"Había una demanda social del proyecto de la heroína"
Andrés Estrada (Huelva, 1956), médico, lleva tres años al frente del Comisionado para las Drogas de la Consejería de Asuntos Sociales. Su departamento pilota un ensayo clínico novedoso de administración de heroína a toxicómanos, que arrancó estos días en Granada y que se presentará oficialmente la próxima semana.
Pregunta. ¿Han encontrado datos novedosos en el estudio del perfil de los pacientes?
Respuesta. Algo que pudiera sorprender es que, aunque hay un colectivo importante que viene de una marginación previa, hay un grupo bastante llamativo que no viene precisamente de capas sociales bajas, sino de familias con situaciones normales o altas y que también están ahí por un agotamiento familiar. La mayoría han estado en tres o cuatro tratamientos previos.
"Mi padre, que fue sanitario, administraba morfina en Huelva a los adictos en el 48"
El problema del Campo de Gibraltar no es de Asuntos Sociales, es del Ministerio del Interior
P. ¿Cuándo se pondrá en marcha en La Línea?
R. Hay que romper una lanza a favor del trabajo que se ha hecho en el Campo de Gibraltar y ahora mismo apenas hay consumidores reales de heroína inyectada. El problema del Campo de Gibraltar no es de consumo, sino de tráfico, no es un problema de Asuntos Sociales, es un problema del Ministerio del Interior.
P. ¿Se plantean trasladar el ensayo a otro lugar?
R. Hemos incrementado hasta 240 los pacientes en Granada, en un solo centro. Vamos a aprovechar los medios que hemos puesto en la Línea para otras investigaciones, como un estudio de la Facultad de Medicina de Cádiz sobre los niveles plasmáticos de metadona individual para ver la cantidad necesaria para cada paciente, para que no tenga necesidad de ningún tipo de consumo aparte de la metadona.
P. ¿Les costó acercarse al colectivo de heroinómanos?
R. Los primeros 60 o así fueron fáciles, pero a partir de ahí hemos tenido que ir a buscarlos. Hemos tenido la suerte de que un ciudadano que estuvo durante mucho tiempo consumiendo heroína y que ahora está totalmente desintoxicado y que conocía ese mundo, conocía el barrio y a las personas con problemas nos ayudó a acercarnos. Y después ha sido encomiable la labor de las dos trabajadoras sociales del centro que se han metido en el fango, han ido a buscarlos y a convencerlos.
P. Ahora que ya está autorizado, ¿cuál fue la razón real por la que estuvo frenado tanto tiempo por la Administración central?
R. Hay una cosa sorprendente. El Ministerio de Sanidad, la Agencia del Medicamento, no puso ninguna traba. En el servicio público sanitario de cualquier país se buscan alternativas a los tratamientos en cualquier patología, pero luego el Ministerio del Interior, menos conocedor de la investigación sanitaria, lo paralizó entendiendo que era un capricho de la Junta de Andalucía cuando había sido una demanda social. Los primeros que nos pidieron que hiciéramos el proyecto fueron asociaciones de drogas, sobre todo de madres de personas con problemas de drogas. Interior también entendía que era una forma de legalizar y para nada, los profesionales saben atender correctamente a cada individuo y darle la sustancia que necesitan. Utilizamos morfina todos los días en los centros hospitalarios. Cuando le conté lo del ensayo de la heroína, mi padre, que fue sanitario, me dijo que si nos creíamos que éramos modernos por eso, que en el año 48 él administraba morfina en Huelva a los adictos.
R. ¿Hay alguna droga que le preocupe más que otra?
R. El alcohol. En heroína, que trabajamos mucho, ya hay pocas personas. Se ha incrementado el consumo de la cocaína con el problema de que no tiene un sustituto y de que engaña mucho porque el ciudadano se encuentra bien y los efectos secundarios son a medio y largo plazo, con problemas de alteración psiquiátrica. Pero el alcohol probablemente sea una de las sustancias, junto al tabaco, que más daño puede hacer en el futuro, porque además se ha normalizado en un consumo diferente al de toda la vida. Se ha ligado al ocio, se consume en fin de semana y sobre todo afecta a los jóvenes y cada vez en edad más temprana. Genera también el problema de la alteración de orden público en la noche y no respeto al descanso de los ciudadanos. Tenemos que buscar fórmulas que rompan esa unión de ocio con alcohol.
P. ¿Mata más el alcohol o el tabaco?
R. A corto plazo mata más el alcohol, como se ve en los accidentes de tráfico, sobre todo entre jóvenes. El tabaco mata a largo plazo, son consecuencias o bien vasculares o bien respiratorias, y además, como limita la capacidad física, influye en la movilidad del ciudadano y por tanto en la calidad de vida. Hablamos siempre de la relación del tabaco con el cáncer pero que no se nos olvide que el alcohol también produce cáncer aunque el cáncer no se desarrolla por un consumo, sino por una predisposición.
P. Las medidas restrictivas sobre venta de alcohol ¿tienen resultados positivos?
R. Me gustaría decir que ese 3% de jóvenes que ha dejado de beber de forma abusiva es gracias a las campañas, la prevención y la modificación de la Ley de Drogas en Andalucía, que es restrictiva en cuanto a la oferta, que era descontrolada. No hemos ido contra el derecho del ciudadano de consumir o no.
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