Un buen vasallo

Dice el refrán "qué buen vasallo, si hubiese buen señor". La patronal andaluza, o sea la CEA, carece de un gran señor. No por demérito de su presidente, sino por el principio de Peter, sobre el techo de la incompetencia. De buenas a primeras no se puede convertir en empresario a alguien que, siendo extraordinariamente eficaz como ejecutivo de una modélica patronal (de cuya condición Santiago Herrero es artífice), nunca ha asumido el riesgo de emprender, con su propio patrimonio.

¿Dónde está ese terror de los consejeros de la Junta a quienes ponía firmes con sus críticas y conseguía cosas para sus señores, Almendros, Luna, Colunga?

Ahora, tímidamente se atreve a ser consecuente con su cargo diciendo lo que le corresponde respecto del problema de Altadis. Antes, por supuesto, firmó, con sus colegas del poder de la intermediación, cualquier acuerdo sobre la industrialización de Andalucía.

En la otra orilla, y como el mayor empleador de Andalucía, nos encontramos con un asesor sindical, y hasta profesor de Derecho Laboral, que preside la Junta de Andalucía. En el caso de éste, que también tiene su mérito, al menos, de mantener en calma el patio de la mediocridad, lo del refrán anterior se me escapa; aquí los vasallos son otros, van por libre o por familias provinciales, y con la modernidad ha dejado que, con la boca chica, las mujeres toquen bola. Una de ellas, super eficaz, le lleva las cuentas de la casa (Junta); otra pone orden en sus empleadas de hogar (los funcionarios). Hay, también, una que lleva a los niños al colegio; otra los pasea por el monte, y hasta hay una que arregla, repara y se mete en obras.

Aunque, como no se fía mucho de su salud, esto lo ha puesto en manos de un ecónomo; las cosas nuevas y poco importantes, como el empleo, se lo ha dejado a un maestro; la fontanería la lleva un "amañaillo"... Tanto un señor como otro no dan la talla para sacar a Andalucía de la posición que ocupa. Lo del empleo es otro cantar, aunque se empeñan en mantener ese equilibrio inestable con sus acuerdos. En este caso, también intervienen los sindicatos, pero estos son de otra historia.

Las cifras del paro son tozudas y lo seguirán siendo, por aquello de que la edad de los andaluces por merecer el privilegio de que se cumpla la Constitución respecto del trabajo digno, está llegando al apogeo de la pirámide de edad.