ciclo vital se ha alargado casi un mes.

Para este cambio tan llamativo sólo han hecho falta 50 años, en los que la temperatura media de la región mediterránea se ha elevado un grado, según publicaron los investigadores Josep Peñuelas y Iolanda Filella en la prestigiosa revista Science. Este adelanto primaveral es una de las consecuencias del aumento de la temperatura terrestre, ya que se acorta el invierno y la actividad vegetal empieza antes.

- Los árboles suben de cota. Comparando la distribución actual de los bosques del Montseny con la de 1945 se ha comprobado que los árboles de clima húmedo, como las hayas, están perdiendo terreno y son sustituidos por las encinas, bien adaptadas a los climas cálidos. Además, las hayas se han desplazado unos 70 metros hacia arriba hasta colonizar las cimas en las que cada vez hace menos frío, según datos de Martí Boada y Josep Peñuelas.

Esto indica que el clima se está volviendo cada vez más árido, e ilustra las migraciones en altitud que están experimentando las montañas, ya que las condiciones de frío y humedad se desplazan también hacia arriba.

- Las mariposas se van al norte. Empujados por el calor, los animales están empezando a desplazarse hacia el norte. Diversos estudios realizados en la década de 1990 constataron que el área de distribución de diversas especies de mariposas estaba subiendo hacia latitudes cada vez más septentrionales. El trabajo se publicó en 1999 en la revista Nature y causó un revuelo considerable. Uno de los autores del estudio fue el biólogo catalán Constantí Stefanescu, que ahora acaba de concluir otra investigación sobre las mariposas de los aiguamolls del Empordà.

Los resultados de este nuevo trabajo son también reveladores: las 17 especies estudiadas han avanzado la fecha de su aparición primaveral respecto a lo que ocurría en 1988, hace apenas 15 años. Algunas mariposas salen ahora hasta siete semanas antes que hace sólo una década y media.

No solamente los animales se están desplazando de latitud, sino que también lo hacen las plantas. Un líquen típico del sur de la Península, el Acarospora hilaris, ha ido ascendiendo a lo largo de la costa mediterránea y actualmente se ha localizado ya en el sur de Francia, donde nunca había sido citado anteriormente, según constata Xavier Llimona, investigador de la Universidad de Barcelona.

Estos cambios indican que las unidades del paisaje han empezado a desplazarse hacia el norte. Algunos escenarios prevén que las franjas climáticas asciendan unos 500 kilómetros en latitud hacia mediados de siglo. La gran migración ha empezado.

- La perdiz blanca pierde el camuflaje. Una de las evidencias más curiosas del cambio climático es la situación de la perdiz blanca en las montañas del Pirineo. Cada noviembre esta perdiz cambia su plumaje y adquiere uno nuevo de color enteramente blanco para camuflarse en la nieve que cubre las montañas... o que debería cubrirlas.

Y es que la perdiz blanca es sensible a los cambios que se están operando en las cumbres nevadas. Desde hace unos años la nieve, que antes era abundante ya a mediados de noviembre por encima de los 2.000 metros, ahora se suele retrasar unas semanas. Las nevadas eran frecuentes por Todos los Santos incluso por debajo de esa cota. Pero ya no es así.

El resultado es que las perdices se vuelven blancas cuando aún no hay nieve, y entonces se pierde el efecto camuflaje y constituyen un blanco perfecto para sus depredadores, según ha observado Jordi Canut, biólogo del Parque Nacional de Aigüestortes. Esta circunstancia constituye una de las principales causas de la regresión de esta ave en los Pirineos.

El caso de la perdiz blanca ilustra los desajustes que empiezan a afectar a los ciclos biológicos de los organismos, y cuyas consecuencias son imprevisibles, según advierten los expertos.

- Menos larvas de anchoa. Los amantes de la gastronomía tienen serios motivos de preocupación. Durante el pasado mes de julio apenas se detectaron larvas de anchoa en las costas del sur de Cataluña, a pesar de que por esas fechas el agua debería ser un hervidero de inmaduros de esta especie. El motivo de su ausencia parece residir en las altas temperaturas del mar, que este año se elevaron hasta los 29 y 30 grados frente al delta del Ebro.

De hecho, las excepcionales temperaturas a que ha llegado este año el mar no son más que una punta de una tendencia al alza que se observa desde hace tiempo. Las mediciones realizadas por Josep Pasqual frente a L'Estartit, en la Costa Brava, han constatado que en los últimos 30 años la temperatura superficial ha aumentado 0,7 grados centígrados de promedio. Y eso está alterando los ecosistemas marinos.

El espacio ecológico que están dejado las anchoas no va a quedar vacío. Anna Sabatés y su equipo del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona han encontrado grandes cantidades de larvas de alacha (Sardinella aurita), una especie tropical muy similar y que nunca antes había sido detectada de forma importante en las costas catalanas.

Otras especies tropicales como el pez Pomatomus saltatrix (tallahams, en catalán) están empezando a capturarse cada vez con mayor frecuencia en Cataluña, hasta el punto de que en las islas Medes empieza a haber barcas que se dedican a la pesca deportiva de esta especie.

- Escenarios de futuro. Todos estos cambios se han producido con un incremento medio de tan sólo un grado centígrado, pero los modelos predicen aumentos de dos a cinco grados para este siglo. El problema no es sólo la magnitud del cambio previsto, sino su velocidad. Si se produce un aumento de varios grados en apenas un siglo, muchas especies y ecosistemas no van a tener tiempo de migrar hacia el norte, máxime cuando el territorio está fragmentado e interrumpido por infraestructuras de todo tipo. Se teme que muchos organismos no van a ser capaces de adaptarse a las nuevas condiciones.

De momento, los biólogos son observadores privilegiados de esta multitud de cambios. Quizá por ello se cuentan entre los científicos que reclaman con mayor contundencia una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, que son las responsables del aumento de la temperatura terrestre. Ardua tarea si tenemos en cuenta que España sobrepasa en un 38% el máximo de emisiones fijado por el protocolo de Kioto ante la indiferencia del Gobierno actual. Y Cataluña, en un 37%.

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