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La larga marcha de Philips

Cierra 50 fábricas y se centra en la atención al cliente y la innovación

Isabel Ferrer

Philips piensa cerrar en los próximos años 50 de las 150 fábricas que posee ahora en el mundo para ahorrar costes. El anuncio, efectuado por el propio presidente de la multinacional holandesa, Gerard Kleisterlee, supone un nuevo intento de devolverle a la firma el lustre perdido durante los últimos 15 años. Un periodo marcado por continuas reorganizaciones y bajas cifras de beneficios, que han entorpecido las ventas y desanimado a la clientela.

Desde que Gerard Kleisterlee asumió la presidencia, Philips ha recortado 50.000 empleos y ahora sólo quedan 170.000 trabajadores
El grupo holandés ha seguido invirtiendo en investigación y desarrollo y ahora se prepara para viajar a China, en el sentido más literal
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En la nueva era que se avecina, innovación y clientela serán precisamente los dos puntos de referencia de Philips. La atención se centrará en los productos competitivos que sirvan para recortar distancias y acercarse a Sony y Panasonic, los dos grandes rivales de la compañía de Eindhoven. La división de electrónica para el consumo, que supone un tercio del volumen de negocios, sumaba en 1998 tres decenas de fábricas. Hoy sólo queda una decena, y no está claro si alguna más caerá en la reorganización planteada por Kleisterlee.

El hecho de que, desde su ascenso hace dos años, hayan sido recortados 50.000 empleos -quedan 170.000 trabajadores- ha puesto en guardia a los sindicatos holandeses. Sus representantes quieren saber cuántas fábricas podrían cerrar o bien ser vendidas a terceros, porque hace sólo cinco años Philips aún tenía 270 centros de producción en el mundo.

Sin respuesta todavía, estas preguntas permanecen en un segundo plano. Lo más importante para Philips en estos momentos es conseguir que los distintos departamentos de la casa mantengan una relación fluida. Que no trabajen aislados, como sucedía en los años ochenta, y del intercambio de opiniones y experiencia surjan los nuevos productos que la multinacional espera sacar al mercado.

En una palabra, que sus gerentes piensen en "una sola Philips", como ha señalado Kleisterlee al rotativo NRC Handelsblad, para estimular el trabajo en equipo y evitar las etiquetas de primera y segunda categoría a la hora de la facturación. Luego habrá tiempo para pensar en China, que suma ya un 10% del volumen de ventas de la multinacional y de donde viene un tercio de su producción.

Rumbo a China

Porque, como ya ocurriera en los peores momentos de hace casi dos décadas, Philips está lejos de tener las arcas vacías. A pesar de la recesión económica, ha seguido invirtiendo en investigación y desarrollo de productos y se prepara para viajar a China, en el sentido más literal, y "tomarle el pulso" -ese acto tan valioso en política- a la potencia que emerge. "Nos llegan buenas noticias de Asia, pero queremos constatarlo sobre el terreno", ha dicho Kleisterlee, que tiene también una visión clara del tipo de clientela que podría seducir al otro lado del espectro, Estados Unidos.

Si las teorías de su nuevo departamento de marketing se cumplen, un 20% de los consumidores podría gastar lo suficiente como para sumar el 80% de los ingresos. En el caso estadounidense serían unos clientes específicos y muy bien elegidos, entre 35 y 55 años, con estudios superiores e inquietudes tanto lúdicas como sobre su salud a corto y largo plazo. Así comprarían desde un televisor de pantalla plana a un cepillo de dientes eléctrico o una afeitadora Philipshave, esta última uno de los productos estrella de la casa desde siempre.

Gerard Kleisterlee, presidente de Philips.
Gerard Kleisterlee, presidente de Philips.ASSOCIATED PRESS

Lucidez y firmeza

Si bien el futuro de Philips en China se anuncia alentador, la estrategia para Estados Unidos tendrá que ser dirigida con lucidez y firmeza. Además de Sony y Panasonic, dicho mercado, sobre todo en el sector de la electrónica para el consumo, está bien sujeto por la casa coreana Samsung.

"Son agresivos y temibles" desde el punto de vista empresarial, en palabras del mismo Gerard Kleisterlee, presidente de la multinacional holandesa. Pero espera que no imbatibles. Otra cosa será la puesta en práctica de estos planes, con las inevitables pérdidas laborales, en un clima de recesión económica a la que el Gobierno holandés ya le ha puesto una cifra concreta. La coalición cristianodemócrata-liberal que encabeza Jan Peter Balkenende piensa ahorrar 17.000 millones de euros en los próximos cuatro años.

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