_
_
_
_
Reportaje:

"Ahora todo esto parece la luna"

Los vecinos desalojados por el fuego volvían a sus casas en un paisaje desconocido

Óscar volverá a leer Las grandes tendencias de la mística judía, de Schölen, pero no lo hará más en el porche de su casa. El zócalo es lo único que queda del olivo centenario del jardín de Helena. Enge todavía no sabe cómo le dirá a su tía, enferma, que cuando regrese de Bélgica se encontrará con que su rincón de la Costa Brava ya no es lo que era.

El fuego no ha causado ninguna mella en sus físicos, pero las llamas se han cebado sobre sus estados de ánimo, su historia y sus recuerdos. Estos son sólo algunos ejemplos vividos ayer de lo que puede acarrear un incendio. Sus vidas siguen, pero nada volverá a ser igual que antes de que las llamas prendieran sus casas.

Helena Sierra y Yuri, su marido, vivían en Moscú, pero ella añoraba la tierra de sus raíces. "Al final nos vinimos y compramos una casa en Mas Pallí; hace dos meses compramos ésta en Mas Nou para trasladarnos aquí", explica Helena mientras su marido y un amigo evalúan los daños de la parcela 101-102 de Mas Nou. El mármol blanco del comedor es ahora marrón, lo mismo que las paredes del salón y las de la habitación del piso de arriba. Los marcos de las puertas están quemados y todo huele a chamuscado. Muy cerca hay dos coches calcinados que dejaron abandonados sus anteriores propietarios. Helena mira las estancias que no podrá estrenar con resignación, pero lo que más le duele es la pérdida de su jardín. "Me gusta cuidarlo, sobre todo el olivo de ahí [señala un zócalo donde antes se levantaba un árbol con 300 años de historia]. Ahora esto parece la luna. Mira el paisaje, ¡hace tan sólo un día era verde!", se lamenta.

"¡Hace un día todo esto era verde", exclamaba una vecina de Mas Nou
Más información
Los vecinos desalojados por el incendio de Platja d'Aro regresan a sus casas

Las urbanizaciones perjudicadas por el fuego se llenaron ayer de curiosos, como Juan, un vecino de Platja d'Aro que suele recorrer estos parajes en moto y que ahora se queja: "Lo han destrozado todo, ya no volverá a ser como antes".

Josep Maria Moreira no oye las palabras de Juan, pero no estaría de acuerdo con él. Es el guarda y a la vez propietario de una de las dos casas de la finca La Joya del Mas Nou y ya vivió un incendio incluso mayor hace 20 años. "Poco podemos hacer, aún hemos tenido suerte de que no ha habido que lamentar daños personales", se resigna. Y añade: "A esperar otros 20 años para que esto se regenere".

En el punto más alto del complejo residencial, Francesc, Dani y Maurici hacen un alto en el camino para descansar y arreglar una sierra eléctrica. Forman parte de la dotación de un camión de bomberos procedente de Lloret de Mar que ha entrado de guardia a las siete de la mañana. "No sabemos cuándo terminaremos el turno", dice Dani, mientras cuenta en qué consiste su tarea: "Vamos apagando todo lo que vemos que todavía puede arder. Lo mojamos, lo cortamos, le damos con la pala... como podemos. El fuego pasó tan rápidamente que hay zonas no quemadas que pueden prender muy fácilmente".

Esta unidad de bomberos estuvo también hace dos semanas en el incendio de Maçanet de la Selva. Sus miembros coinciden en que todos los fuegos son peligrosos, pero aseguran que lo pasaron peor hace 15 días, "porque la gente sufrió muy de cerca por su seguridad; en Maçanet se vivieron momentos dramáticos; aquí todo se hizo de forma más calculada", explican. En lo que todos coinciden es en que el viento "es el peor enemigo". Lo fue en Maçanet y lo ha sido también en Platja d'Aro.

Òscar Muñoz y Antonio Zalla llegaron a la Costa Brava enamorados de la judería de Girona. Su casa es un auténtico polvorín. Más de 5.000 volúmenes y lienzos, algunos pintados por el mismo Òscar, llenan los estantes y las paredes. Òscar se levantó ayer llorando al ver el paisaje quemado, pero al mediodía ya no puede parar de hablar de los judíos, la cábala, el arte... Parece que ni se acuerde del incendio. No es así, lo lleva dentro, pero como dice "la vida sigue y hemos tenido suerte".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_