Cazadores de atún
Unos amigos de Pau me han enviado un fotolibro publicado en junio en esa localidad. Con textos en francés y español, trata sobre los pescadores de atún. Es un volumen manejable, hecho con rigor y su contenido alcanza un valor paradigmático de lo que se entiende por un gran reportaje. Sin más protocolo y con elegante sencillez, se adentra en la máxima expresión de lo que conocemos como tradición humanista de la fotografía. Es una de esas publicaciones por las que en nuestro país no se interesan habitualmente ni las editoras de ámbito nacional ni las periféricas, que por el precio de una novela satisfacen a un publico ávido por este tipo de imágenes y temas.
El autor es Jacques Valat, un nombre desconocido para las enciclopedias de la fotografía, aunque Ésta sea su séptima publicación. El título, Begnat, es el nombre del pesquero de San Juan de Luz desde el que realizó la colección de fotos en color que nos interesa. Son más de 70 imágenes que cuentan la historia de unos pescadores del golfo de Vizcaya que cazan bonito de manera artesanal, con cebo vivo, caña y buenos reflejos.
Las fotografías se pueden repartir en tres grandes bloques: las que describen el instrumental de pesca y los detalles de la armadura del barco, las que reflejan la vida de los tripulantes a bordo y las estrictamente referidas a la captura del pescado. A pleno sol, al atardecer o durante la noche la cámara no descansa. Contraluces, primeros planos, tomas cenitales, todos los recursos son válidos para acertar en un relato con matices antropológicos.
Los detalles se prestan a jugar con formas geométricas y estallidos de color de factura abstracta que van adquiriendo un sentido u otro a medida que nos sumergimos en el conjunto de imágenes. En lo que se refiere a la actividad de los marineros les encontramos preparando el hielo que va a mantener sus capturas frescas durante los pocos días que tarden en llegar a puerto; recogiendo las redes empleadas para la captura del cebo vivo; también les vemos en el momento de irse a descansar en sus estrechos catres o preparando la comida.
La caza resulta espectacular. Cortinas de agua caen desde la borda del barco hacia el mar. Transportan el cebo, ocultan la caña y a través de ellas parece que el atún sube por sí solo a bordo, pero detrás se encuentra el esfuerzo de estos hombres para sobrevivir. Amontonan la captura en la bodega, para horas más tarde descargarla en puerto. Fotografías todas ellas a observar detenidamente para encontrar el más nimio detalle de las condiciones del trabajo de estos artesanos del mar.
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