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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La heroína sexualizada

Con sus aires de eficiente heroína de aventuras -un cruce improbable entre James Bond e Indiana Jones, pero con más pecho, con perdón-, su espectacular manera de enfrentarse al mundo, su control sobre la tecnología de última generación y, no menos importante, su disposición a meterse en cualquier fregado, Lara Croft pasó de la videoconsola para adolescentes a la gran pantalla del efecto digital y la inversión multimillonaria en una primera entrega que, la verdad, no era para tirar cohetes.

Demasiado prisionera de su origen, una muñeca para excitar entrepiernas fácilmente excitables, el personaje que interpreta la eficaz Angelina Jolie parecía condenado a eternizarse en películas de mucha acción y castañazo, ninguna pretensión intelectual y mucho derroche de medios. Pero hete aquí que, precedida por la protesta de la bella por el retoque publicitario -a menos- de sus pezones enhiestos, llega la segunda comparecencia de la heroína, esta vez convenientemente sexualizada: no ya objeto de excitación, sino sujeto de aventuras (moderadamente) eróticas. Pero el resultado, la verdad, otra vez, no sólo no es para echar cohetes, sino que resulta palmariamente más aburrido que la primera entrega.

LARA CROFT-TOMB RAIDER: LA CUNA DE LA VIDA

Dirección: Jan de Bont. Intérpretes: Angelina Jolie, Gerard Butler, Girian Hands, Christopher Barrie. Género: aventuras, EE UU, 2003. Duración: 118 minutos.

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Lara Croft viaja a la cuna de la vida

Bien porque, como mandan los cánones patriarcales, incluso a señoritas tan dominadoras de su destino como ésta, también Lara cae en brazos de quien no debe -un gamberro encantador: por aquello de que un buen canalla las enamora a todas-, bien porque no funciona la correcta química con su partenaire, pero tampoco entre las potencialidades de la heroína y las (decididamente idiotas) peripecias en las que la meten. O bien, en fin, porque no se han gastado ni un dólar de más en un escritor capaz de inventar frases con más sentido que las que aquí se escuchan, lo cierto es que el filme se hace insufriblemente tedioso, enfermedad mortal de cualquier película de sus características.

Ni jugosa aventura erotizada, ni buen vehículo para algo más que el castañazo y lo inverosímil -a pesar de la fastuosa secuencia inicial bajo el mar, pronto desgraciada-, Lara II se queda en ocasión perdida, en absurda peripecia de malos contra el mundo, en un impotente homenaje a algunos de los grandes mitos de la aventura pretérita -James Bond, Las minas del rey Salomón, por no hablar ya de los mitos griegos del género-, a los que, para su desgracia, jamás alcanzará nuestra frustrante heroína.

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