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LA EXTRAÑA PAREJA.
Columna
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Operación Pagando el Pato

Hay gente empeñada en contradecir su apellido, igual que hay realidades que insisten en negar el rotulillo habitual bajo el que se enmarcan cuando aparecen en los telenoticias. En este sentido, Luis de Grandes es lo más parecido a las informaciones que la CNN Internacional en inglés suele ofrecernos bajo el encabezamiento Emerging Irak. Ni Irak está emergiendo ni don Luis es grande, y mucho menos en plural.

El apellido puede que se herede, pero la mezquindad se la gana uno a pulso. Los hechos se ganan por sí solos, también, el nombre que merecen. La gran defecación, resultante de la ilegal invasión de Irak y su consiguiente ocupación tolerada a la fuerza por la ONU, tiene nombres y apellidos exactos. Aumento del terrorismo (malvado pero no ciego: da donde más duele), de la resistencia armada, de los sabotajes y del descontrol. Malestar, irritación y rencor entre la humillada y defraudada población a la que se liberó a destiempo. Nerviosismo creciente de las fuerzas ocupantes, que matan periodistas como si fueran civiles iraquíes. Eso es lo que emerge en Irak. Quizá sería más útil rotular Agonizing Irak. E irse preparando para anunciar "Saliendo de Irak a Toda Leche Tal Como Abandonamos Vietnam, Líbano y Somalia".

El apellido puede que se herede, pero la mezquindad se la gana uno a pulso

Entretanto, Zorra News, con su enviado especial a Bagdad que da todas las noticias desde su escondite en el aeropuerto, el lugar más seguro de la ciudad (por ahora), aumenta el nivel de Alert! en sus cartelillos apocalípticos. No pierde de vista, sin embargo, la parte contratante de la primera parte de lo que llama, también utópicamente, Rebuilding Irak: esto es, lo que nos llevó allí. El reparto del botín, más o menos organizado. Así, aparece en pantalla la lista de bancos que han sido o serán favorecidos para convertirse en los dueños del nuevo Banco de Irak. Chicos, qué barbaridad. Lo más de lo más. No hay ninguno nuestro, pero como si lo fueran. Fervor, que no falte.

Fervorosamente, don Luis de Grandes, desde su cargo de la portababosería del PP, usa el nombre de Sergio Vieira de Mello en vano para advertir (¿o sería más ajustado decir que amenazó?) a la izquierda política española de que, según él, defiende los actos terroristas. Dios, ¿qué le pasa a este hombre? ¿Acaso sobrevive bebiendo lo que él mismo segrega? Tal vez le dan un tratamiento cerebral (a base de formol, supongo) en las Fundaciones Humanismo y Democracia, cristianísimas todas (e integradas en la FAES que preside Aznar y que maneja 3.000 millones de pelas de presupuesto), a las que píamente pertenece.

El señor De Grandes De Grandes De..., ay, me he quedado anapalaciada. Quiero decir: no debería utilizar la muerte de un caballero de la categoría moral (superior a la del organismo para el que trabajaba; él lo mejoró en lo que pudo) de Vieira de Mello, y de sus ayudantes. Pagadores, ellos y muchos más (el primer militar español, en paz descanse) del pato de la Gran Aventura en que los encantados Luis de Grandes de este país y de este mundo, enfermos de zafiedad, nos han metido. Sin protección, sin garantías, asistiendo impotentes a la emergente caja de Pandora, para grandísima alegría de los grandes bastardos que cultivan el fanatismo, el coche bomba y el suicidio terrorista como sistema político. Grandioso, todo en general.

Entretanto, pasen y miren, señoras y caballeros. El Gran Terrorista Internacional de los años noventa, Muammar el Gaddafi, recibe de Washington el perdón de los pecados y pone sus turbantes a disposición de la reina de Inglaterra (personalmente, yo me quedaría con sus túnicas). Hasta puede que Aznar le pida un autógrafo. Cualquier reacción imprevisible resulta lógica en un gobernante cuya ignorancia supina le hizo dar saltos de alegría cuando se enteró de que un fósil del terrorismo como Abu Abbas había caído en territorio iraquí. Atroz ataque de vergüenza ajena me dio.

Repasando ayer la biografía impecable del señor Vieira de Mello, a quien conocí y respeté siempre, me dio por buscar la de don Luis de Grandes, y ahí como que lo entendí todo. Pues nuestro héroe verbal ha realizado estudios de Sociedades Anónimas, de Tributación de Empresas y de Derecho. Ha formado parte, siempre con un carguillo u otro, de varios partidos: Unión Democrática Española, seguido del Partido Demócrata Popular, que a su vez se integró en Unión de Centro Democrático, que se fue a pique y entonces él siguió en una cosa llamada Democracia Cristiana, absorbida por (¡al fin acertamos una!) el Partido Popular.

Nos hallamos, pues, ante un verdadero humanista. Digno exponente del pensamiento ausente universal, cualquiera que sea su epígrafe o apellido.

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