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Columna
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La piara

Manuel Rivas

En el Beaubourg parisino se muestra estos días una reveladora instalación artística. Un paisaje construido con piezas de cerdo. Montañas de jamón, cerros de codillo, campos de costilla. La obra, de Song Dong, se titula La madre tierra. También va camino de instalarse con éxito la gran operación porcina de la Comunidad de Madrid, ese pucherazo retardado. Esta derecha no es nada conservacionista, salvo cuando se trata de subvencionar a la Fundación Franco. La novedad neocon es la máxima impaciencia. Dejarán, no lo duden, espectaculares huellas en el paisaje. Por ahí anda Bush encabezando el movimiento de liberación de las chimeneas, oprimidas por el radicalismo ecologista. Y aquí tenemos, campante en la toma de Madrid, a la vanguardia de liberación del suelo. La piara que se dispone a comer la madre tierra. No cuentan con la estrategia de los árboles.

A los árboles, con la canícula extrema, se les sube el agua a la cabeza. Es su autodefensa. El estrés hídrico. Se le tronzan algunas ramas por el sobre esfuerzo, pero así suelen resistir. Y hay algo curioso en lo que explican los botánicos. Los árboles resisten más y mejor en las ciudades que en el campo. Desarrollan con más coraje esa estrategia del estrés de agua: la re-existencia. Es lo que también llaman la memoria de los árboles. Detrás del árbol urbano, en sus raíces ilustradas, en su melena romántica, hay casi siempre una voluntad de regeneración. Es muy humanista, el árbol urbano. Un poeta con spleen. Ya decía Huidobro que el buen poema se construye de la misma forma que la naturaleza hace un árbol.

Salta a la vista que los árboles hablan y sus historias preferidas tratan de los seres humanos. Por ejemplo, sabemos ahora que cada ¡crash! de rama desgarrada era la onomatopeya de un viejo que caía en soledad y buscaba, como los pájaros de París, la sombra fresca del hermoso y arbolado camposanto de Pére Lachaise. El estrés hídrico de los árboles es una respuesta libertaria a un estrés ambiental, sistemático, que se adueña de todas las esferas de la vida. Un estrés global que tiene como expresión política la pirofilia, el calentamiento permanente, el churrasco del opositor. Ese estrés del poder que es la mentira. Ojalá, en octubre, voten todos los árboles de Madrid. La naturaleza tiene grandes ideas.

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