Francia exporta sus dibujos animados para todos
El descarado surrealismo y la atroz poética de lo cotidiano sorprenden en 'Bienvenidos a Belleville', que llega ahora a España.
El Festival de Cannes presentó, por primera vez en selección oficial desde 1976, un largometraje de animación francés. Se trata de Les triplettes de Belleville, una obra de Sylvain Chomet que conoce un estupendo éxito de público, con más de 800.000 entradas vendidas y, sobre todo, con una buena perspectiva de carrera comercial internacional y de ventas en vídeo y DVD. Con el título de Bienvenidos a
Belleville, la cinta se estrena hoy en España.
Si en 1976 Roland Topor y René Laloux firmaron un meteorito -La planète sauvage-
dentro del panorama cinematográfico francés, Chomet protagoniza un intento de normalización puesto que el suyo es sólo uno de entre siete largometrajes franceses de dibujos que este año se han estrenado o lo harán. De momento es el que ha obtenido una mejor acogida, sobre todo porque la dedicada a Corto Maltés ha sido decepcionante.
Una de las características de la animación francesa es no querer circunscribir su poder de atracción al restringido ámbito de los menores de 12 años. En su día, en 1998, Michel Ocelot logró llevar a 1.400.000 espectadores a ver Kiriku, y abrió la puerta a la actual eclosión del cine de animación en Francia, a que hoy sus producciones tengan presupuestos que van de los 4 a los 12 millones de euros. Les enfants de la
pluie, La prophetie des grenouilles, Le pirate sans nom o Tchoupi son películas que jugarán la carta de las vacaciones navideñas, opción lógica en el caso del último de los títulos, pues se busca un público de entre 2 y 7 años, el mismo que ha sabido encontrar Bécassine, que ha sido vista por 300.000 personas en salas y por muchos miles más gracias a los sistemas de reproducción de la imagen destinados al hogar.
El cine de animación ha duplicado su público en Francia en los últimos tres años, pasando del 5% al 10%, y se lleva el 20% de las ventas de DVD. Además, tal y como explican los productores Jean Pierre Quenet y Philippe Grimond, propietarios de los estudios que tenía Disney en Montreuil, "las películas de animación tienen menos problemas para ser aceptadas por el espectador extranjero, reacio a la imagen real cuando ésta no le muestra sus modelos de coche, la belleza anglosajona estandarizada o no se ha rodado en inglés".
Bienvenidos a Belleville cuenta la historia del secuestro de un ciclista, un joven que ha tenido a su abuela como representante. Cuando el Tour llega a Marsella, un mafioso local le hace subir a un barco y se lo lleva hacia Belleville, un cruce entre Nueva York, París y Montreal. Allí serán unas trillizas, ancianas artistas de cabaret, las que le salvaran. Chomet sitúa su historia entre los años cincuenta y sesenta, le da a la imagen ese sabor nostálgico que hizo el encanto de Amélie y retoma elementos iconográficos del cine negro de Hollywood, así como del realismo poético de Carné o Duvivier.
"Necesitamos un éxito al año para demostrar que la aventura tiene sentido", dice otro productor. Para el de Bienvenidos a
Belleville, Didier Brunner, "es una lástima que muchos responsables televisivos consideren que el cine de dibujos nunca puede ser programado a horas de gran audiencia y siguen relegándolo a los espacios infantiles".
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