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Columna
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Vicepresidente

Todo está consumado. Para las próximas elecciones generales, el candidato del PP será, es ya, Mariano Rajoy. Aznar ha hecho todos los movimientos que quería hacer y ha decidido que el sucesor se retire al partido, o mejor, tome todo el mando en el partido y se vaya del Gobierno para no correr el riesgo de sufrir el más mínimo desgaste. Así las cosas, Javier Arenas ha tenido que dejar la Secretaría General, es decir el enorme poder que ese cargo otorga. El gesto, aunque "obligado", merecía una recompensa que José María Aznar estaba dispuesto a satisfacer. Dicen que el político andaluz esperaba mucho y confiaba en que su abandono de la Secretaría General, tuviera efectivamente el justo premio que el gesto hacía suponer. Aznar, por supuesto, ha seguido contando con él, le ha nombrado Vicepresidente segundo y Ministro de Presidencia, es decir, lo va a tener a su lado con más poder en el gobierno. Y sin embargo...

Dicen, los que saben de él que esperaba más, esperaba lo que tenía Rajoy, es decir, el sillón de Ministro Portavoz, que es sin duda un cargo lucido, ante los ciudadanos y ante los propios de uno en el partido, porque otorga la aureola de poder que supone el ser la imagen del gobierno. Quien ostenta ese cargo tiene esa preciadísima cuota de popularidad que da el disfrutar de los focos todas las semanas y hablar ante ellos en nombre del Gobierno. No ha podido ser, la apetencia de Arenas se ha topado con el estilo Zaplana, tan en línea con el estilo Rajoy. Parece que ha ganado el estilo amable, la gracia de saber decir lo mejor y lo peor con una sonrisa. Arenas ha exhibido, durante su tiempo de secretario general un talante duro, alejado estrepitosamente de aquel dialogante que exhibió en sus primeros tiempos en Madrid, como ministro de Trabajo, un talante duro en línea con el de José María Aznar que, puesto a decidir sobre su sucesión, parece que ha preferido, sin embargo, mostrar el camino de un nuevo estilo, el que comparten Rajoy y Zaplana. Javier Arenas va a estar mucho más cerca de Aznar, acumula un ministerio y la vicepresidencia segunda y eso es poder, pero tan cierto es eso como que el presidente ha decidido no darle el protagonismo mediático que, según dicen, esperaba. Protagonismo mediático que,en política, también es poder.

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