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El director cree que fue un error no negociar con los terroristas

Uno de los patriarcas del cine italiano, Marco Bellocchio (Piacenza, 1939), ha reconstruido, 25 años después, el secuestro y la ejecución de Aldo Moro con la película Buenos días,

noche, la cual compite en la sección oficial por el León de Oro.

El director y los actores (Maya Sansa, Luigi Lo Cascio, Roberto Herlitzka -Aldo Moro-, Pablo Briguglia, Pier Giorgio Bellocchio y Giovanni Calcagno) fueron recibidos por la crítica y la prensa con un generoso aplauso de casi cinco minutos. Ninguno de los familiares de Moro (presidente de la Democracia Cristiana y asesinado el 9 de mayo de 1978) se ha presentado a La Mostra, pero en cambio el hijo, Giovanni Moro, ha enviado una carta en la cual considera el filme "una creación artística, capaz de mostrar la realidad". Bellocchio, continúa, ha creado una interpretación libre del caso, "sin la ambición de plantear una reconstrucción histórica".

Más información
Bellocchio reconstruye la trágica historia del asesinato de Aldo Moro

Al final del documento, Giovanni Moro se pregunta: "¿Por qué el Estado italiano no negoció con los terroristas ni tampoco buscó una salida seria para liberar al prisionero?". Al respecto, Bellocchio dice que "fue un error político no haber negociado" y desde ahora se prepara para recibir una serie de reacciones negativas para su película, en especial de la izquierda italiana.

La celda

En Italia se ha tratado el tema en otros tres filmes, todos centrados en recrear la cronología de los hechos. Sin embargo, la intención de Bellocchio ha sido muy distinta y el foco lo sitúa en la doble vida de la terrorista Chiara (Maya Sansa), una chica con un trabajo en una oficina, un novio y, por otra parte, la condición de terrorista y la interacción con sus compañeros revolucionarios. La chica, en apariencia normalísima, alquila un apartamento y poco a poco se descubre que allí se encuentra la celda donde Moro vivió 55 días como prisionero de las Brigadas Rojas. En la celda, Moro duerme en una posición casi fetal que recuerda la forma en que se encontró el cadáver.

Así lo explica Bellocchio: "He querido contar la tragedia de una terrorista y no podía hacer otra cosa diferente. No me interesaba contar quiénes fueron los responsables, si fue la CIA o el KGB. Me interesaba destacar la fatalidad trágica del caso y el arrepentimiento de la terrorista".

El filme es un total homenaje a la figura de Aldo Moro, a quien nunca conoció en persona, pero considera un "gran humanista con una tenacidad única". Para ello, el director se ha concentrado en las relaciones humanas entre Moro y sus carceleros, especialmente con la terrorista, la cual, según la versión del largometraje, es la única que se opone al absurdo asesinato a sangre fría del líder democristiano.

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