Contrarrevolución, 1
Como seres vivos de esta especie rara vemos en los acontecimientos el tempo de nuestra vida, y a veces el de nuestros días, de donde se ha formado esta alucinación que es el periodismo en cualquiera de sus manifestaciones técnicas. Ver al gran tránsfuga de estos episodios actuales sentado ante un juez nos crea pensamientos extemporáneos y extraterritoriales: como Blair debería pasar aquí con Aznar. Y otros de la política-ilusión: todavía en Reino Unido hay conciencia, escrúpulos, moral. No creo que haya que pasarse: en Reino Unido no han existido nunca esas cosas, sino unas maneras: "La manera antes que la moral", decía el burlón Wilde, al que cascaron un día de hartura, con todos los jueces y los carceleros y policías de lo que se llamaban "buenas costumbres". La manera consiste en procesar a un primer ministro que mintió y que hizo mentir a un funcionario que se suicidó por moral. Y que el juez pondrá la ley por encima de la política; en mi pequeño diogenismo, tampoco me veo obligado a creer enteramente en el juez, ni en la justicia.
La cuestión es que, como lo veo leyendo a la luz del candil griego, de aceite del Himeto, todo esto son anécdotas, carne de diario, moral efímera y acomodaticia. Saldrá Blair, perderá una carrera que poco antes de Irak era brillante y mundial, y el que le siga será un conservador -Blair se hunde con su partido, al que traicionó- que mantendrá la alianza con Estados Unidos, donde Bush o su sucesor, pese a todo, seguirán la misma tarea armada, patriótica, vengativa y generalmente llamada antiterrorista, que es una continuación de la llamada anticomunista. Los sucesos del día: el periodismo.
La gran línea es que estamos en uno de los episodios de la contrarrevolución. A veces le da a uno un aire y se le queda la mente como histórica (algunos no se curan jamás) y piensa que el imperio romano contra los cristianos fue así, cuando los cristianos eran todavía revolucionarios: no les pudo ganar, y firmó un pacto, por el cual el imperio les dejó creer sus tonterías y ellos se volvieron contrarrevolucionarios, imperiales. El hecho de que hoy prevalezca la palabra cristianismo, con Bush en misa diaria y Aznar a los pies del Papa del Opus, indica solamente que las viejas ideas duran mucho: no mueren, se transforman. Como la materia. Y las iglesias son materializaciones del espíritu. (Mañana, más).
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